La Razón (Cataluña)

Una reforma lenta

Opinión Antonio Pelayo

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SeSe cumplen estos días nueve años de la primera reunión del llamado C9: el grupo de nueve cardenales que, apenas elegido, Francisco convocó para ayudarle en el gobierno de la Iglesia universal y en la reforma de la Curia Romana. A lo largo de los años se han reunido más de cincuenta veces, siempre presididos por el Papa y trabajado con cierta parsimonia hasta elaborar una nueva Constituci­ón Apostólica que sustituyes­e a la «Pastor Bonus» de Juan Pablo II.

La «Praedicate Evangelium», publicada el 19 de marco, entró en funciones el 5 de junio, día en que la Iglesia celebró este año la fiesta de Pentecosté­s. Después de la pausa veraniega han empezado a realizarse algunas de las reformas previstas. Han sido fusionados en un solo organismo la Congregaci­ón para la Educación y el Consejo para la Cultura; el nuevo dicasterio ha sido confiado al cardenal portugués José Tolentino de Mendonça, hasta ahora biblioteca­rio de la Iglesia romana. Su colega el eslovaco-canadiense Michail Czerny ha presentado el nuevo organigram­a del Dicasterio al servicio del Humanismo Humano Integral. Por ahora son cambios menores.

El más importante y esperado es la unión de la Congregaci­ón para la Evangeliza­ción de los Pueblos, cuyo prefecto es el cardenal filipino Tagle, con el Pontificio Consejo para la Nueva Evangeliza­ción presidido por Monseñor Fisichella. El organismo será el más importante de la Curia, por encima de la Congregaci­ón para la Doctrina de la Fe que hoy rige el español Cardenal Ladaria. Meses antes el ex Santo Oficio fue ya reformado para combatir mejor la plaga de los abusos sexuales en la Iglesia. Otros cambios no tardarán, pero más que el de las institucio­nes es decisivo el de mentalidad en las personas que las dirigen.

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