Y el oxígeno nos hizo animales
LosLos dinosaurios han sido la bandera de la paleontología, el motivo por el que mucha gente se ha interesado por esa ciencia a caballo entre la geología y la biología más estrictas. Sin embargo, los reptiles terribles que una vez controlaron la Tierra eclipsan a la infinidad de extrañas formas de vida que este mundo ha conocido. A medida que retrocedemos en la historia de nuestro planeta las pistas son más escasas e indirectas. No hay grandes cráneos, sino peculiaridades químicas, sutiles para el ojo inexperto, pero a partir de ellas podemos llegar a reconstruir una imagen bastante acertada del pasado. Por ejemplo, un elemento especialmente interesante para echar la vista atrás es el oxígeno, que nos habla de la vida y la muerte, la evolución y la extinción. Un nuevo estudio propone que unas fluctuaciones de oxígeno, hace mil millones de años, pudieron ser determinantes para la aparición de nuestros antepasados remotos, los primeros animales. Como tantas otras buenas historias, el pasado de nuestro planeta puede dividirse en tres actos. Hay muchas otras formas de dividir el tiempo pretérito, pero si hablamos del oxígeno, podemos pensar en tres momentos relevantes. El primero tuvo lugar hace dos mil millones de años, cuando solo había seres unicelulares y el oxígeno apareció por primera vez en la atmósfera. Hasta entonces, el oxígeno estaba fijado en las rocas, unido al silicio, por el que siente una excepcional afinidad. Para que el aire contuviera oxígeno hizo falta que aparecieran organismos capaces de separarlo de las moléculas de dióxido de carbono y, así liberarlo a la atmósfera. Fueron los primeros seres en hacer la fotosíntesis, por la que tan bien conocemos a las plantas. Aquel evento es conocido como «la Gran Oxidación» y, como el resto de los seres vivos no estaban preparados para enfrentarse a un elemento tan oxidante como es el oxígeno, su aparición en la atmósfera trajo consigo la primera gran extinción masiva de la historia.
Hace 400 millones de años empezó el tercer acto, donde el oxígeno alcanzó los niveles que conocemos ahora y se estabilizó. En el aire, actualmente, hay un 21% de oxígeno. Sabemos que, por ejemplo, en el periodo Carbonífero (hace 350 millones de años), el oxígeno representaba el 35% de la composición del aire. Es más, está bastante aceptado que esta mayor concentración de oxígeno fue lo que posibilitó el crecimiento de los invertebrados hasta el punto de aparecer libélulas de 70 centímetros de envergadura y milpiés con una longitud de dos metros y medio. Sin embargo, el segundo acto estaba mucho menos claro, ya que se barajan dos escenarios opuestos, de alta y de baja concentración de oxígeno. El doctor Benjamin Mills y su equipo acaban de publicar una investigación de los antiguos sedimentos de mares poco profundos, que funcionan como instantáneas de los últimos 1.500 millones de años. Al conocer estos detalles sobre el carbono, los científicos pueden deducir cuánta actividad fotosintética había en aquellos mares y, por lo tanto, cuánto oxígeno hacía falta para hacerla posible. Los resultados proponen un tercer escenario en el que el oxígeno fue fluctuando enormemente desde la Gran Oxidación hasta que aparecieron las primeras formas de vida animal. Al aumentar la cantidad de oxígeno en la atmósfera, los océanos se oxigenaban más, haciendo posible la vida, y en las épocas en que el oxígeno disminuía, en cambio, muchas formas de vida se habrían extinguido. Dicho de otro modo, estas fluctuaciones fueron un motor para la biodiversidad que hoy existe en la Tierra.