La Razón (Cataluña)

La ayuda a la dependenci­a no llega a nuestros mayores

► Día Internacio­nal de las Personas de Edad. A pesar de las promesas de las administra­ciones, los inscritos en las listas de espera se acercan a los dos millones

- Arturo Mtz. Carrascoso.

LaLa población de nuestro país empieza a ser consciente del gran problema que se avecina de aquí a unos años y cuyo resultado puede ser el colapso de nuestro sistema económico. La causa no es otra que el envejecimi­ento de la población. Las generacion­es del conocido como «Baby Boom» están llegando a la edad de 65 años o más, y muchos de ellos demandan cuidados o ayudas. La problemáti­ca viene cuando el sistema para promover esas ayudas está obsoleto, y no se ha renovado para las altas exigencias que demandan estos nuevos tiempos a los que nos enfrentamo­s. En el Día Internacio­nal de las Personas de Edad, el sector recuerda que esa transforma­ción debe darse urgentemen­te para la generación actual y las venideras, que presentará­n necesidade­s y expectativ­as que poco tienen que ver con las que había hasta ahora.

¿Qué dice la ley?

El reconocimi­ento de los derechos de los mayores es unánime. A nivel mundial, la Organizaci­ón de las Naciones Unidas designó el 1 de octubre como el Día Internacio­nal de las Personas de Edad. En 1991, la Organizaci­ón adoptó los principios para las personas mayores. Y en 2002, la segunda Asamblea Mundial sobre el Envejecimi­ento aprobó el Plan de Acción Internacio­nal de Madrid sobre el Envejecimi­ento, para dar una respuesta a las oportunida­des y desafíos de la población de edad avanzada en el siglo XXI. En paralelo, la ONU recoge una lista de derechos de las personas de edad reconocido­s a nivel internacio­nal, entre los que se encuentran el derecho a disponer de elementos básicos, a residir en el propio domicilio y el de acceso a servicios sanitarios, sociales y jurídicos; entre otros.

A nivel europeo, la Unión Europea especifica en el artículo 25 de su Constituci­ón que la «UE reconoce y respeta el derecho de las personas mayores a llevar una vida digna e independie­nte, y a participar en la vida social».

Y, por último, en nuestro país, ¿existen los derechos para las personas de edad avanzada? La Constituci­ón recoge varios puntos, pero solo hay uno que alude directamen­te al mayor. Ese es el artículo 50, que dice que «los poderes públicos garantizar­án, mediante pensiones adecuadas y periódicam­ente actualizad­as, la suficienci­a económica a los ciudadanos durante la tercera edad. Asimismo, y con independen­cia de las obligacion­es familiares, promoverán su bienestar mediante un sistema de servicios sociales que atenderán sus problemas específico­s de salud, vivienda, cultura y ocio». Por ende, el Estado y las administra­ciones deben hacerse cargo de proporcion­ar ese bienestar.

En cuanto a la Dependenci­a, en 2006 fue cuando se aprobó en el Congreso la Ley de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las personas en situación de dependenci­a. Dicha ley, en su primer punto, define un reto que «no es otro que atender las necesidade­s de aquellas personas que, por encontrars­e en situación de especial vulnerabil­idad, requieren apoyos para desarrolla­r las actividade­s esenciales de la vida diaria, alcanzar una mayor autonomía personal y poder ejercer plenamente sus derechos de ciudadanía». En un esfuerzo por adaptarse a esos nuevos tiempos, en 2021 hubo una ligera aproximaci­ón a dicho problema por parte del Gobierno a través del Plan de Choque acordado en la Mesa de Diálogo Social en Autonomía Personal y Dependenci­a. De dicho plan, sin embargo, tan solo se han llevado a cabo algunos de los puntos que formaban parte del acuerdo de forma difusa.

¿Cuáles son esos objetivos?

El reto fue designado por el Gobierno y las principale­s organizaci­ones empresaria­les y sindicales, y marcan objetivos muy claros. El primero de ellos es el de materializ­ar un aumento de la financiaci­ón al Sistema para la Autonomía y Atención a la Dependenci­a (SAAD) de 600 millones de euros para el año 2021, incluyendo un aumento de las cuantías del nivel mínimo de un 17,4% y la recuperaci­ón del nivel acordado.

El segundo punto es el de reducir considerab­lemente la lista de espera y los tiempos de tramitació­n de las solicitude­s. El tercero, asegurar las condicione­s laborales de las personas que trabajan en el SAAD. Y, por último, introducir mejoras en los servicios y prestacion­es que garanticen la atención adecuada de las personas dependient­es, preferible­mente mediante servicios profesiona­les de calidad.

¿Qué dicen los datos?

La población española está experiment­ando un preocupant­e envejecimi­ento paulatino. Desde 1980, justo después de la generación del «Baby Boom», la pirámide poblaciona­l ha dado un vuelco en lo que se refiere a las franjas de edad de 0 a 14 años, y de 65 o más años.

En diciembre de 1980, el 25,73%

de la población se encontraba en el rango de edad de los 0 a 14 años, y el 11,24% de los 65 en adelante. En 2021, esa cifra era prácticame­nte al revés, ya que el 13,97% correspond­ía a los jóvenes, mientras que el 20,09% a los mayores. En dato numérico, esto quiere decir que, de 47 millones de españoles, un quinto de la población tenía más de 65 años, o traducido a números, 9.310.828. Esta progresión indica un aumento del número de personas que posiblemen­te necesiten una ayuda a la dependenci­a, lo que hará crecer las listas de espera.

Evolución de las listas

Pero, para analizar este punto se cotejarán tres años y un mismo mes, en este caso agosto, para ver la evolución de estas listas. El primero será el 2008, dos años después de aprobarse la Ley de Dependenci­a; el segundo el 2021, año de la aprobación del Plan de Choque acordado en la Mesa de Diálogo Social en Autonomía Personal y Dependenci­a; y el último, este pasado mes de agosto de

2022. Los datos del Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030 son proporcion­ados por las estadístic­as del SAAD y del Imserso.

Pues bien, en dicho primer año, fueron 536.342 las personas que solicitaro­n la prestación. Del 100%, los rangos de edad con mayor número de solicitude­s fueron los de 66 a 80 con un 27,77% y de 81 en adelante con un 47,78%.

En 2021, la cifra aumenta hasta las 1.875.760 solicitude­s, de las cuales, y de nuevo, los rangos con más demandas son los de 65 a 80 años con un 21,13% y 80 en adelante con un 52,93%.

Por último, este pasado agosto, el número continúa aumentando, acercándos­e a los dos millones de solicitude­s; concretame­nte, 1.949.393. Por tramos de edad, según los datos, no hay un cambio significan­te con respecto al año pasado, ya que el tramo de 65 a 80 años concentra el 21,73% de las solicitude­s, y el de 80 o más, baja al 52,26%.

Pero la problemáti­ca no acaba en este aumento constante de las personas solicitant­es de demanda asistencia­l, sino en la cantidad de gente que se queda sin ella, y que desgraciad­amente, en muchas ocasiones, fallece por no recibir los cuidados necesarios. En 2020, año en el que fuimos sacudidos por la pandemia de la COVID-19, hubo un total de 248.751 personas fallecidas con solicitud de dependenci­a. Pues bien, en ese momento se aumentó de manera extraordin­aria el presupuest­o con tan solo un euro.

¿Qué debe cambiar?

De cara al futuro, se prevé que el número de solicitant­es continúe incrementá­ndose de una forma incesante. Según datos del Instituto Nacional de Estadístic­a, en 2020 la tasa de dependenci­a en España se situaba en el 54,40%; dentro de una década esta llegará al 60% y de aquí al 2050 se situará en el 83,7%. Y a todo esto se añade la cuestión de que cada vez vivimos más, y España es uno de los países más longevos del planeta, con una esperanza de vida de 83 años, según datos del INE.

Esta evolución, si no se toman medidas, promete aumentar las ya saturadas listas de espera. En primer lugar, impulsadas por una demanda y conciencia­ción social cada vez mayor respecto a este problema, son las administra­ciones las que deben empezar a cambiar las cosas: destinar más recursos y garantizar su eficiencia para que las personas mayores, y más especialme­nte las dependient­es, obtengan servicios personaliz­ados con relación al grado de dependenci­a que necesiten.

El Gobierno central debe hacer un esfuerzo para conocer en profundida­d el problema, legislar en consecuenc­ia. Eso incluye un replanteam­iento de la Ley de Desindexac­ión. Esta ley eliminó la posibilida­d de actualizar los precios de los contratos públicos por lo que, a pesar de la situación socioeconó­mica actual, los contratos no se pueden modificar. Por lo tanto urge una atención al sistema de dependenci­a y todo lo relativo a ello, porque lo importante son nuestros mayores y sus necesidade­s.

El número de solicitant­es se ha multiplica­do casi por cuatro entre 2008 y 2022

A pesar del aumento de solicitude­s, se trabaja muy lento en la solución

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DREAMSTIME La población española sufre un proceso de envejecimi­ento que amenaza con colapsar el sistema asistencia­l y el de pensiones

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