Aragonès usa la autodeterminación para cerrar la crisis con Junts
► Actualiza la hoja de ruta en un debate de política general marcado por la división interna en el Govern
El independentismo llega fracturado y desnortado al debate de política general que hoy empieza en el Parlament, la cita política más importante del año. Pasada la Diada de la división y a las puertas del quinto aniversario del referéndum ilegal del 1-O, los dos partidos que conforman el Govern arrastran una severa crisis interna que les ha llevado a coquetear seriamente con la ruptura. Para tratar de cerrar la herida «in extremis», el president Pere Aragonès actualizará la hoja de ruta y usará la autodeterminación para llamar a un frente «amplio» y de «consenso» con una propuesta renovada que busca sumar también a los Comunes. De hecho, desde ERC aseguran que debe ser una iniciativa «paralela» a la mesa de diálogo –es decir, al margen– y a desarrollar en los «próximos meses».
«Cataluña volverá a votar, es inevitable», apuntó el president en la previa de la Diada, una advertencia que ya incidía en el contenido de su estrategia política. Eso sí, desde ERC evitan poner fecha ni fijar plazos para un referéndum a corto plazo y no sitúan su hipotética negociación en la mesa hasta 2024.
La pasada semana desde Washington, Pere Aragonès ya avanzó que formulará una «propuesta amplia por la autodeterminación», para que «la ciudadanía pueda votar», porque «es la mejor manera de resolver el conflicto político» y permite «sumar no solo» a los independentistas, sino también «a todos los demócratas». Es decir, extremará la gesticulación en el Parlament con la vista puesta en Junts, aunque los republicanos rehúyen el choque directo y los planteamientos unilaterales en esta nueva etapa y ante los sucesivos enfrentamientos internos que colecciona el independentismo.
Esquerra asume que ahora es el momento de presionar al Gobierno con la llamada «desjudicialización» del «procés» y exige a Pedro Sánchez avances concretos en la mesa de diálogo antes de que acabe el año. Para ello, cuentan de aliados a los Comunes –la facción catalana que cobija a Podemos–, que ya piden la reforma del delito de sedición a sus socios de la Moncloa. Y en este juego de equilibrios, Pere Aragonès posterga la negociación de un hipotético referéndum acordado en la mesa a 2024, aunque quiere lanzar en público el mensaje de que da pasos para «avanzar» en la cuestión territorial.
Sea como fuere, la propuesta del president llega en pleno conflicto abierto con Junts y después de que los posconvergentes exigieran un cambio de rumbo en su hoja de ruta. En concreto, desde el partido de Laura Borràs pusieron tres condiciones a los republicanos para evitar salir del Govern: constituir un nuevo Estado mayor del «procés», el sanedrín que preparó en la sombra el referéndum ilegal del 1-O; unidad independentista en el Congreso de los Diputados; y la negociación de la amnistía y la autodeterminación en la mesa de diálogo con el Gobierno de Pedro Sánchez.
Pero, ante el inmovilismo de los republicanos y la diferentes visiones que hay dentro de Junts –los sectores de Borràs y Puigdemont abogan por salir del Ejecutivo mientras que los consejeros, alcaldes y cargos orgánicos afines al secretario general, Jordi Turull quieren seguir–, en los últimos días la formación ha rebajado el tono del ultimátum fijado y la presidenta del partido matizó que el Debate de Política General servirá para ver «hacia dónde se dirige el curso político».
Esto se suma a que algunos dirigentes de Junts cuestionan que la consulta a la militancia deba preguntar necesariamente si hay que salir o no del Govern, por lo que es una incógnita qué pasos dará el partido si el Debate de Política General no disipa la crisis de la coalición con la propuesta de Aragonès a favor de la autodeterminación.
La cita, que hoy empieza y el viernes termina en el Parlament, también servirá para ver si el independentismo –ERC, Junts y la CUP– es capaz o no de votar alguna propuesta de resolución conjunta o se limitan a pactar con otros partidos medidas de corte sectorial, especialmente con los Comunes o el PSC.
El president sitúa este «frente amplio» paralelo a la mesa y rehúye la vía unilateral