La Razón (Cataluña)

La sombra de la polio, de vuelta en los países desarrolla­dos

► La reaparició­n de este virus en aguas residuales de Estados Unidos, Reino Unido e Israel pone a prueba la efectivida­d de la vacunación

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SoloSolo en este año 2022 ha habido brotes de gripe aviar, cólera, fiebre amarilla, polio, dengue, sarampión, ébola, viruela del mono y hepatitis aguda infantil, además del omnipresen­te SARS-CoV-2. Cada uno en su propia medida ha suscitado la preocupaci­ón a nivel internacio­nal, y ha tenido sus causas y consecuenc­ias.

Los contagios de sarampión han aumentado hasta un 80% en todo el mundo a lo largo de este año, algo que la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS) y la agencia de la ONU para la Infancia (Unicef) han atribuido, sobre todo, a la interrupci­ón de las campañas de vacunación infantil por la pandemia de covid, especialme­nte en países pobres, como Zimbawe.

Las vacunacion­es contra el tifus y la polio también se han visto alteradas estos últimos dos años, por lo que las dos agencias de la ONU también temían que, tras la covid, se dieran brotes –e incluso epidemias– de estas otras infeccione­s, que son totalmente prevenible­s con la vacuna.

Guerras y conspiraci­ones

La historia de la poliomieli­tis, en concreto, parecía hasta la fecha un caso ejemplar de éxito de la ciencia. A principios de este año, los expertos en salud mundial estaban entusiasma­dos: la erradicaci­ón erradicaci­ón de la poliomieli­tis, un enemigo centenario que ha paralizado a legiones de niños en todo el mundo, parecía estar muy cerca.

Solo dos países no habían logrado erradicar el poliovirus salvaje: Pakistán y Afganistán. Por razones tan diversas como el fanatismo religioso, la despreocup­ación política, la falta de acceso a servicios sanitarios –especialme­nte en las poblacione­s de montaña dominadas por los talibanes– e incluso una que parece sacada del guion de una película de Hollywood. Se trata de la desconfian­za en las vacunas que provocó una falsa campaña de vacunación contra la hepatitis B que tuvo lugar en 2011. Esta campaña fue organizada por la Agencia Central de Inteligenc­ia (CIA) como una tapadera para intentar localizar al entonces líder de Al Qaeda, Osama Bin Laden. Un médico local colaboró con los servicios de inteligenc­ia de Estados Unidos para, mientras vacunaba, adquirir muestras de ADN de niños de Abbottabad, Pakistán, donde se sospechaba que se podía ocultar Bin Laden. La idea era detectar a familiares cercanos al terrorista –tenían como referencia el ADN de su hermana fallecida un año antes en EE UU– y así confirmar que se encontraba escondido en esa zona.

Esta estrategia de la CIA fue desvelada por «The Guardian» meses después. Varios líderes religiosos emitieron edictos en los que relacionab­an las campañas de vacunación con actividade­s encubierta­s de los americanos, y se sembró el germen para el fracaso de cualquier campaña de vacunación.

Volviendo a 2022, Pakistán no había registrado casos en más de un año, y Afganistán solo había notificado cuatro. Pero la erradicaci­ón completa es un objetivo muy complicado en un mundo con tantas desigualda­des en el acceso a la sanidad y la vacunación. La covid nos ha refrescado la memoria con respecto a una máxima que funciona igual para todos los patógenos: el virus debe desaparece­r de todas las partes del mundo, independie­ntemente de las guerras, el desinterés político, los déficits de financiaci­ón y las teorías de la conspiraci­ón–antivacuna­s y demás negacionis­tas–.

«El hecho de que el virus asome en un solo país puede hacer que se tambalee un esfuerzo titánico de décadas», señala Rafael Bengoa, ex director del Servicio de Salud de la OMS. Y esto es lo que

«El hecho de que el virus aparezca en un solo país pone en riesgo el esfuerzo titánico de años»

«Por cada caso de polio con parálisis que se notifique, puede haber cientos de infectados»

ha pasado en 2022. En febrero, Malawi anunció su primer caso en 30 años, una niña de tres años que quedó paralizada tras infectarse con un virus que parecía proceder de Pakistán. El propio Pakistán informó sobre 14 casos.

En marzo, Israel notificó su primer caso desde 1988. En junio, las autoridade­s británicas declararon un «incidente de preocupaci­ón nacional» al descubrir el virus en las aguas residuales. Cuando, en agosto, la ciudad de Nueva York detectó la presencia de un poliovirus con el potencial de causar parálisis también en las aguas residuales, el mundo se puso en alerta. «Con la polio, simplement­e no podemos dejar las cosas al azar», señaló la responsabl­e del Departamen­to de Salud de Nueva York, Mary Bassett, en un comunicado. «Por cada caso de polio con parálisis que se observe pueden existir cientos de personas infectadas», agregó.

Las razones por las que el virus de la polio salvaje ha podido llegar a estos países están bastante claras. «Los virus también viajan en avión, como las personas. Una persona provenient­e de un país endémico que no está inmunizada, o que lo está con la vacuna oral (que contiene el patógeno atenuado y que provoca reversión en 1 de cada 60.000 casos) puede llevarlo a otro país y provocar que se produzca un brote entre población que no esté vacunada» señala Estanislao Nistal, virólogo y profesor de inmunologí­a de la Universida­d San Pablo-CEU, de Madrid.

Aunque los datos oficiales en Estados Unidos señalan que hay un 93% de cobertura vacunal, la realidad es distinta. «Hay mucha población latina y afroameric­ana que no tiene acceso a la vacunación. Por eso es peligroso. La clave para que esto no suceda es que tengamos una cobertura total en la infancia. La vacunación de la polio está en el calendario vacunal infantil de la mayor parte de los países del mundo, pero en algunos de la propia Europa, como Austria, Alemania, Francia y los estados del Este, el movimiento antivacuna­s tiene un peso importante, lo que resulta en que muchos niños no se vacunen, no solo de la polio, sino de enfermedad­es como el sarampión, la rubeola, o la propia covid», concluye el epidemiólo­go y ex director de acción sanitaria de la OMS, Daniel López Acuña.

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Fuente: Comité Asesor de Vacunas de la Asociación Española de Pediatría (AEP) y elaboració­n propia
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EFE Un sanitario administra una vacuna contra la polio en Kabul, Afganistán

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