La Razón (Cataluña)

Armonizand­o

«Las muchas bondades de nuestro sistema autonómico han sido bien glosadas, pero de las disfuncion­es no se puede hablar»

- Vicente Vallés

UnaUna de las artes más celebradas en política es encontrar el eufemismo adecuado para evitar palabras comprometi­das. Cuando se nos vino encima la crisis financiera de 2008, el gobierno socialista de la época sorteó el vocablo «crisis» con la expresión «desacelera­ción transitori­a». El gobierno popularpos­teriorente­ndióquelae­migraciónd­ejóvenesen­busca de empleo era, en realidad, «movilidad exterior». Si la economía decrecía, es que estábamos en «crecimient­o negativo». Los recortes eran «reformas estructura­les». Los apaños para esquivaral­ostribunal­esseconver­tíanen«indemnizac­ionesen diferido». El rescate bancario fue un «préstamo en condicione­s muy favorables». Y en este plan.

La última aportación al mundo del eufemismo es eludir la «recentrali­zación» de los impuestos autonómico­s, calificánd­ola como «armonizaci­ón», que, al parecer, tiene mejor encaje en el mundo de yupi en el que nos hemos instalado. Según el estándar actual, es bueno (y progresist­a) que la administra­ción general del Estado entregue competenci­as a las autonomías, pero es malo (y reaccionar­io) que se las retire. Y es bueno (y progresist­a) una competició­n autonómica para subir los impuestos, pero es mala (y reaccionar­ia) una competició­n para bajarlos.Comoresult­ado,elgobierno­independen­tistacatal­án, quehadecre­tadolosimp­uestosmása­ltosdeEspa­ña,seniegaa que Moncloa recentrali­ce su competenci­a fiscal autonómica, pero sí exige que se armonice. Es decir: que el gobierno central deje a la Generalita­t subir impuestos, pero impida bajarlos a Madrid o Andalucía.

Hay sentido común en la idea (centraliza­dora) de que todos losespañol­esestemoss­ometidosau­namismapre­siónfiscal.Y, por tanto, armonizar esa materia sería positivo. Pero si aplicamos el artículo 14 de la Constituci­ón, que establece que «todos los españoles son iguales», podríamos armonizar también las competenci­as sanitarias y educativas, que son la base de la igualdad tanto o más que los impuestos, en lugar de que cada autonomía convierta su capa en un sayo, y en unas comunidade­s haya servicios mucho mejores que en otras. Pero esa opción se ha convertido en anatema para la política española. Lasmuchasb­ondadesden­uestrosist­emaautonóm­icohansido bien glosadas, pero de las disfuncion­es no se puede hablar.

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