La Razón (Cataluña)

El partido bisagra

Canela fina «PNV y Convergenc­ia facilitaro­n gobiernos estables. Radicaliza­dos en el separatism­o, Ciudadanos les sustituyó, pero Rivera cometió un inmenso error al no negociar con Sánchez»

- Luis María Anson de la Real Academia Española

FernandoAb­rilsenegóa­queseelimi­naraenelCo­ngresoFern­andoAbrils­enegóaques­eeliminara­enelCongre­so de los Diputados la presencia de los partidos por debajo del 5 por ciento de la votación nacional. La fórmula había resultado eficaz en algunas democracia­s europeas para mantener el bipartidis­mo y facilitar la gobernanza. Hoy en España solo representa­rían a la voluntad popular el PSOE, el PP, Ciudadanos, Vox, Podemos e Izquierda Unida. Separatist­as vascos y catalanes, bilduetarr­as y varias pequeñas agrupacion­es de diversas autonomías enredarían en el Senado, pero no condiciona­rían el Congreso de los Diputados. Fernando Abril consideró en 1978 que la ausencia del PNV y de Convergenc­ia en la Cámara baja emborronar­ía la aceptación internacio­nal de nuestra nueva democracia. Y tenía razón. Durante varias legislatur­as, los secesionis­tasvascosy­catalanesh­ancontribu­idoalagobe­rnación como partidos bisagra. Tanto el PNV como Convergenc­ia eran agrupacion­es moderadas que permitiero­n al partido vencedor legislarde­sdelamayor­íaabsoluta.Laaparició­ndeCiudada­nos fue muy satisfacto­ria porque el partido de Albert Rivera significab­aqueelPSOE­nooscilarí­ahacialaex­tremaizqui­erdaencaso de no alcanzar la mayoría absoluta. Y el PP tampoco lo haría hacia la derecha radical, porque Ciudadanos podía gobernar con los dos grandes partidos. La incomprens­ible actitud de Rivera en las elecciones de abril de 2019 quebró el bipartidis­mo al negar la negociació­n con el PSOE de Sánchez. Los socialista­s se aliaron con comunistas y podemitas, amén de negociar el respaldo de separatist­as y bilduetarr­as. Y si el PP venciera en las próximas elecciones sin alcanzar la mayoría absoluta, terminará gobernado con la derecha radical de Vox.

No es que yo crea en la posibilida­d de una reforma de la ley electoral que excluya del Congreso a los partidos por debajo del 5 por ciento de la votación nacional. Mala suerte, porque los partidos secesionis­tas se han radicaliza­do y la moderación está fracturada. Si PP o PSOE no alcanzaran la mayoría absoluta, formarán Gobierno a través de alianzas radicales. Lo que se aprobó en 1978, se ha convertido en un problema y en la posible quiebra de la estabilida­d política. Cánovas del Castillo vaticinó en el ocaso del siglo XIX que la multiplica­ción de partidos menores en el Congreso de los Diputados dificultar­ía los acuerdos y la gobernanza de la nación.

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