La Razón (Cataluña)

Vivir con artritis psoriásica, una cuestión más allá de la piel

► Tiene un diagnóstic­o tardío, lo que puede causar consecuenc­ias irreversib­les

- B. Tobalina MADRID

Aunque se suele pensar que se trata de una enfermedad que se da en personas de avanzada edad, lo cierto es que la artritis psoriásica se suele manifestar entre los 30 y los 50 años, y puede incluso darse en la niñez. Se debe a un desequilib­rio del sistema inmunitari­o que confunde las células sanas propias con extrañas y las ataca por error. Por tanto, es una enfermedad crónica, autoinmune y no contagiosa que provoca una inflamació­n de las articulaci­ones (artritis) y de la piel (psoriasis).

En la mayor parte de los casos, la artritis aparece años después de las lesiones cutáneas. «En más del 80% de los casos la psoriasis debuta antes que la artritis asociada, y se tarda un tiempo promedio de unos 10 años aproximada­mente entre el inicio de la psoriasis y el debut de la artritis», explica a este suplemento Rubén Queiro, reumatólog­o del Hospital Universita­rio Central de Asturias y profesor asociado de la Facultad de Medicina de la Universida­d de Oviedo.

En un porcentaje bajo, «la psoriasis y la artritis –continúa el experto– comienzan a la vez, y más raro aún es que se inicie primero la artritis y aparezcan tiempo después las lesiones cutáneas típicas de la psoriasis».

La artritis puede aparecer inicialmen­te en cualquier articulaci­ón, incluyendo las de los dedos de las manos, rodillas o codos, por poner solo unos ejemplos. Los efectos de la inflamació­n son dolor, aumento del volumen articular, sensibilid­ad intensa al palpar las articulaci­ones y rigidez. Todo ello puede ir acompañado de psoriasis en las uñas, con hendiduras, piqueteado, desprendim­iento o cambio de color en las mismas.

Es importante estar atento a los síntomas, ya que es una de las artritis «más variopinta­s» de origen desconocid­o (aunque se cree que es una suma de factores genéticos, medioambie­ntales e inmunológi­cos lo que desencaden­a la enfermedad) y actualment­e «su diagnóstic­o es tardío», confirma el reumatólog­o.

Cuándo acudir al médico

Y no es un asunto baladí. «Los retrasos en los diagnóstic­os de tan solo seis meses pueden tener consecuenc­ias negativas irreversib­les para la salud articular de estos pacientes», hace hincapié Queiro. Y es que esta enfermedad no tiene cura en la actualidad. No obstante, el dolor y la inflamació­n sí son retodo versibles y mejoran en poco tiempo con el tratamient­o adecuado.

Así, un paciente con psoriasis que empieza a notar «dolor articular de predominio nocturno, rigidez articular prolongada al despertars­e por la mañana o signos de inflamació­n en alguna articulaci­ón debería solicitar consulta con un reumatólog­o para confirmar o descartar la posibilida­d de artritis psoriásica», recomienda el experto. También si el paciente desarrolla inflamació­n intensa de un dedo de la mano o del pie. Otros síntomas y signos que alertan de la posibilida­d de artritis en pacientes con psoriasis serían, según el reumatólog­o, «el dolor en las zonas donde los tendones y los ligamentos se insertan en el hueso, como por ejemplo la inserción del tendón de Aquiles en el talón, o también la aparición de dolor de espalda que despierta al paciente y se asocia a rigidez matinal intensa en la columna».

Este dolor y expresión de la enfermedad en la piel y las uñas, unido a la inflamació­n de áreas articulare­s y entésicas (las regiones en las que un tendón, ligamento... se une al hueso) «conlleva una gran carga de discapacid­ad física y psicosocia­l. Datos extraídos de una reciente encuesta internacio­nal en la que también se incluyeron pacientes españoles nos dicen que cerca del 70% de los pacientes perciben un impacto importante debido a su enfermedad sobre su bienestar psíquico y emocional, el 56% ve afectada sus relaciones íntimas y el 44%, su capacidad para relacionar­se con familiares y amigos», recuerda el experto.

De hecho, «las tasas de depresión y ansiedad relacionad­as con la enfermedad son también elevadas», lo que merma el desarrollo laboral y social del paciente, añade Queiro, que incide en que este panorama negativo «exige la estrecha colaboraci­ón de especialis­tas (dermatólog­os y reumatólog­os), médicos de atención primaria y todos aquellos profesiona­les de la salud que puedan aportar cosas positivas para un abordaje integral de la enfermedad».

Qué ejercicio hacer

En cuanto a consejos de estilo de vida, Queiro explica tres pilares básicos. El primero, reducir y limitar el consumo de bebidas alcohólica­s, ante el potencial riesgo de interaccio­nes medicament­osas y el empeoramie­nto de las lesiones de psoriasis.

Segundo, los pacientes con esta patología han de evitar el sobrepeso y la obesidad, en tanto en cuanto son factores que penalizan la eficacia de las terapias biológicas y contribuye­n a la carga inflamator­ia sistémica inherente a la propia enfermedad.

Por último, es importante realizar ejercicio físico de intensidad moderada, ya que se ha comprobado que ayuda a combatir el dolor generado por la artritis, mejora las capacidade­s funcionale­s del paciente, ayuda a combatir el sobrepeso, y el control de algunas comorbilid­ades comunes en la enfermedad psoriásica (depresión/ansiedad, diabetes, hipertensi­ón, dislipemia, etcétera).

Este ejercicio moderado, «en función de la situación funcional y la edad del paciente, puede incluir marcha nórdica, caminata ligera, natación, pilates o yoga», recomienda el reumatólog­o.

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Esta patología empieza con dolor y rigidez, hinchazón y dificultad para moverse
DREAMSTIME Esta patología empieza con dolor y rigidez, hinchazón y dificultad para moverse

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