La Razón (Cataluña)

«La literatura española no ocupa el lugar que se merece en el mundo»

Arranca la Feria del Libro de Fráncfort y Daniel Fernández, presidente del Gremio de Editores, apunta las tareas pendientes

- J. Ors. MADRID

EstaEsta semana se celebra la Feria internacio­nal del Libro de Fráncfort, la más importante y la que concentra el mayor volumen de negocios del sector. España es el país invitado en esta edición y nuestra industria llega avalada con unas cifras que encuadran su dimensión de una manera exacta y concreta: los libros exportados en nuestro país ascienden a 340.5 millones de euros, las ventas de libros dejaron una factura de 2.439,93 millones y el número de sellos suman un total de 774, un dato que a su vez tiene un punto y aparte: cinco de ellos están entre los cinco más grandes del mundo.

Sin embargo, también arrastra consigo algunos inconvenie­ntes seculares que lastran su expansión y que hacen que el castellano no ocupe el papel de preeminenc­ia que debería tener en el mundo, sobre todo, si tenemos en cuenta que 460 millones de personas tienen el español como idioma nativo (alrededor del 6 por ciento de la población total de la Tierra), hay

548 millones de hispanohab­lantes y es la segunda lengua de comunicaci­ón más influyente después del inglés. A esta edición de Fráncfort asistirá una variada representa­ción de firmas, como Antonio Muñoz Molina, Enrique Vila-Matas, Arturo Pérez-Reverte, Fernando Aramburu, Bernardo Atxaga, Santiago Posteguill­o, María Dueñas, Sergio del Molino, Carme Riera, Jesús Carrasco, María Sánchez, Julia Navarro, Juan Gómez Bárcena, Carlos Marzal y Dolores Redondo, entre otros. Pero, ¿por qué no tenemos en el extranjero la fuerza que deberíamos deberíamos tener? Daniel Fernández, presidente de la Federación de Gremios de Editores de España, no duda en afirmar que «el español no ocupa el papel que le correspond­e. Durante mucho tiempo hemos estado desapareci­dos. No solo por el franquismo o por otros conflictos internos, también porque habíamos quedado fuera del canon de Harold Bloom, quien, con seguridad, no profundizó en nuestra literatura. Ahora es cuando, por ejemplo, empieza a traducirse a otras lenguas a un escritor como Quevedo. La realidad es que estábamos desapareci­dos. Hay que aprovechar esta ocasión ».

Daniel Fernández precisa asimismo que «no tenemos un lugar destacado» en el plano de las traduccion­es, una clave fundamenta­l para asentarnos más allá de nuestras fronteras y una de nuestras grandes desventaja­s. «Los franceses pelean por su lengua en todas partes. Más quisieran ellos que el francés tuviera la difusión y el peso que posee el español en el mundo. La diferencia es que ellos ponen dinero, invierten. Para Francia, la cultura es un asunto de Estado. Tienen un Instituto del Libro con una enorme financiaci­ón, aparte de que desarrolla­n ayudas a las librerías. Su empeño es mantener esa pujanza. Los franceses han comprendid­o la relevancia que tiene la cultura. Nosotros tenemos la Real Academia Española y el Instituto Cervantes, cuya labor diplomátic­a es encomiable. Este año se ha aprobado el Perte (Proyectos Estratégic­os para la Recuperaci­ón y Transforma­ción Económica). Llevamos más de cuarenta años de democracia y debemos entender que el español es nuestro petróleo».

Al otro lado del Atlántico

Según Daniel Fernández, la clave para que nuestra lengua termine alcanzando la situación que debería tener es que se trabaje «para que esté en todas partes. Necesitamo­s eso. Nuestros autores deben viajar más. Contamos con una presencia en América Latina que deberíamos aprovechar. España está entre esos países y Europa. ¿Por qué no aprovecham­os la circunstan­cia? ¿Por qué no sacamos más provecho a nuestro Liber y traemos a los agentes literarios más relevantes y los nombres más destacados del sector? No es difícil. Solo es apostar, poner algo de dinero».

Por otro lado, la pandemia ha incremento las cifras de lectores en Alemania, Francia, no tanto en Italia y sí bastante en España, que es el país donde este porcentaje ha sido el más alto. Además, contamos con narradores con un enorme calado en otros lugares, como es el caso de Fernando Aramburu, un nombre presente en Alemania, o como fue Carlos Ruiz Zafón, un verdadero paradigma de lo que se denomina «fenómeno». «Uno de los motivos por los que Houellebec­q es lo que es, aparte de sus evidentes méritos literarios y que se merezca el nombre de “enfant terrible”, es que también cuenta con el paraguas institucio­nal que le ofrece el Estado de Francia. Ellos invierten mucho en este plano. Desarrolla­n planes para sostener el mundo del libro, como reducir los alquileres para las librerías. Aquí conocemos bien esas medidas. Hubo un plan de fomento que incluía muchas de ellas y que apoyó todo el Parlamento, pero no se han aplicado», concluye.

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Uno de los expositore­s de la Feria de Fráncfort de la edición anterior
AFP Uno de los expositore­s de la Feria de Fráncfort de la edición anterior
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Daniel Fernández, del Gremio de Editores

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