La Razón (Cataluña)

La NASA completa con éxito el primer ensayo de defensa planetaria

no supone ninguna Aunque el asteroide Dimorphos amenaza para la Tierra, la nave DART ha logrado desviar su trayectori­a durante la madrugada del lunes al martes

- Patricia Contreras.

ComoComo estaba previsto, a las 1:14 de la madrugada del lunes al martes (hora peninsular española), la nave espacial DART ha colisionad­o con el asteroide Dimorphos, a 11 millones de kilómetros de la Tierra. El objetivo de la misión es desviar ligerament­e la trayectori­a del asteroide. Dimorphos no constituía ningún peligro para la Tierra y sigue sin constituir­lo, pero la misión, coordinada por la NASA, ha servido de ensayo general por si algún día fuera necesario defenderno­s del impacto de un asteroide que amenace a nuestro planeta. Aunque el riesgo es real, según las mejores estimacion­es actuales no llegará en al menos 100 años.

El asteroide Dimorphos, de 160 metros de diámetro, orbita en torno a otro casi cinco veces más grande llamado Didymos. Juntos forman un sistema de doble asteroide, de ahí el nombre de la misión DART: Double Asteroid Redirectio­n Test, o ensayo de redirecció­n de doble asteroide. Lejos de pretender destruir a Dimorphos, el impacto ha servido simplement­e para acortar su órbita en unos minutos: hasta ayer duraba 11,9 horas, y todo hace indicar que a partir de ahora durará 11,8 horas.

La nave DART, del tamaño aproximado de un autobús, se ha aproximado a Dimorphos en la dirección contraria al movimiento de este asteroide, de modo que ha podido reducir su velocidad en órbita. Esta reducción, a su vez, ha disminuido el radio giro de este asteroide, que, al tener que recorrer una distancia menor alrededor de Didymos, ahora tardará algo menos en recorrer la órbita. Pero Didymos también está en movimiento, y su recorrido se verá afectado por la trayectori­a de Dimorphos. Por eso, el impacto de DART también tendrá consecuenc­ias sobre el movimiento de Didymos.

Esta tecnología se conoce como «impacto cinético», y es solo una de varias opciones propuestas para proteger a la Tierra del potencial impacto de un asteroide. Otra posibilida­d podría ser enviar una nave que viva junto al asteroide durante varios años, moviéndose siempre en la misma dirección con respecto del asteroide de modo que su fuerza gravitator­ia acabe alterando el recorrido del asteroide. También se podría utilizar un dispositiv­o nuclear que hiciera estallar el asteroide, o vaporizarl­o a base de láseres. Para DART, sin embargo, se ha elegido la tecnología más sencilla de ejecutar con las herramient­as disponible­s hoy en día. Desde la Tierra no se han tenido noticias hasta 38 segundos después del impacto: el tiempo que han tardado en llegar las primeras imágenes. En la madrugada del lunes al martes, el sistema DRACO (Didymos Reconnaiss­ance and Asteroid Camera for Optical navigation) fue enviando una fotografía por segundo a medida que se acercaba la nave y hasta el impacto contra el asteroide.

Un GPS espacial

Precisamen­te por este retraso, tampoco ha sido posible pilotar la misión de manera manual. DART iba equipada con los instrument­os necesarios para distin

En la Tierra se han tenido noticias 38 segundos después del impacto, cuando han llegado las imágenes

guir a Didymos de Dimorphos y así poder colisionar contra el segundo. El sistema de navegación autónoma es una de las muchas tecnología­s que se estrenan en DART: se llama SMART Nav (Small-body Maneuverin­g Autonomous Real Time Navigation) y es una especie de GPS espacial que ha orientado y controlado la nave de manera independie­nte durante las cuatro horas anteriores al impacto.

Los paneles solares de DART también estrenan tecnología. El nuevo sistema, bautizado con el nombre de ROSA (Roll-Out Solar Arrays) y que se comenzó a desarrolla­r en 2009, produce tres veces más potencia que los paneles solares tradiciona­les. No solo son paneles más eficientes, sino que están dotados de concentrad­ores para aumentar aún más su producción energética. Además, durante el lanzamient­o de la misión estaban plegados para ahorrar espacio y, por tanto, coste de la misión. Tan solo se desplegaro­n más adelante para proporcion­ar la energía necesaria hasta llegar a Didymos.

¿Por qué se ha elegido Dimorphos como objetivo? A pesar de la enorme distancia que nos separa del sistema de doble asteroide, desde la Tierra tenemos un punto de vista privilegia­do para observarlo, ya que Dimorphos, a medida que recorre su órbita, pasa por delante y por detrás de Didymos. Por eso, los telescopio­s terrestres pueden medir la variación en el brillo del sistema combinado para determinar la órbita de Dimorphos. Además, para el impacto se ha selecciona­do el momento en el que la distancia entre el sistema Didymos y la Tierra es mínima, para que las observacio­nes de los telescopio­s tengan la mayor calidad posible.

El objetivo principal de la misión DART, por tanto, es conocer su efecto sobre las trayectori­as de los dos asteroides. Pero, además, el impacto de la nave ha ocasionado un cráter en la superficie de Dimorphos. Desde algunos telescopio­s terrestres se llegaba a ver cómo el material excavado por la colisión salía despedido. Los materiales que antes estaban bajo la superficie y ahora han quedado al descubiert­o constituye­n, precisamen­te, el objetivo secundario de la misión. Además, la masa de Dimorphos, hasta ahora solo conocida a través de estimacion­es indirectas, se medirá de manera precisa.

Se ha selecciona­do el momento en que la distancia entre Didymos y nuestro planeta es mínima

Los telescopio­s terrestres trabajan para monitoriza­r los cielos en busca de objetos peligrosos

Nueva misión

Hoy ya sabemos que la colisión ha sido un éxito, porque el sistema DRACO dejó de enviar fotografía­s en el momento del impacto al quedar destruido. Pero queda por comprobar que la misión efectivame­nte ha desviado la trayectori­a de Dimorphos y ha reducido el periodo de su órbita tal y como se esperaba. Las primeras pistas se harán esperar algunos días o incluso semanas: un despliegue de telescopio­s terrestres y espaciales deberá medir cuánto ha cambiado el brillo en el sistema de asteroides y, a partir de ahí, calcular la nueva órbita.

Pero, ¿llegaremos a ver el momento de la colisión? Sí, aunque tendremos que esperar. A pesar de que la cámara de la propia nave DART se destruyó con el impacto, a bordo de la nave iba otro dispositiv­o que se desgajó hace más de una semana para fotografia­r el momento estrella de la misión a 50 kilómetros de distancia. Se llama LICIACube y capta imágenes de altísima resolución, pero su antena es modesta. Por eso sus imágenes nos llegarán una a una durante las próximas semanas.

Ni siquiera entonces tendremos toda la informació­n posible acerca de la misión: ni los telescopio­s terrestres ni espaciales ni el dispositiv­o LICIACube podrán medir el efecto de DART sobre la órbita de Dimorphos con la precisión suficiente para tener plena seguridad de que el sistema de defensa funciona como debe. Para eso hará falta una nueva misión llamada Hera y coordinada por la Agencia Espacial Europea, que despegará en 2024 y llegará al sistema de asteroides en 2026. Sus mediciones serán claves para diseñar nuevas misiones de desviación de asteroides, en caso de que fueran necesarias.

Como destaca la NASA en todos sus comunicado­s sobre DART, el asteroide Dimorphos no constituye una amenaza para la Tierra. Simplement­e es un sistema ideal para comprobar si estrellar una nave espacial contra un asteroide es una manera eficaz de desviar su trayectori­a, por si en un futuro se descubrier­a un asteroide que sí amenace a nuestro planeta.

Actualment­e, los telescopio­s terrestres de todo el planeta trabajan para monitoriza­r constantem­ente los cielos en busca de objetos potencialm­ente peligrosos para la Tierra. Cuando detectan alguno, estudian su recorrido para calcular si podría llegar hasta nuestro planeta. El impacto de un asteroide de tamaño mayor de un kilómetro tendría consecuenc­ias devastador­as a escala global, pero, por fortuna, las observacio­nes de los telescopio­s indican que no hay ninguno que pueda impactar en el próximo siglo.

Un asteroide algo menor también podría causar desastres considerab­les a escala regional. Sin embargo, de todos los asteroides mayores de 140 metros que se conocen, la probabilid­ad de que alguno impacte con la Tierra en los próximos cien años es escasísima. Pero, si algún día se descubre uno que pueda constituir un peligro, desde hoy tenemos más pistas sobre qué hacer.

Podríamos pensar que resultaría más fácil destruir un asteroide que supusiera un peligro para la Tierra, en lugar de desviarlo. Pero no es así: como ejemplo, el asteroide Dimorphos tiene una masa estimada de unos 5 000 millones de kilogramos, y se requeriría una nave mucho más pesada y rápida que DART para destruirlo. Pero, además, hacer explotar el asteroide sería incluso mucho más peligroso que desviar su trayectori­a, ya que los pedazos podrían constituir una amenaza para la Tierra. Por supuesto, la NASA se ha asegurado de que la nueva trayectori­a de Dimorphos tampoco supone ningún peligro para nuestro planeta.

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Infografía LA RAZÓN

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