La Razón (Cataluña)

Turismo funerario: 32 euros por visitar la tumba de Isabel II Los ingresos generados por las entradas se usarán para mantener la Colección Real

La capilla de San Jorge fue mandada construir por la reina en 1969 porque el deseo de su padre, Jorge VI, era descansar eternament­e junto a Isabel, la reina madre

- Elena Barrios. MADRID

ElEl lugar en el que descansan los restos mortales de la reina Isabel II ha sido marcado con una losa que la une, para la eternidad, con su adorado esposo el príncipe Felipe de Edimburgo, y con sus padres, Jorge VI y su esposa, Isabel, la reina madre. Isabel II, que falleció el pasado 8 de septiembre en el castillo de Balmoral (Escocia) a los 96 años, fue enterrada el pasado lunes durante una conmovedor­a ceremonia privada en la capilla conmemorat­iva de Jorge VI. Allí, una losa inscrita colocada en el suelo había sido marcada previament­e con los nombres de los padres de la soberana más longeva de la historia en letras doradas sobre mármol belga negro. Pero según publicó ayer el diario británico «Daily Mail», el Palacio de Buckingham reveló que se había instalado una nueva losa, durante la noche del mismo lunes, con los nombres de la difunta monarca, su esposo y sus padres junto con las fechas de su nacimiento y muerte. En orden puede leerse Jorge VI 1895-1952, Isabel 19002002, Isabel II 1926-2022 y Felipe 1921-2021.

Humilde anexo de piedra

Entre las dos parejas reales hay inscrita una sola Garter Star de metal, la insignia de la Orden de la Jarretera, la de caballería más antigua y noble del país. Los cuatro eran miembros de la orden y la Capilla de San Jorge, donde se encuentra la conmemorat­iva, su hogar espiritual. Un humilde anexo de piedra que se puede ver a través de una puerta de metal dentro de la Capilla de San Jorge, también contiene las cenizas de la hermana de Isabel II, Margarita.

Jorge VI falleció en febrero de 1952 a los 56 años, un momento que la reina siempre recordaba de forma privada en su finca de Sandringha­m. Su madre falleció a los 101 años, en marzo de 2002. La reina perdió a su hermana, la princesa Margarita, el mes anterior a los 71. El ataúd de Jorge VI se había colocado originalme­nte en la Bóveda Real. Pero como era su deseo descansar en su propia capilla con su esposa, su hija mayor construyó, en 1969, una que lleva su nombre. Su lugar de descanso estaba marcado por un libro negro con las inscripcio­nes «Rey Jorge VI 1895-1952» e «Isabel 1900-2002» en letras doradas. Las cenizas de la princesa Margarita se colocaron inicialmen­te en la Bóveda Real, antes de ser trasladada­s a la capilla conmemorat­iva cuando la reina madre murió semanas después.

Después de un histórico funeral de Estado en Londres y una ceremonia íntima en Windsor la tarde del lunes, el ataúd de Isabel II fue trasladado a la bóveda, pero luego se volvió a colocar junto con el del duque de Edimburgo, quien falleció en abril pasado a los 99 años. El público podrá ver el lugar de descanso eterno de la reina a partir de la próxima semana, pero tendrá que pagar por el privilegio, según revela el mismo rotativo inglés. La capilla, que actualment­e está cerrada, reabrirá a los visitantes el 29 de septiembre septiembre como parte de un recorrido general por el Castillo de Windsor con un costo de 28,50 libras esterlinas (unos 32,60 euros) para adultos, y 17 (15,50 euros) la entrada infantil. El castillo solo está abierto cinco días a la semana, de jueves a lunes, pero la capilla de San Jorge se encuentra cerrada al público únicamente los domingos, ya que es un lugar de culto.

Colección de arte única

Las visitas al castillo están a cargo de la Royal Collection Trust (RCT), una organizaci­ón benéfica, y un departamen­to de la Casa Real, por lo que la familia real británica no se queda con los beneficios. Los ingresos generados por las entradas y otras actividade­s comerciale­s se utilizan para el mantenimie­nto de la Colección Real, una de las más grandes e importante­s del mundo y una de las últimas grandes coleccione­s reales europeas que permanece intacta.

Con miles de obras de arte y antigüedad­es, la colección no es propiedad del rey como individuo

privado, sino que el soberano la mantiene en fideicomis­o para sus sucesores y la nación. Sus tesoros están repartidos entre unas quince residencia­s reales y antiguas residencia­s en todo el Reino Unido, la mayoría de las cuales están abiertas al público con regularida­d.

Sin embargo, puede sorprender que aquellos que deseen ver el lugar de descanso de la reina y presentar sus respetos tengan que pagar para hacerlo. Pero aseguran que el RCT es una organizaci­ón benéfica y que sufrió un déficit de 30 millones de libras (34.335.000 euros) como resultado de la pandemia de la Covid-19.

También es probable que exista preocupaci­ón de que la Capilla de San Jorge pueda masificars­e dado que hasta 250.000 personas acudieron a dar el último adiós a Isabel II, haciendo 14 horas de cola. Pero un portavoz de la Royal Collection Trust ha señalado que, para evitarlo, solo se venderán una cantidad limitada de entradas al día en franjas horarias de quince minutos.

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AP El rey Carlos III y sus hermanos, la princesa Ana, el príncipe Eduardo y el duque de York, durante el cortejo fúnebre
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Los cuatro hijos de Palau y Bosé, nacidos de un vientre de alquiler

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