«La Maternal»: artesana Pilar Palomero
La directora de «Las niñas» regresa con un retrato honesto del embarazo adolescente
Hay una cuestión, quizá fortuita en el cine de Pilar Palomero, que pasa en lo formal por lo tradicionalmente «femenino». Sin embargo, lo realmente brillante y original de su manera de dirigir es la maestría para con la elipsis. Solo así, la realizadora aragonesa es capaz de regalarnos más de diez minutos de muchachas compartiendo su experiencia respecto a las semanas de espera, pero ni un solo fotograma abordando el parto. Artesana de lo honesto, Palomero levanta en «La Maternal», que compite en la Sección Oficial del Zinemaldia, una película sobre el embarazo adolescente visto a través de los ojos de una niña que apenas sabe que entra en la siguiente etapa de su vida. Ese poder editorial es el que convierte su segundo largometraje en una de las películas más potentes, sólida y sincera de la temporada.
La directora maña aprovecha esa fábula de la inconsciencia interrumpida para erigirse como una realizadora versada en las sutilezas: no se trata de construir un cuento de precaución moral, ni tampoco de ejercitar la ética desde la ausencia de prejuicios, sino de desnudar estos últimos, convertirlos en axiomas vacíos a través de lo empírico de las experiencias que las propias chavalas van describiendo.
Lejos de lo ideal
«Esta película me ha cambiado por dentro. Desde el primer momento me di cuenta de los prejuicios que tenía respecto a la maternidad adolescente. Todo eran reticencias. Mezclar adolescentes, embarazos… Me dio la sensación de que a la gente le produce desazón escucharlo. Es algo que veíamos cada vez que íbamos a vender la película. Y es absurdo, porque es algo que sigue existiendo, que está ahí aunque no miremos», explica Palomero a LA RAZÓN, meses después de ser también madre. «A medida que me iba adentrando en la temática, entendí todos los prejuicios con los que lidian estas chicas. Con ese juicio social que existe, sobre todo. Yo lo que he descubierto es que detrás de todo eso hay niñas, hay mujeres valientes, que se han tenido que enfrentar a situaciones muy lejos de lo ideal y que me han sorprendido por su fuerza», añade.
Así, en «La Maternal», la cámara nos lleva a adentrarnos -gracias a un magnífico trabajo de Julián Elizalde a la fotografía- en la vida de Carla (Carla Quílez), una niña de 14 años cuya pasión es el baile. Con una madre que apenas tiene tiempo para su cuidado, y en riesgo de exclusión social, la niña acaba en el centro barcelonés que da nombre a la película y en el que convive con otras jóvenes que viven, como pueden y las dejan, con un embarazo siendo menores de edad.
«El cásting es, quizá, el proceso que más hemos cuidado en toda la película. La mayoría de las chicas que aparecen están ante su primera experiencia como actrices. Todas fueron madres en su adolescencia y ahora tienen entre 18 y 20 años. Las conocí durante la fase de documentación y, a través de las conversaciones, hemos ido construyendo una confianza y casi una amistad», explica la directora sobre el pequeño coro de compañeras encinta que insufla experiencia en el personaje de Quílez, afectado inequívocamente por su contexto: «El componente de clase sí es importante. Lo siento así y lo vi muy de cerca en la documentación. Cómo se repiten una y otra vez los mismos patrones. Pero no solamente en este entorno, y eso es algo que también estaba en “Las niñas”. Ten demos a repetir, en cierto modo, los comportamientos que hemos heredado. Sentí la importancia de un centro como el de “La Maternal” porque representa una oportunidad para no repetir esos patrones. Y que eso sea transversal a todas no quita que Carla pase por esas circunstancias por su contexto, por vivir como vive. Hay más probabilidades porque hay menos educación sexual y emocional», completa la directora sobre una película con la que apunta a todo en el palmarés final. Allí arriba, esperan premios también películas como «Suro», la francesa «Winter Boy» o «The Wonder», la nueva película de Sebastián Lelio.