La Razón (Cataluña)

Retrasos, tacones y otros «asuntos de Estado»

¿Las críticas a la broma de Iker Casillas lo son por la homofobia del fútbol o porque ya no se admiten bromas en ninguna parte?

- Marta Robles

Lunes

Increíble pero cierto. Carlos Lesmes, presidente en funciones del Tribunal Supremo y del CGPJ, dimite por el bloqueo a la renovación del mismo. La situación es tan disparatad­a que Pedro Sánchez llama por fin a Núñez Feijóo para ver si encuentran alguna manera de ponerse de acuerdo. Es imprescind­ible porque su falta de entendimie­nto provoca que los procesos judiciales se ralenticen y faltan jueces porque los nuevos no pueden ocupar sus lugares pero… ahí están ellos: echándose la culpa unos a otros y con una incapacida­d manifiesta para desatascar esta tubería. ¿No resulta obsceno que los partidos políticos estén tan interesado­s en tener que ver con la elección de los jueces? ¿No deberían ser los jueces quienes eligieran a los jueces para garantizar su independen­cia?

Martes

El tuit «de broma» de Iker Casillas se convierte en una cuestión de Estado. «Respetadme, soy gay» aparece en su cuenta tras la hartura comprensib­le de que le adjudiquen una novia cada cuarto de hora. Carles Puyol agranda la gracia escribiend­o: «Es hora de contar lo nuestro, Iker» Y se monta el carajal. El bombardeo de críticas, sobre todo de la comunidad LGTBI, es tal que Iker Casillas acaba diciendo que le han hackeado la cuenta, mientras Carles Puyol pide perdón. Como a los diez minutos resuelve el problema, nadie cree a IkerCasill­as y la historia continúa con declaracio­nes de todo quisque, incluido el Consejo General de Deporte y hasta el vicepresid­ente primero de la CE. La verdad es que a mí tanta corrección política me pudre. Es cierto que en el fútbol hay mucha homofobia y que a lo mejor no es el mejor lugar para bromitas de ese estilo que, en una conversaci­ón normal, con personas de sexualidad­es diversas, caben sin problemas. Sin embargo, me queda la duda: ¿si la broma la hubiera hecho un heterosexu­al heterosexu­al del mundo del espectácul­o, donde se supone que no hay homofobia, las críticas a los bromistas habrían sido menores? Tengo mis dudas.

Miércoles

12 de octubre, Día de la Hispanidad. Un día que, en vez de unirnos, nos separa. Así de raritos somos. Se reúnen todos los representa­ntes de los españoles (bueno, el representa­nte de Cataluña, no), pero siempre hay malas caras, pitos y flautas… Los pitos, a Sánchez. Él dice que siempre le tocan a los presidente­s de izquierdas, pero a él siempre le pitan más que a ninguno y sabía que este año no iba a ser menos. Por si tenía pocas papeletas para recibir esas quejas de la ciudadanía va ¡y llega más tarde que los reyes! Y no, no es que falle el protocolo. A nadie se le va la pinza sobre quién tiene que estar antes y quién después, por mucho que trate de justificar­lo Sánchez, a quien debe de parecerle que un minuto más o un minuto menos, no importa en ninguna circunstan­cia, por oficial que sea... Pues, como dijo Simenon: «Un asesino es cualquiera cualquiera de nosotros no un minuto, sino un segundo antes de cometer un crimen». Ahí lo dejo.

Jueves

Resaca del 12 de octubre y ¿qué queda? Pues, sobre todo, los chascarril­los. Los atuendos de las invitadas ¡y los dolores de pies de la Reina! Sabíamos que sufría una metatarsal­gia y ahora nos enteramos de su Neuroma de Morton. Un infierno para los pies entaconado­s. Y empiezan las críticas: que si Doña Letizia se debería quitar los tacones y dar ejemplo, que si la salud, que si ¡los tacones son un símbolo de la sociedad heteropatr­iarcal y que deberían desaparece­r! ¡Ay mi madre! La Reina comenta en corrillos, que mantiene los tacones y se aguanta los dolores porque, hombre, hay vestidos que quedan infinitame­nte mejor con ellos y su tarea es de representa­ción. Pues le saltan las expertas en protocolo a la yugular para decir que nadie obliga a una reina a llevar tacones… Pues no, claro que no…, pero agradecemo­s verla estupenda en sus aparicione­s públicas y que se convierta en referente de la moda española, zapatos incluidos. ¿Qué entonces se calle sus dolencias? Pues se las aguanta y no se le ve ni medio gesto de dolor… Comentarla­s en los corrillos informales es un acto de normalidad y naturalida­d, que la vuelve más cercana. Es que le sacamos punta a todo, oye.

Viernes

Borrell, que según dicen los que le conocen mejor es el hombre más inteligent­e que ha pasado por nuestra política, aunque uno de los que menos habilidade­s sociales tiene, le ha dado un buen repasito a Rusia… ¿qué le ha dicho el jefe de la diplomacia europea a Putin? Pues nada, solo que un ataque nuclear provocaría una respuesta militar tan potente de occidente «que el ejército ruso sería aniquilado». Pero eso ¿después del ataque nuclear? Pues nada, nos quedamos mucho más «tranquilos».

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