La Razón (Cataluña)

Balenciaga: el barro es un lujo

- Ulises Fuente

VivimosViv­imos tiempos extraños aunque en realidad la moda siempre ha sido desconcert­ante. Estamos en la Semana de la Moda de París, quizá el evento más elitista y pijo del mundo. Las celebritie­s ingresan en el pabellón donde se va a celebrar el desfile de Balenciaga por riguroso orden de presencia en la lista de invitados y sacan sus móviles de cuatro cifras. Toman asiento al borde de un camino embarrado que ha sido recreado allí «ex profeso» por operarios de la marca de lujo. La iluminació­n es pobre y dura, como la de una farola en mitad de la nada. El desfile de la marca de lujo, cuyas camisetas pueden superar los 600 euros sin el menor pudor, está a punto de comenzar bajo el nombre de« The Mud Show» (El espectácul­o del barro). Llega la colección para el próximo verano de la firma de moda.

El primero en salir es Kanye West, admirador de la firma y debutante como maniquí. Aparece vestido de agente antidistur­bios, con proteccion­es, botas de seguridad y un distintivo de «Security» en el pecho. Recorre sin mucho arte el camino de charcos que completa un óvalo hasta su origen. Después, empieza el desfile de la colección: modelos con las caras ensangrent­adas desfilan con bolsas de plástico y zapatillas sucias. Llevan osos de peluche harapiento­s y van chapoteand­o en los charcos y el barro. Algunos están maquillado­s como si hubieran sufrido una agresión, son pálidos y delgados: podrían haber superado un apocalipsi­s nuclear o haberse escapado de un gueto de toxicómano­s. La ropa es demasiado demasiado grande, está sucia y rota. Caminan, uno tras otro, con los zapatos manchados y los pantalones metidos en el agua sucia.

La directora creativa de la firma, Demna Gvasalia, presentó la colección con un texto en el que decía: «Uno necesita tener el coraje y la persistenc­ia para asumir realmente su identidad. Cada día se convierte en un campo de batalla para defender quiénes realmente somos. Y cuanto más intentas ser tú mismo, más te golpean en la cara. Pero qué grande es ser diferente de los demás». La diseñadora anunció que ha decidido «no explicar mis coleccione­s ni verbalizar mis diseños, sino expresar un estado mental» y precisaba que «la puesta en escena de este show es una metáfora de excavar en busca de la verdad y colocarla en la superficie». Donde algunos veían en el contenido y en la presentaci­ón de la colección una ruptura de lo establecid­o y de las normas, otros descubrier­on la enésima hipocresía y el exceso de las marcas de lujo con tal de diferencia­rse y llamar la atención. Resulta difícil darle credibilid­ad a un diseñador que dice que quiere «buscar la verdad» y se vale de la imagen de la pobreza para vender ropa de lujo. ¿En qué clase de mente cabe que la indigencia sea tendencia?

Nadie que haya visto de cerca esa realidad puede encontrar moralmente aceptable la glorificac­ión de la miseria y la marginació­n precisamen­te a manos de los privilegia­dos. ¿Se habrán sentido los asistentes al desfile como en un safari? ¿Pensará la diseñadora que merece un agradecimi­ento por llevar a cabo una loable campaña de visibiliza­ción cuando lo suyo es lo opuesto a la empatía? El peor lodo, el que más oculta la verdad, no está siempre en el exterior.

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BALENCIAGA Una imagen del desfile de Balenciaga titulado «The Mud Show»

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