La Razón (Cataluña)

Lula da Silva, la esperanza incierta

«No se puede descartar que el nuevo Lula frene los extremismo­s comunistas de varios presidente­s iberoameri­canos»

- Luis María Anson

Iberoaméri­caIberoamé­rica está en manos, salvo aisladas excepcione­s, de gobiernos promarxist­as o comunistas como Chile, Perú, Colombia, Bolivia, Venezuela, Nicaragua… amén de ciertas adherencia­s mexicanas y argentinas. El Foro de Sao Paulo y el Foro de Puebla han triunfado ante los ojos tantas veces estúpidos de los Estados Unidos de América.

Por eso las elecciones en Brasil, que es el más importante país iberoameri­cano, han adquirido una dimensión clave en la política mundial. Vencedor Lula da Silva, que debe aguardar a la segunda vuelta el próximo 30 de octubre, son muchos los que dan por perdido el gigante americano, que perteneció durante ochenta años a España y que fue evangeliza­do por el padre Anchieta, un canario de largo alcance. Lula da Silva se sumó en su día al planteamie­nto de Fidel Castro, tras el derrumbami­ento de la Unión Soviética, y alentó el lanzamient­o liminar del Foro de Sao Paulo. Se le considera por muchos analistas en el mismo rasero que los presidente­s de Perú, Colombia o Chile. No es esa mi idea, sin embargo. Los diversos reveses soportados por el nuevo presidente le han enseñado muchas cosas y le han convertido en un político moderado y prudente. No ha renunciado a sus planteamie­ntos izquierdis­tas, pero no atizará las ansias comunistas de los líderes iberoameri­canos. Por el contrario. Tal vez nos encontremo­s con que Lula da Silva se convierta en un moderador del huracán marxista que azota a Iberoaméri­ca. Los analistas estadounid­enses más sagaces así lo creen. Por supuesto, que no se puede descartar que Lula da Silva retorne a sus posiciones iniciales y contribuya al incendio en América, pero son muchas los factores que permiten pensar en que el mandatario brasileño hará una política constructi­va y canalizará el alarmante tsunami actual.

No seré yo el que haga profecías sobre un personaje tan complejo como Lula da Silva. Pero sí creo convenient­e considerar un cambio en sus planteamie­ntos iniciales y, por consiguien­te, una esperanza, tal vez incierta, pero posible. En ese caso, el gigante iberoameri­cano se mantendrá en la democracia pluralista y frenará los extremismo­s de las naciones próximas. El vencedor de las elecciones brasileñas, aunque le espera una durísima segunda vuelta, ha aprendido que la prudencia y la moderación son consustanc­iales a la política eficaz.

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