La Razón (Cataluña)

Lolita: «Me voy al otro mundo sabiendo lo que es tener a alguien que te quiera»

- Rebeca Argudo. MADRID

«Mi casa ha sido un matriarcad­o, así que cada uno piense lo que quiera del feminismo»

«A mí no me pesa ni me ha pesado en la vida ser hija de Lola Flores ni de Antonio González»

Es la hija de una diosa y está orgullosa de sus raíces. Defiende que todo el mundo «pueda expresarse y demostrar su talento sin que haya censura. Que la gente pueda hacer lo que le dé la gana. la libertad crece y acaba en uno»

LolitaLoli­ta es pura raza y todo arte. ¡Qué Lolita ni que nada! Lola, Dolores, Lola. Lolaza. Menuda tía. Te saluda como quien te atiza. Maravilla. Quiero ya que sea mi mejor amiga. No se anda con rodeos si le preguntas. «¿Qué pasa, Lola? Que no te veo». Y Lola habla: «Acabo de terminar una serie, «Las invisibles», para Paramount. Pero más que preguntárm­elo a mí, preguntáds­elo a los directores de cine y a los productore­s. Yo estoy dispuesta. Si me mandan un guion que realmente merezca la pena. Algunos de los que me han mandado merecen la pena, lo que pasa es que no me mandan». Trato de tirarle de la lengua. ¿Estás infravalor­ada, Lola? Y me contesta con raza, la tía: «Yo no estoy infravalor­ada, quien me valora es el público, y en eso las tengo todas de ganar. Y en la canción he sido yo la que ha dejado de cantar por decisión propia, aquí en España. Canto en América, quizá porque allí se saben todos mis temas. Aquí no. No he sido una mujer de grandes éxitos, quitando ‘‘Amor, amor’’, ‘‘Sarandonga’’ y poco más. Pero en América sí. La industria discográfi­ca no me trató como me debería de tratar, me revelé y al final quien ha perdido ha sido el público. Yo no le echo la culpa a ellos, me la echo a mí, que he sido quien ha dicho “no canto más”». Es la hija de una diosa. De quien desde la nada levantó leyenda: Lola Flores. La primogénit­a del clan más conocido y querido, quizá, del mundo del espectácul­o español. «He tenido», dice, «decepción con la casa de discos, no con la gente. Que parece que no vendo discos en este país. Los vendí en su momento. Pero yo qué sé, son los intrínguli­s de las casas de discos y de las productora­s. Yo no paro de trabajar. Cuando no es en televisión es haciendo otro tipo de cosas. La gente me quiere, me sigue y yo estoy feliz». Lolita está en un buen momento de la vida. «Estoy en una edad en la que hago lo que me apetece. Como Concha Piquer: si hay dinero me divierto. Yo no podría haber elegido otra profesión mejor que la que he elegido. Gracias a Dios tengo la capacidad de hacerlo todo. Ni mejor que los demás, pero tampoco peor».

Siempre pura

Ser la hija de Lola Flores, de esa grande, debe pesar. Dice que cuando ella estaba viva sí estaba muy pegada. Porque era la única que la contrataba, la única que daba un duro por ella. Lo dice sin pesar, generosa y ecuánime. Inmensa esta Lola. «En el momento que muere mi madre los ojos se vuelven a mí», cuenta. «A mí no me pesa ni me ha pesado en la vida ser hija de Lola Flores. Ni de Antonio González». Orgullos de sus raíces, raza pura, Lola, siempre Lola, explica que de ser ministra, entre risas (joder, cómo es la Lola), la primera medida que adoptaría es que no hubiera censura. Ninguna. «Que la gente pueda demostrar el talento que tiene pero que no haya censura. Que la gente pueda hacer con su arte lo que le dé la gana. La libertad crece en uno y acaba en uno. El arte siempre se ha basado en la libertad de lo que uno pueda sentir y pueda transmitir. Creo por eso mismo que en el arte no debe haber censura».

Le pregunto por el feminismo y se me revuelve la Lola. «¿Por qué nos preguntan a las mujeres por el feminismo y no a los hombres?», dice. Y no deja de tener razón, aunque yo no me vea en esas. Que le he preguntado a Uoho y a Dani Martin. A Ariel Rot, David Summers y al Niño (mi niño) de Elche. «Yo ya he hablado del feminismo y no me quiero mojar más», dice con todo el arte. «Estoy hasta las narices de reivindica­r algo que no tengo por qué reivindica­r. Primero porque soy mujer», dice la tía, «y segundo porque mi casa ha sido siempre un matriarcad­o toda la vida. Lo que cada uno opine del feminismo, de las feministas o de cómo cada uno quiera llevar su vida me da igual. La libertad de cada uno empieza y termina en uno mismo». A estas alturas yo quiero que Lola sea mi mejor amiga. «A mí dejadme de política, que yo con lo mío tengo bastante. La política de mi casa es la que yo manejo». Ole y ole, Lola mi Lola. Lola, dime…

Los referentes

¿Apostamos por el talento? «Siempre. Antes que por la moda. Mis referentes son Serrat, Sabina, Pablo Alborán, Paco Becerra… hay tanta gente. Hay autores de teatro empezando y no muy conocidos que están poniendo en escena cosas interesant­ísimas. En moda, que también es un arte. Creo que a la gente hay que darle siempre una oportunida­d y ver si vale o no vale, si sirve o no sirve». ¿En qué estás, Lola? «Para el año que viene tengo un monólogo en el Teatro Español y hasta ahí puedo contar. Septiembre del 2023». ¿Y el corazón? «Yo no tiro la toalla nunca. Ni la que está sucia. Lo que pasa es que soy muy mayor y los hombres que me gustan tiene la edad de mi hijo. Tengo dos hijos maravillos­os y talentosís­imos, dos nietos a los que estoy viendo crecer y yo ahora mismo estoy en otra cosa. Tengo una vida muy feliz, soy bastante casera, pasó mi vida de bandarra (algún día también me la pego, para qué te lo voy a negar), y lo único que quiero es que cuando tenga que venir alguien, porque yo he amado mucho y me han amado mucho, y me voy al otro mundo sabiendo lo que es tener a alguien que te quiera, el que venga que no me esconda. Que no me ningunee y que me valore. Y mientras que no venga ese yo estoy feliz de la vida».

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Lolita, de 64 años, es digna representa­nte del clan de los Flores
CARLOS BUENO Lolita, de 64 años, es digna representa­nte del clan de los Flores

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