«Niemann ha hecho trampas» J. Aguado. MADRID
► Magnus Carlsen habla por fin de la polémica en el ajedrez y, sin pruebas, sigue con sus acusaciones
No hay solución ni final para la polémica de Magnus Carlsen y su guerra contra Niemann. El campeón noruego, por fin, ha hablado, muchos días después de, veladamente, acusar a su rival de hacer trampas y dejarse perder más tarde una partida contra él. Aunque al principio casi todo el mundo estuvo a favor de Carlsen, el paso de los días y la falta de pruebas hizo que creciesen las críticas hacia él, por tirar la piedra y esconderse, por no presentar ni una prueba, por no decir ni una palabra acerca de su comportamiento. Hasta ahora: «En la Copa Sinquefield 2022 tomé la decisión profesional sin precedentes de retirarme del torneo después de mi partida de la tercera ronda contra Hans Niemann. Una semana más tarde, en el Champions Chess Tour, renuncié contra Hans Niemann después de hacer solo un movimiento», dice el ajedrecista.
Asegura que antes de empezar la partida tuvo dudas de presentarse: «Sé que mis acciones han frustrado a muchos en la comunidad ajedrecística. Yo estoy frustrado. Quiero jugar al ajedrez. Quiero seguir jugando al ajedrez al más alto nivel en los mejores eventos», cuenta acerca de cómo se siente. «Creo que las trampas en el ajedrez son un gran problema y una amenaza existencial para el juego. También creo que los organizadores de ajedrez y todos los que se preocupan por la santidad del juego que amamos deberían considerar seriamente aumentar las medidas de seguridad y los métodos de detección de trampas sobre el tablero. Cuando Niemann fue invitado en el último minuto a la Copa Sinquefield 2022, consideré seriamente retirarme antes del evento. Al final opté por jugar», continuaba.
Pero lo hizo y se arrepintió mientras jugaba. Porque no se fía de su rival. «Creo que Niemann ha hecho más trampas y más recientemente de lo que ha admitido públicamente. Su progreso sobre el tablero ha sido inusual. A lo largo de nuestra partida en la Copa Sinquefield tuve la impresión de que no estaba tenso o incluso totalmente concentrado en el juego en posiciones críticas, mientras me superaba de una manera que creo que solo un puñado de jugadores puede hacer. Esta partida contribuyó a cambiar mi perspectiva», insiste, por si alguien pensaba que se iba a arrepentir o cambiar de opinión. No necesita pruebas o no las tiene, pero acusa igual. «Debemos hacer algo con respecto a las trampas y, por mi parte, en el futuro no quiero jugar contra gente que ha hecho trampas repetidamente en el pasado, porque no sé lo que son capaces de hacer en el futuro».
Asegura que no cuenta todo lo que le gustaría contar: «Hay más cosas que me gustaría decir. Por desgracia, en este momento estoy limitado en lo que puedo decir sin el permiso explícito de Niemann para hablar abiertamente. Hasta ahora solo he podido hablar con mis actos, y esos actos han dejado claro que no estoy dispuesto a jugar al ajedrez con Niemann. Espero que la verdad sobre este asunto salga a la luz, sea cual sea», termina su acusación, en la línea de las reacciones que ha tenido estas largas semanas.
Niemann no ha respondido porque ya lo dijo todo después de la famosa partida de Sinquefield. Ahí aseguró que sí había hecho trampas en su juventud, cuando jugaba en línea, pero que después no ha hecho más y que estaba dispuesto a jugar desnudo si hace falta. La postura de Niemann es complicada, porque no hay pruebas contra él, pero las palabras de Carlsen pesan mucho. Obligan a todo el mundo a movilizarse y él, hasta que se demuestre lo contrario, está en la posición más débil. Porque ahora se debate sobre trampas y tramposos y la sombra de Niemann está detrás: «¿Pueden la FIDE o los organizadores obligar a los mejores jugadores a jugar contra rivales que fueron sorprendidos haciendo trampa en el pasado? Incluso si es legal, ¿deberían la FIDE o los organizadores de ajedrez obligar a los mejores jugadores a jugar contra los tramposos descubiertos?», ha escrito la jugadora Susan Polgar.
«Creo que las trampas son un gran problema y una amenaza existencial para el juego»