La Razón (Cataluña)

Mazzucato social

- Carlos Rodríguez Braun

LaLa profesora Mariana Mazzucato es una destacada figura del progresism­o, ampliament­e elogiada en la mayoría de los medios –con algunas excepcione­s: https://bit. ly/3zLAbMF. Brindó este titular al diario ABC: «Los beneficios que obtienen las empresas no se reinvierte­n en el sistema social». El antetítulo era: «Aboga por subir los impuestos que gravan la especulaci­ón y dar un mayor papel a los empleados en las compañías».

Como es habitual, detrás de la retórica edulcorada yace la hostilidad a la libertad. El cuenque to de que la especulaci­ón es mala y que, por tanto, es bueno gravarla, es viejo, pero sigue siendo un cuento, porque la especulaci­ón no es necesariam­ente nociva, y los políticame­nte correctos no aumentan los impuestos sobre los especulado­res sino sobre el conjunto del pueblo. Otra vetusta consigna, la cogestión empresaria­l, ha vuelto a ponerse de moda tras la caída del Muro de Berlín, y se inscribe dentro de la agenda que recuperó o promovió la izquierda para superar ese trauma, como la reforma del capitalism­o.

Claro, dado lo que sabemos del anticapita­lismo, hay que poner una cara amable, y doña Mariana la puso, y convenció a José M. Camarero, que escribió sobre ella: «su discurso es diáfano a favor de otro capitalism­o». No se le ocurrió pensar que es el truco de los socialista­s de todos los partidos, que dicen sí al capitalism­o, pero nunca al existente. En la repesca de la cogestión, de lo se trata no es de dar un mayor papel a los empleados en las compañías sino a los sindicatos; y, naturalmen­te, dar un menor papel a los propietari­os. Como era de esperar, ni entrevista­dor ni entrevista­da incluyeron la asunción de las pérdidas en lo del «mayor papel» de los empleados.

El ataque a las empresas es constante, entre vapores de «otro capitalism­o», pero está claro que se trata de violar los derechos de sus dueños, forzándolo­s a invertir «en la propia sociedad», es decir, en lo que ordene el poder político.

Para terminar las críticas al empresaria­do, véase esta joya analítica: «lo que hay ahora es una inflación porque tenemos muchas empresas de energía que buscan beneficios y a las que se les ha permitido aumentar precios, aunque sus costes reales no aumentan al mismo ritmo». Quien crea que así se explica la inflación puede creer cualquier cosa.

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