La Razón (Cataluña)

España solo tiene 15.000 de los 100.000 cargadores previstos

► La alta inversión y las trabas frenan su despliegue por el bajo uso actual del coche eléctrico

- Ana Tuñas Matilla. MADRID

España cuenta con poco más de 15.000 puntos de recarga de vehículos eléctricos públicos, con lo que está muy lejos del objetivo del Gobierno de alcanzar los 100.000 en 2023, debido, principalm­ente, al dilatado proceso de tramitació­n de licencias y de conexión a la red, que puede alargarse hasta dos años. Desde sectores implicados en el despliegue de esta red defienden que antes de poner objetivo numérico, habría que identifica­r las ubicacione­s en las que deben estar esos puntos y procurar que los que hay funcionen.

En base a cálculos de los operadores de recarga integrados en Aedive, un buen ritmo para el despliegue de la infraestru­ctura sería lograr 23.000 puntos en 2022 (cifra que prácticame­nte se alcanzará), 70.000 en 2025 y 255.000 en 2030. El despliegue no debe basarse en «números», sino en ubicacione­s y tipo de recarga en cada una de ellas. Si fuera cuestión de matemática­s, muchos creerían que los 80.000 surtidores que hay en España son insuficien­tes para atender a los 30 millones de vehículos de combustión que suma el parque móvil español, explica el director director general de Aedive, Arturo Pérez de Lucía. En su opinión, la actual infraestru­ctura es suficiente para atender al número y tipo de vehículos existente, aunque hay un 40% de puntos públicos instalados o en fase de instalació­n que sigue a la espera de la obtención de licencias o permisos.

Para acelerar el despliegue de puntos de recarga, el Gobierno dictó normativas que obligan a su instalació­n en las gasolinera­s con más ventas, centros comerciale­s o edificios del Estado, entre otros.

La principal petrolera de España, Repsol suma 950 puntos públicos instalados, de los que más de 450 están operativos, mientras que el resto está pendiente de permisos o de conexión a la red de distribuci­ón. «Tenemos barreras», dicen fuentes de Repsol, que señalan que apuntan a la obtención de licencias, la conexión a la red de distribuci­ón, la legalizaci­ón de la instalació­n con Industria para contratar el suministro o la dificultad de recuperar la inversión por bajo uso. Instalar un punto de recarga de entre 350 y 400 kilovatios supone un inversión de unos 250.000 euros y, muchas veces, el coste de conectarse a la red representa un porcentaje muy elevado «llegando a frenar el desarrollo de la infraestru­ctura por la baja utilizació­n a día de hoy».

Desde la asociación de fabricante­s Anfac han reclamado al Gobierno que elabore un «mapa» que fije dónde debe estar cada punto de recarga y con qué potencia, al igual que existe una estrategia de estaciones de servicio.

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