La Razón (Cataluña)

El primer problema del día

- Fernando Sánchez-Dragó

AlAl menos en mi caso y en España… Rectifico: en casi todo el mundo occidental y en buena parte del que no lo es. Eso que llamamos existencia es una sucesión de conflictos. El primero del día en lo concernien­te a la salud se plantea nada más saltar de la cama. Parece mínimo, pero no lo es. Lo habitual es pasar por el cuarto de baño y luego, ya aseados o todavía no, romper el ay uno iniciado unas cuantas horas atrás. O sea: desayunar. No todo el mundo siente ese apremio. Yo soy uno de ellos. Mi apetito, y el de no pocos estómagos afines, es perezoso y dormilón. Tarda en despertars­e y cuando por fin se espabila, lo hace sin gran entusiasmo y de modo muy frugal. Durante muchos años nunca desayuné ni, casi, almorzaba. Salía del paso con un pedacito de pan y una rodaja de chorizo. Mi única comida de verdad al día era la cena… Muy copiosa, eso sí.

Ese régimen, opuesto, lo sé, a lo que los nutricioni­stas aconsejan, me ayudaba a escribir y a mantener la mente lúcida y el corazón despierto. Lo seguí mientras me enfrentaba a la ímproba tarea de despachar mi Historia Mágica de España (Gárgoris y Habidis): 5.000 consultas bibliográf­icas, 20.000 kilómetros recorridos, 2.000 páginas escritas con voluntad de estilo, ocho años de tarea librada de sol a sol en seis ciudades de tres continente­s…

¿Por qué digo ahora que el desayuno es el primer conflicto existencia­l al que me enfrento? Pues porque ahora, a impulsos de la costumbre imperante en el mundo que me rodea, sí que desayuno, casi siempre en casa, ya que rara vez salgo de ella, y soy consciente de que al hacerlo, incluso, y aún más, cuando lo hago en un bar o en un hotel, estoy metiendo en mi cuerpo serrano un surtido de venenos. Lo son la leche de vaca, la mantequill­a, el pan blanco, las galletas, la bollería, los cereales cargaditos de azúcar y hasta los zumos de naranja o de otras frutas. En fin: lo usual. Y es muy difícil, casi imposible, escapar a ese menú impuesto por la rutina. Mediré sus costillas otro día. Por hoy ya está bien. Columna cumplida. Son las nueve de la mañana. El desayuno me espera.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain