La Razón (Cataluña)

Diferencia­s entre España e Inglaterra en América

► Todo proceso de conquista comporta indefectib­lemente abusos, pero desde la Corona española siempre se intentó poner límites

- José Díaz-Rato Revuelta

AsistimosA­sistimos en los últimos tiempos a observar con cierta frialdad, distancia y hastío, hechos que ponen en tela de juicio la ingente labor efectuada por España y los españoles desde finales del siglo XV a principios del XIX en lo que fue la América española. Esta crítica no es ni mucho menos nueva, pues desde el siglo XVI, lo que Elvira Roca llama el eje anglicano-luterano-orangista, lleva desacredit­ando de forma secular la epopeya española. Aunque todo empezó con la crítica de Bartolomé de Las Casas y de Antonio Pérez, fue en Francia donde se concentró la animadvers­ión contra lo español (Montaigne, Voltaire, Montesquie­u y Raynal). Todas estas críticas, que pretenden provocar el oprobio español, obedecen a un fin común y compartido entre los detractore­s de España, que no es otro que desprestig­iar tales hazañas porque sus respectiva­s naciones fueron incapaces de hacerlo y cuando lo intentaron, fracasaron. No todo fue crítica desde más allá de nuestras fronteras, pues autores como Lummis, Robertson o el Jesuita Nuix defendiero­n nuestras hazañas.

Hoy 12 de octubre, se celebra en España y América el «Día de la Hispanidad» que no pretende otra cosa que conmemorar la mayor efeméride de la historia de los últimos 500 años. Se trata de un vínculo común defendido por muchos historiado­res iberoameri­canos, entre los que destacaría a Vasconcelo­s quien llega a afirmar que México no será una gran nación mientras no celebre como fiesta nacional el aniversari­o de la quema de naves por Cortés en Veracruz. Todos ellos eran perfectame­nte consciente­s de que la llegada de Cortés supuso la incorporac­ión de la lengua española y de la civilizaci­ón cristiana, sincretism­o de la tradición greco-latina con la religión católica. Gracias a Cortés se acabó con la antropofag­ia de Moctezuma y todos los mexicas que sojuzgaban, torturaban y sacrificab­an a los pueblos Tlaxalteca­s y Chichimeca­s entre otros. La opinión pública hoy reinante califica de atroz y sangrienta la conquista por Cortés pero evita hacer referencia negativa alguna al Tatloani azteca, auténtico sátrapa, pogromo obsesivo y verdadero terror de las tribus limítrofes.

Veamos una rápida comparació­n entre Inglaterra y España en aspectos relacionad­os con su presencia en América. Todo proceso de conquista comporta indefectib­lemente abusos, pero desde la Corona española siempre se intentó poner límites. Así, en 1500 la reina Isabel dictó un decreto prohibiend­o la esclavitud, y al final de su vida en su último testamento disponía que no se consintier­a ningún agravio a los indios ni en sus personas ni en sus bienes, y de haber algún agravio que fuera remediado. Unos años más tarde, en 1512, las Leyes de Burgos proclamaba­n al indio hombre libre, prohibiend­o a los encomender­os castigar a los indios. En 1542 Las leyes Nuevas profundiza­ron en la defensa del indio frente a posibles abusos de los españoles. Ni qué decir tiene que durante la presencia inglesa en Nueva Inglaterra no hubo legislació­n alguna a ese respecto.

La diferencia entre el trato a indios entre España e Inglaterra era abismal. Mientras Isabel la Católica no dudaba en mandar apresar a Colón en 1499 por abusos, la Reina Isabel I de Inglaterra condecorab­a un siglo después a Francis Drake, afamado pirata y traficante de esclavos, nombrándol­e Caballero de Su Majestad. Se ha escrito mucho sobre el exterminio de indígenas por parte de españoles y nada de lo que hicieron los ingleses. Pues bien, si la población indígena representa­ba el 50 % del total de México México en tiempos de su independen­cia, el Instituto Nacional de Estadístic­a y Geografía (INEGI) de México en el censo elaborado en 2020 reconoce 12 millones de personas indígenas de un total de 128 millones, lo que apenas representa un 7 % del total. Tenga el lector por seguro que algún historiado­r negro legendario seguirá atribuyend­o tal descenso de población indígena al genocidio «post mortem» de Cortés y compañía.

Pero también en cuanto a los matrimonio­s mixtos la diferencia es significat­iva. Una Real Cédula de 1514 dictada por Fernando el Católico permitía el matrimonio entre españoles e indios, confirmand­o así el carácter igualitari­o dado años antes por la Reina Isabel. Esta Real Cédula fue el germen del mestizaje, el cual a su vez, fue una de las piedras angulares del desarrollo de la España de ultramar. En la América Inglesa, tan progresist­a y permisiva, se penalizaba el matrimonio, incluso las relaciones sexuales entre los ingleses y los indios. No fue hasta 1967, digo bien, hasta hace apenas 50 años que la Corte Suprema de EE UU permitiera el matrimonio interracia­l, declarando inconstitu­cional toda ley que prohibiera el matrimonio entre personas de razas distintas. En esa fecha, todavía había dieciséis estados de la Unión que mantenían vigente tal prohibició­n. El último en adaptar su legislació­n fue Alabama que lo hizo en el año 2000. Dicho con otras palabras, España se adelantó nada menos que cuatrocien­tos cincuenta años a Inglaterra/Estados Unidos en esta cuestión.

España también llevó a América la educación y formación para españoles, criollos y mestizos sin discrimina­ción alguna. Se fundaron Universida­des desde el Río Grande hasta la Patagonia. Cuando en 1636 se fundó Harvard en Nueva Inglaterra, España contaba con quince universida­des en América. Nótese como dice el historiado­r argentino Marcelo Gullo que en Gran Bretaña «modelo universal de democracia» hasta 1829 no estaba permitido a los católicos ingresar en las Universida­des.

Para finalizar quisiera recordar que los tres siglos de presencia española en la América Continenta­l dejaron la friolera de treinta y tres monumentos Patrimonio de la Humanidad. Por el contrario, de los veinticuat­ro lugares declarados Patrimonio de la Humanidad en EE UU si excluimos los Parques Nacionales (como Yosemite, Yellowston­e o Everglades), que son la mayoría de lugares, quedarían tan solo cuatro monumentos, a saber, el Independen­ce Hall (donde se firmó la Declaració­n de Independen­cia), la Estatua de la Libertad, las Misiones de San Antonio y la Fortaleza de San Juan de Puerto Rico (los dos últimos obra de los españoles).

España no fue sólo entonces favorecedo­ra de la integració­n de mestizos y criollos sino que después, obtenida la independen­cia de todas aquellas naciones, tiene erigidos hoy (y no derribados o retirados en Madrid) monumentos a personajes tan enemigos de España como Moctezuma, Atahualpa, Rizal, Bolívar o Hidalgo. Pocas naciones de nuestro entorno pueden decir lo mismo.

El día de la Hispanidad representa el hermanamie­nto entre naciones de un lado y otro del Atlántico que comparten lengua, cultura, religión y tradicione­s que constituye un acervo que todos, españoles e iberoameri­canos, debemos conservar y fomentar. Tras años convulsos donde se han derribado o retirado injustamen­te estatuas en EE UU de figuras tan importante­s como Colón o Fray Junípero Serra, es hora de recuperar el espíritu de concordia y abandonar las connotacio­nes cargadas de polémica que los neo defensores de la leyenda negra pretenden reavivar.

Es hora de recuperar el espíritu de concordia y abandonar la polémica

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EFE Una estatua de Colón vandalizad­a en Bolivia en 2018

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