La Razón (Cataluña)

España, expuesta a la subida de tipos

Las ilusiones de una política de gasto infinito disfrazada­s del placebo del BCE comienzan a resquebraj­arse

- Daniel Lacalle

ElEl FMI ha despedazad­o las estimacion­es excesivame­nte optimistas del Gobierno con la segunda mayor revisión a la baja para 2023 de las economías comparable­s. El FMI certifica que España, tras disparar la deuda pública más que ninguna economía comparable, no recuperará el PIB de 2019 hasta 2024, y eso dopando el gasto público. De nuevo, el Gobierno lanza unas previsione­s que son desmontada­s por entidades internacio­nales que no son conservado­ras sino muy diplomátic­as.

España es la única potencia europea que no ha recuperado el nivel de PIB previo a la pandemia y no podemos olvidar el gran aumento de deuda y gasto público desde la llegada del Gobierno. Desde mayo de 2018, ha aumentado la deuda en 216 millones al día, más de 329.000 millones hasta julio de 2022. Según el Banco de España, el PIB de España no alcanzará el nivel de 2019 hasta 2024, si lo hace. El problema además viene de un PIB donde el deflactor utilizado por el INE para estimar el producto interior bruto real es del 3,4% con una inflación (IPC) del 9%. En términos reales, la riqueza de las familias y empresas continúa muy por debajo de niveles pre-pandemia.

Según el FMI, el Estado español se endeudará en más de 48.000 millones anuales al menos hasta 2027. El gran problema es que el Gobierno ha desaprovec­hado el periodo de tipos bajos cuando el BCE compraba el 100% de las emisiones netas del Tesoro y ha aumentado los desequilib­rios fiscales a pesar de contar con un aumento de ingresos de más de 50.000 millones desde 2018 a los estimados para 2023. El Gobierno estima que el pago de intereses de la deuda pública pública crecerá un 3,6% en 2023, hasta alcanzar los 31.275 millones de euros, pero el problema se acrecienta al vencer la deuda emitida a tipos cero o negativos y tener que renegociar­se a tipos más realistas.

Incluso con un apoyo masivo del BCE, el bono a diez años de España ha subido al 3,3% de rentabilid­ad, seis veces superior al nivel de enero en el que el «gas de la risa monetario» todavía funcionaba.

Esto es lo que solemos olvidar cuando los economista­s de consenso recomienda­n «gastar porque los tipos son bajos y la deuda barata», que después llega el invierno.

El Gobierno se vanagloria de que el Tesoro solo tiene que refinancia­r en 2022 el 15% de la deuda, pero esto son 162.500 millones. El año que viene tendrá que emitir 257.000 millones incluyendo la estimación de 70.000 adicionale­s de deuda. Eso significa que el Gobierno aumentará sus emisiones de deuda un 8% en 2023 sin el disfraz del efecto placebo del BCE.

La política monetaria no elimina el riesgo, lo disfraza, y ahora va saliendo a la luz con un presupuest­o que ahonda en los problemas estructura­les de deuda de España.

¿Quién va a comprar bonos con rentabilid­ad real negativa en un entorno de subida de tipos y elevada inflación? La banca ya acumula casi 164.000 millones de bonos del Tesoro que queman en su balance con rentabilid­ades negativas nominales y reales. El año 2022 ya se presenta como el peor para la renta fija desde 1931, y ¿se creen que van a emitir barato y abundante?

El coste medio de la deuda ha caído de un 3,8% en la época en la que la prima de riesgo copaba los titulares a un 1,57% . Teniendo en cuenta las estimacion­es de inflación del FMI y sin entrar en estimapara ciones de alto riesgo, el coste medio de la deuda de España aumentaría al menos un 27%, dejando un mayor agujero en unas cuentas donde el déficit no va a bajar del 4% del PIB hasta 2027, según el FMI.

Al exceso de deuda y necesidade­s de financiaci­ón a tipos mayores el Gobierno añade la baja credibilid­ad de sus previsione­s. En marzo de 2020, la ministra vaticinó un impacto «poco significat­ivo» y «transitori­o» de la pandemia esperando una recuperaci­ón rápida en forma de «V asimétrica». En abril revisó su estimación a una caída del 9,2%. En 2021, el Gobierno presupuest­ó un crecimient­o del 9,8% que acabó siendo del 5,5%. En 2022 uno del 7% que, en el mejor de los casos, acabará en el 4,4%.

En abril de 2022, en la Actualizac­ión del Programa de Estabilida­d (APE) se preveía un crecimient­o 2023 del 3,5%. La previsión de los PGE presupuest­a un crecimient­o del 2,1%. Sin embargo, la AIReF la sitúa en el 1,5% , el Banco de España en el 1,4%, BBVA en el 1% y el FMI en un 1,2%.

Cuando la credibilid­ad de las estimacion­es se desploma y se une a un calendario de emisiones de deuda tan elevado como el de España es cuando empiezan a resquebraj­arse las ilusiones de gasto infinito disfrazada­s con placebo monetario. La política de la cigarra ha llevado a desaprovec­har la época de bajos tipos y elevada liquidez aumentando los desequilib­rios fiscales estructura­les. El Gobierno asiste a lo que ocurre en Reino Unido y Japón como si no tuviese nada que ver y aquí no hubiera riesgo. Y la eurozona va detrás. Ahora llega el invierno y el BCE no va a estar para disfrazar el riesgo.

El Gobierno ha desaprovec­hado la época de bajos tipos y ha elevado los desequilib­rios fiscales

Al problema de deuda y necesidad de financiaci­ón se une la baja credibilid­ad del Ejecutivo

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EFE Sede del Banco Central Europeo en Fráncfort (Alemania)
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