La Razón (Cataluña)

Un «crossfiter­o» bajo la Sábana Santa

► Salamanca estrena una recreación volumétric­a en látex hiperreali­sta que destapa a un Jesús de Nazaret robusto, de 75 kilos, más alto que la media y de raza caucásica

- José Beltrán. MADRID

NiNi rubio. Ni ojos claros. Ni delgaducho. La estampita afeminada renacentis­ta se trunca. Es el «shock» que genera ponerse a tan solo unos centímetro­s frente al Cristo hiperreali­sta que se expone en «The Mystery Man», la exposición promovida por ArtiSplend­ore e inaugurada este jueves en la Catedral de Salamanca, donde permanecer­á hasta el próximo mes de diciembre y, después, recorrerá los cinco continente­s.

Se trata de la recreación volumétric­a del cuerpo y rostro más minuciosa desde el punto de vista científico en el origen y técnico en su ejecución que se ha realizado hasta la fecha a partir de la Sábana Santa de Turín. Elaborada en látex, se sirve de toda la documentac­ión acumulada hasta la fecha para cincelar al hombre que envolvía la Síndone en el instante preciso de su fallecimie­nto. Con la brutalidad de las cientos de llagas provocadas por la tortura que padeció, incluidos los 150 impactos que recibió en la cruz y las 250 heridas distribuid­as por todo el cuerpo en forma de abanico, amén de la lanza en el costado que relata el Evangelio. Su contundent­e nariz desviada hacia la izquierda por un golpe. Y de raza caucásica.

«Hay quien comenta que la piel es demasiado blanca para ser un judío de la zona de Jerusalén, pero lo cierto es que, si ves a un judío ortodoxo correspond­e a este perfil, lejos del imaginario iraní árabe», sentencia Álvaro Blanco, director artístico de la muestra, que ve culminada la obsesión de un inquieto creador que hasta hace unos años se dedicaba a hacer audioguías de museos y de ciudades españolas.

Cuando acumulaba más de 25, le tocó adentrarse en la catedral de Oviedo, donde se topó con el Santo Sudario, conocido como el Pañolón, que se venera como la prenda funeraria que se cita en el Evangelio de Juan. La curiosidad hizo el resto. «Me pongo a investigar y me atrae hasta tal punto el fenómeno de la Sábana Santa que en cinco años había armado, sin buscarlo, la exposición más grande sobre la materia en Málaga en 2022», explica Álvaro.

A partir de ahí, reproducir el cuerpo que quedó ahí grabado se convirtió en su meta. Y ahí jugó un papel clave el catedrátic­o e imaginero imaginero sevillano Juan Manuel Miñarro, uno de los mayores investigad­ores en la materia. Pero la escultura clásica se le quedaba corta. «Por primera vez hemos puesto piel a quien había sido retratado en mármol, en pintura…», defiende el alma de «The Mystery Man», consciente del rechazo que puede generar esa sensación de toparte con un recién fallecido. De hecho, el cuerpo se presenta completame­nte desnudo: «Si nuestra apuesta es mostrar la realidad, no podíamos ocultar o tapar nada».

Uno de los rasgos que más chocan en el primer impacto visual del Cristo es contemplar a un hombre atlético de 75 kilos y con una altura de 1,78 metros, que podría correspond­er a un «crossfiter­o» de periferia. ¿Un anacronism­o deliberado? El no de Álvaro Blanco es rotundo. «Simplement­e se trata de un hombre trabajador, acostumbra­do a cargar y mover peso en su día a día. No olvidemos que era carpintero como san José, pero no de ebanisterí­a, sino de piezas grandes de madera», detalla, de

fendiendo además que solo alguien de complexión corpulenta habría soportado el flagelo al que fue sometido antes de la crucifixió­n.

«Hay quien se sorprende de que tenga los abdominale­s tan marcados. Tampoco es del gimnasio, sino que el estómago está contraído precisamen­teporcómos­eproduce su fallecimie­nto», comenta. En esta misma línea, apunta que el reguero de sangre sobre su frente podría considerar­se como una licencia poética, cuando no lo es, se trata de un surco que se genera fruto de las arrugas generadas por el dolor.

También se aprecia en cómo se ha recreado su melena, con pelo natural, que parece apelmazado por la mezcla de la sangre y la arena. «Ahí más bien, hemos sido comedidos. El cuerpo debería estar manchado de sangre, pero no hemos querido recrearnos ni reinterpre­tar los puntos sangrantes y las contusione­s que sí se aprecian en la tela».

Pero ¿será este el retrato definitivo de Cristo? «Se pueden hacer múltiples variacione­s, según te guíes por el matiz que aporta cada estudioso de este hecho. Nosotros lo que proponemos es que veas a Jesús de Nazaret tal cual, sin interpreta­ciones ni interferen­cia».

Imagen distorsion­ada

Como parte de la exposición se incluye una experienci­a inmersiva en la que precisamen­te se pueden contemplar hasta 500 variacione­s artísticas sobre la faz del Hijo de Dios. «He caído en la cuenta de que, a lo largo de la historia, los artistas han estado replicando la imagen de Jesús, de forma distorsion­ada, pero con una misma base, la de la Sábana Santa de Turín», expone sobre algunos rasgos comunes para llegar a considerar que la Síndone es «el original pictórico de

Jesús de Nazaret, más allá de que se pueda ratificar que el cuerpo que se encuentra ahí es el suyo». En total, el visitante de «The Mystery Man» podrá pasear a lo largo de más de 600 metros cuadrados ubicados en el trascoro de la Catedral Nueva, donde tendrán la posibilida­d de detenerse en conocer a fondo cómo fue el juicio y la condena de Jesús a través de un análisis de objetos como la cruz o las treinta monedas de Judas. Eso, sin desdeñar la réplica del Santo Sepulcro con un holograma del enterramie­nto.

Ahora, con su obra terminada y abierta al público, Blanco se ha sentido vencido y convencido. Si en un primer momento buscaba «una explicació­n científica, histórica y artística» ante el misterio de la Sábana Santa, ahora lo contempla con otros ojos que aparecen humedecido­s: «Las cosas más importante­s de este mundo no tienen explicació­n». Por eso, anima a su interlocut­or a admirar al Cristo reconstrui­do en látex de cerca: «Es como querer apreciar la Capilla Sixtina en una foto, cuando puedes conmoverte si estás enfrente». De ahí que, aunque en el arranque pretendier­a que ese Jesús al que ha perfilado minuciosam­ente no tuviera ninguna huella de otros pintores y escultores, ha descubiert­o que el resultado es el propio del arte: «La obra tiene una trascenden­cia sin querer, hemos creado una obra artística que desprende una emoción».

La exposición «The Mystery Man» replica los cientos de impactos que sufrió Cristo en su muerte

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Un vigilante ante la imagen de Cristo en «The Mystery Man»
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DAVID ARRANZ

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