Primer castigo al Govern de Esquerra en el Parlament
► Sin aliados Aragonès sufre una significativa derrota con Junts en la oposición y fracasa en su intento de ir «medida a medida»
EsquerraEsquerra se llevó ayer un baño de realidad en el Parlament, un severo correctivo en la primera sesión de control desde que el partido de Aragonès asumiera en solitario las riendas de la Generalitat. Junts se estrenó ejerciendo una dura oposición frente a sus ex socios–incluso se opuso a una ley de estadística que había liderado hasta ahora– y el resto de partidos apretaron las tuercas y pusieron en evidencia la soledad de los republicanos, sin presupuestos al desdeñar la mano tendida del PSC y ante una legislatura repleta de minas.
ERC constató la soledad de sus 33 diputados con varias votaciones perdidas y pese a los empeños de Aragonès de imitar a Pedro Sánchez y sostenerse en la geometría variable lo que queda de legislatura. La más sonada y simbólica fue la ley del plan estadístico de Cataluña 2023-2028, que llegaba al pleno listo para ser aprobado tras superar la tramitación parlamentaria. Se trataba de un texto legislativo elaborado por la conselleria de Economía que, hasta que Junts abandonó el Govern el pasado 7 de octubre, dirigía Jaume Giró.
Sin embargo, los posconvergentes decidieron abstenerse como la CUP, y el proyecto de ley, inesperadamente, ha sido rechazado, al contar solo con los 33 votos favorables de ERC, frente a la suma de PSC, Vox, Cs y PP, que han votado en contra. Un toque de atención que evidencia la línea roja trazada por Junts hacia ERC y Aragonès.
Se da la circunstancia de que el dictamen de la ley fue aprobado la semana pasada por la Comisión de Economía del Parlament con el voto favorable de todos los grupos menos Vox. De hecho, el diputado poscovergente Joan Canadell justificó la abstención de su grupo por la actitud del presidente catalán, Pere Aragonès. «La ley técnicamente es votable por nosotros, porque fue elaborada por el departamento del conseller Giró, pero le falta una visión de Estado, por lo que no la votaremos a favor, porque el presidente no ha cumplido el acuerdo de investidura y nos ha engañado, con lo cual hemos perdido la confianza en él y aquí se ve».
Es más, la sesión de ayer sirvió para constatar la guerra abierta en el seno del independentismo con un duro intercambio de golpes entre Esquerra y Junts. El president Aragonès defendió a capa y espada su nuevo Ejecutivo y se escudó en una geometría variable similar a la que sustenta el Gobierno de Pedro Sánchez para tratar de salvar la legislatura ante la ausencia de un aliado estable. En este sentido, de las palabras del republicano se puede extraer su hoja de ruta: hizo llamamientos a buscar acuerdos «proyecto a proyecto, medida a medida» y apeló a Junts a salir de su «zona de confort» y abandonando el «inmovilismo». Es decir, tratará de pactar leyes o reformas puntuales con varios partidos en vez de centrarse en lograr acuerdos marco para intentar salvar un mandato muy cuesta arriba.
Además, ERC desdeña la mano tendida del PSC –el primer grupo de la Cámara– y recela por ahora de Salvador Illa porque la excesiva dependencia de los socialistas condicionaría enormemente su estrategia en el Congreso y en la mesa de diálogo.
Y el llamamiento de Aragonès fue vilipendiado por Junts a la primera: su líder en el Parlament, Albert Batet, responsabilizó al presidente de la Generalitat de la ruptura de la coalición –«Ha elegido estar solo»– y le achacó el fracaso de un Ejecutivo «insignificante».