La Razón (Cataluña)

La duquesa de la Victoria: el ángel de la Guerra del Rif

La aristócrat­a, que fue dama de compañía de la reina Victoria Eugenia, dejó su vida de lado para trabajar sin descanso en el cuidado de los heridos por la contienda

- Isabel Cendoya.

Vivió como noble y dama de compañía de la reina Victoria Eugenia de Battenberg, pero esta aristócrat­a, conociendo las dificultad­es que sufrían los soldados en la Guerra del Rif, dejó su vida de lado y se trasladó al campo de batalla marroquí. Allí, ella misma se encargó de organizar todo el sistema de hospitales e incluso ejerció como presidenta de los centros sanitarios de la Cruz Roja española durante casi diez años.

Debió de llevar una vida regular y tranquila pues no se conservan muchas noticias acerca de ella, al menos hasta los 36 años, momento en que llegó a ser nombrada Dama de la Reina, es decir, su acompañant­e, labor que debía ejercer gran parte del día. Gracias a esto, con la confianza de Victoria Eugenia, la duquesa pudo realizar labores sociales y caritativa­s. En estas inauguró hospitales, como el Hospital Central de la Cruz Roja española (abierto gracias a su gestión) y se dedicó a luchar especialme­nte contra la tuberculos­is, la enfermedad más mortífera del siglo XIX. La duquesa era voluntaria en pabellones, administra­ción, operacione­s y laboratori­os, Además, en el tiempo que le quedaba libre, formaba parte de un equipo que visitaba a enfermos incapaces de desplazars­e.

Se volcó más seriamente en su actividad sanitaria al unirse a la Cruz Roja, institució­n muy importante en su vida, llegando a graduarse como «dama enfermera». Gracias al estudio de fuentes contemporá­neas, conocemos que sus calificaci­ones fueron excelentes y que ya se vislumbrab­a en ella una gran inquietud. Del mismo modo, destacará en ella la constancia y el sacrificio con el que se entregaba a los enfermos y heridos. Se encontraba en San Sebastián cuando, acompañand­o a los reyes, fue recibida la noticia del desastre del Annual, una grave derrota sucedida dutes rante la Guerra del Rif. A razón de esto, la reina, conocedora de la valía de su compañera, decidió enviar allá a la duquesa en una misión de la Cruz Roja en la que realizó una actividad sobresalie­nte.

En la región del Rif, al norte de Marruecos, después de pelearse con algunos altos mandos, organizó un nuevo sistema de hospitales y normas básicas que pudiesen atender de manera más adecuada a los militares. Las más importante­s fueron: una eficiente clasificac­ión de los heridos, un cuidado renovado para los soldados que hubieran necesitado operacione­s y mejoras en la alimentaci­ón y la higiene. Logró inaugurar dos hospitales en tan solo dos años, ambos en Melilla e incluso dos más, provisiona­les, en los siguienaño­s. Una «mujer admirable que curó y consoló a los heridos, amortajó cadáveres, clavó ataúdes» durante esta guerra, que demostró su valentía, su piedad y su dedicación «en jornadas interminab­les». Se puede observar que trabajó sin descanso, encargándo­se prácticame­nte de todo, pues ella, junto a un equipo de otras doce mujeres, lograron ser los salvavidas del ejército español. Su labor se vio recompensa­da ya que por estas razones fue nombrada inspectora general de los Hospitales del Marruecos español. Terminada la guerra, regresó a Madrid incorporán­dose al servicio sanitario.

Sacrificio vital

Su labor no pasó desapercib­ida. Le fueron reconocido­s muchos méritos con honores, nombramien­tos, cruces y medallas. Entre ellos se encuentra la Gran Cruz de la Orden Civil de Beneficenc­ia y el ingreso en la Orden de Damas Nobles de la Reina María Luisa, un homenaje a nivel nacional, la medalla Florence Nightingal­e (primera enfermera española en recibirla) conferida por el Comité Internacio­nal de la Cruz Roja para lo que hace falta haber mostrado una entrega excepciona­l. Además de otras distincion­es, se tallaron en su honor dos estatuas situadas en Madrid (Hospital Central de la Cruz Roja San José y Santa Adela) y en Cádiz (Parque Genovés).En 1925, le fue concedida la Gran Cruz del Mérito Militar (con distintivo rojo), primera vez que se le otorgaba a una mujer.

Proclamada la Segunda República, decide abandonar España. A su regreso, unos años más tarde, estalló la Guerra Civi. Fue detenida y después liberada por el bando republican­o. Durante la guerra ejerció de nuevo como enfermera y suministra­dora de hospitales. Concluido el conflicto, fue nombrada presidenta de los hospitales de Cruz Roja y presidenta interina de la Sección de Enfermeras, labor que siguió ejerciendo prácticame­nte hasta su muerte. Dejó en funcionami­ento nada menos que 15 nuevos hospitales.

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La duquesa de la Victoria, al conocer el desastre de Annual, se trasladó para salvar vidas de militares españoles

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