El Barça, a gatillazo por gran partido
► El Barcelona desde que llegó Xavi ha perdido todos los encuentros en la cumbre que ha disputado. El Clásico del Bernabéu ha sido la última evidencia
NadaNada tuvo que ver el Barça de ayer con el de marzo. Aquél fue un equipo tácticamente perfecto que más que jugar contra el Madrid, jugó con el Madrid. Esta se vez se invirtieron las tornas. Ancelotti dio una lección antológica a un Xavi del que yo sigo pensando que acabará siendo un magnífico entrenador. Superlativo en defensa, con un Militao que secó a Lewandowski, sorprendía a la contra a unos blaugrana a los que la velocidad del que acabará siendo Balón de Oro, Vinicius júnior, volvió locos. Se notó la ausencia de Araújo, que en el partido anterior obró el milagro de mantener a raya al 20 merengue. Lo de Eric García es para mear y no echar gota: para empezar, porque con sus 1,78 carece de la envergadura necesaria para jugar de central, hoy día sus colegas superan de largo el 1,85, y tampoco es el colmo de la velocidad necesaria para cualquier futbolista que se dedique al oficio en su puesto. Participó en los errores garrafales que propiciaron los dos tantos rivales rememorando la pifia frente al Inter que sirvió en bandeja el tanto de ese oscuro objeto de deseo culé que es Lautaro.
Comparar la retaguardia del Madrid con la del Barça es como trazar un paralelismo entre Dios y un simio. Carvajal, Militao, Alaba y Mendy están a años luz de un cuarteto que dio pena: Sergi Roberto, Koundé, Eric García y Balde. De la quema se libraron el segundo, superlativo con el balón, en el corte y por arriba pese a medir lo mismo que el tal Eric García, y en cierta medida el cuarto, que a sus 18 añitos apunta maneras de pelotero grande. Sergi Roberto nunca ha sido un jugador de postín y al internacional español no sé qué le ven Xavi y Luis Enrique, pero algún día nos lo tendrán que explicar. No recuerdo tantas oportunidades dadas y tanta indulgencia con un jugador.
Enfrente no falló nadie. El tanto de Ferran fue consecuencia del fallo de un polaco al que empiezan a notársele los 34 años que tiene. Lunin no es ni será en 30 reencarnaciones Courtois, pero estuvo donde tenía que estar. Xavi solo acertó cuando rectificó alineando a un Gavi que incomprensiblemente no salió otra vez de inicio; a Ferran, desde luego a años luz de un Raphinha que o mucho cambia o acabará resultando el timo de la estampita en versión Leeds; y a un Ansu Fati que si recupera la confianza y el físico le respeta terminará convirtiéndose en el crack mundial que todos adivinamos.
En el lado contrario, mención aparte para un Toni Kroos al que le salió todo y que, salvo que cambie de opinión, se retirará por todo lo alto a final de temporada certificando por enésima vez lo bien amueblada que está su cabeza. Y qué me dicen de Fede Valverde, que increíblemente no fue titular indiscutible la pasada temporada y cuyos guarismos lo dicen todo: el rival al que más goles ha metido es el Barça. Xavi fue sincero al describir la gran debilidad del Barça: «Tenemos que competir mejor, somos un equipo en construcción, pero tenemos que madurar para competir». Dio en el clavo el de Tarrasa sobre una plantilla que ha perdido todos los partidos en la cumbre menos ese guadianesco 0-4 de marzo en la catedral blanca y un 4-2 contra un Atlético que nada tiene que ver con el de hace un lustro. La temporada pasada cayó frente al Bayern, contra el Madrid en la Supercopa y ésta ante el Bayern, el Inter y ayer contra su máximo rival. El empate contra los nerazzurri supo a derrota porque les deja con pie y medio fuera de la Champions.
La tragedia de Xavi es que ficha a quien puede no a quien quiere. Eric García y Ferran no contaban para Guardiola; Raphinha es, de momento, un bluff y Lewandowski está tardando en aclimatarse y tiene ya sus añitos. Demasiado Madrid para tan poco Barça y demasiadas palancas, para tan pobre resultado. Esto solo lo puede solucionar Xavi porque de fútbol sabe un rato. Y ojo porque empieza a estar muy cuestionado en la entidad. La cara de Laporta ayer cuando el Bernabéu cantaba a coro un inconfundible «¡Xavi, quédate!» lo decía todo.
La tragedia de Xavi es que ficha a quien puede no a quien quiere»