Una polémica que no era y un «porno» que apenas seduce
«Pornomelancolía» compite enredada en una discusión entre director y actor protagonista
El incendio era previsible, los bomberos, finalmente, no hicieron falta en la Concha. Tras el polémico arranque del Festival de San Sebastián, que eligió seguir proyectando la «Sparta» de Ulrich Seidl pese a las acusaciones al director alemán de no crear un «ambiente seguro» a los menores de edad de su película, la segunda polvareda del Zinemaldia llegaba con el pase oficial de «Pornomelancolía», del realizador argentino Manuel Abramovich. En la película seguimos a un joven mexicano que, harto de lidiar con las angustias a fin de mes, decide meterse a actor porno. El camino, por supuesto, será de descubrimiento, pero también de tristeza y de destrucción, como queriendo seguir la senda de lo explícito pero sin llegar nunca a la excusa de la casquería. Hay sutileza, hay desnudos, pero también hay demasiado conservadurismo estético.
El pasado agosto, su actor principal y protagonista, Lalo Santos, anunció el divorcio mediático con el director y rechazó la invitación del festival a la presentación del filme. Según declaró Santos en sus redes sociales, «hubo graves fallas en la planeación, además de falta de capacidad y sensibilidad por parte del director y la producción», en queja continua sobre las «condiciones» del rodaje. Según ha trascendido, Santos hacía referencia a las escenas de sexo explícito, en las que no se sintió del todo arropado y, en las que cree, han faltado medios: «Nunca hubo especialistas en salud mental como parte del equipo y ese fue un gran error».
En la rueda de prensa oficial de «Pornomelancolía», que provocó algunas que otras escapadas del Kursaal donostiarra, Abramovich respondió: «Es muy triste que Lalo no pueda estar aquí contestando las preguntas conmigo y expresando cualquier cosa que quiera expresar sobre las cosas que siente. Además de triste estoy desconcertado. No lo entiendo, me sigo haciendo preguntas», aclaró sin rehuir nunca la polémica.