La Razón (Cataluña)

El «7», presidente de honor José Aguado.

► La Asamblea del Real Madrid ratificará hoy a Amancio como el sustituto de Gento en el cargo

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DiDi Stéfano era el nueve; Gento era el once y Amancio siempre será el siete. Ya suena a antiguo asociar los números a una posición o a una forma de jugar, pero aún (aunque no por mucho tiempo), muchos aficionado­s identifica­n a sus ídolos por el número que llevan a la espalda. Y eso lo explicaba casi todo sobre ellos. El Real Madrid celebra hoy su Asamblea de socios compromisa­rios y además de aprobar cuentas e informarse de las obras del estadio, cómo va la Superliga o preguntar de nuevo por Mbappé, van a ratificar la decisión de la Junta Directiva del club de nombrar a Amancio Amaro el nuevo presidente de honor del club tras la muerte de Gento, que sustituyó a Di Stéfano. Tres nombres gloriosos en la historia del club con más Copas de Europa.

Con Amancio, el dorsal siete se convirtió en un número muy caracterís­tico del Madrid. Antes lo había llevado Kopa, pero Amancio le dotó de personalid­ad. Juanito lo confirmó con su carácter, Butragueño le dio su silencio en el área y luego Raúl le añadió goles y jerarquía. Hay una educación sentimenta­l en esos futbolista­s distintos, un hilo de niños de diferentes décadas asombrados ante lo que hacía el futbolista que llevaba el siete blanco.

Amancio llegó en la última época de Di Stéfano y la leyenda cuenta que en una gira le dieron una camiseta sin escudo, cuando se dio cuenta y lo explicó, Alfredo se acercó a él y le dijo que «en el Real Madrid, el escudo se gana». Llegaba de ser el máximo goleador del Deportivo y se convirtió en la gran estrella del Real Madrid de los años 60, un regateador impredecib­le de un equipo que ganó la Sexta y que dominó en la Liga. Amancio era la estrella. «Mi misión era inculcarle­s el espíritu del club de toda la vida: la entrega, el sacrificio, la lucha hasta el pitido final, el orgullo de vestir esa camiseta. Éramos una réplica del gran Madrid», contaba Gento de ese equipo en una entrevista. Grosso, a su manera, hacía de Di Stéfano; Velázquez, de Puskas o Rial; Amancio era Kopa o Mateos. Era el mejor del equipo. Hoy sería un galáctico. Pirri jugaba de todo. Era buenísimo también.

Amancio era eléctrico, un futbolista al que solo le podían parar con patadas, algunas tremendas, como la del paraguayo Pedro Fernández. De otro modo, era indeces», tectable. Era un fútbol más callejero, con menos análisis, donde el regate era el arma principal y al nuevo presidente de honor le sobraban: «Amancio en el fútbol español ha representa­do la originalid­ad, el individual­ismo que se aparta de los moldes clásicos y de los conceptos europeos para ser un jugador destacado en el fútbol espectácul­o. Amancio ha sido un gallego fino, más arabista que céltico en su estilo de juego, burlón en sus fintas y regates, en sus amagos y en sus realizacio­nes plenas. Los aficionado­s madrileños se han divertido con él muchas veescribía veescribía el cronista Gilera en el «ABC» el día que se llenó el Bernabéu para su homenaje. «Un jugador para la historia, un jugador para los niños después de haberlo sido para los hombres».

Benzema ha tenido el tiempo para recuperar y meter energía a las piernas. Lo veo muy bien» «Modric empezará a entrenar el lunes. Hay que ver si está cómodo para el miércoles»

Carlo Ancelotti

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EUROPA PRESS Ancelotti observa a Benzema en el entrenamie­nto de ayer

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