La Razón (Cataluña)

El nuevo y preocupant­e «susto» de salud de Concha Velasco

La actriz, que en noviembre cumplirá 83 años, sufrió un contratiem­po el pasado domingo, pero la rápida intervenci­ón del centro en el que reside evitó un mal mayor

- J. S. MADRID IG

ApuntoApun­to de cumplir 83 años, Concha Velasco ve transcurri­r los días en su amplia habitación de la residencia Orpea de la localidad madrileña de Las Rozas. Allí es una de las personas más queridas y, lógicament­e, más populares. Todos, internos y familiares quieren hacerse fotos con ella. Ya ha pasado poco más de un año desde su retirada definitiva como actriz. Fue el 8 de septiembre en el teatro Calderón de Valladolid, su tierra natal, donde representa­ba la obra «La habitación de María». Su despedida desde el escenario fue tan triste como entrañable: «Gracias por estos aplausos tan cariñosos. Hoy es mi última interpreta­ción, mis hijos quieren que deje de trabajar, que no haga giras, así que esta tarde será la útima vez que me vean».

Poco después ingresaba en una primera residencia geriátrica del centro de Madrid, donde pasó unos meses, pero su habitación era demasiado pequeña para decorarla con los recuerdos más entrañable­s de toda una vida. Además, quiso cambiarse a otro centro en el que pudiera pasear por amplios jardines, y lo encontró en las afueras de la capital, en Las Rozas, en la residencia Orpea Punta Galea de esa localidad.

Personas cercanas a la actriz aseguran que en el primer lugar, la mensualida­d era de unos mil ochociento­s euros, y ahora la cuota asciende a dos mil quinientos. Parte de la cantidad la paga la Aisge (Artistas, Intérprete­s, Entidad de Gestión de Derechos de Propiedad Intelectua­l), que se ocupa de ayudar económicam­ente, entre otros cometidos, a sus miembros si lo necesitan.

Fue su hijo Manuel quien explicó que «ingresar a mi madre ha sido una decisión difícil, pero es que no se encuentra bien, su estado físico se fue complicand­o y ni mi hermano ni yo somos cuidadores profesiona­les. Había que buscar una solución, porque mi madre ha perdido mucha movilidad de cintura para abajo durante la pandemia, tuvo un bajón anímico y el aparato digestivo fastidiado. Mi hermano y yo no deseamos que nuestra madre se muera subida a un escenario».

Ahora se encuentra mejor, e incluso le permiten visitas de familiares y amigos entre las cinco y las ocho de la tarde entre semana, y puede salir sábado y domingo. Un familiar de otra interna, que suele con la actriz a menudo, desvela que «es una mujer extraordin­aria, aquí se siente bien, pero reconoce que echa muchísimo de menos su trabajo, sobre todo, el teatro. Es que creo recordar que desarrolló su profesión durante casi setenta años. En la residencia es muy querida, habla con todo el mundo y disfrutamo­s muchísimo escuchando sus anécdotas. Es como un libro abierto».

Hace tan solo unos días sufrió un pequeño susto, un problema de salud que fue atajado inmediatam­ente. El mismo Manuel informa de que «mi madre ya se encuentra bien, está controlada y se encuentra en las mejores manos», pero no aporta más datos al respecto. respecto. Sabemos que está al día de todo lo que ocurre en el exterior, ve la televisión y lee periódicos a diario. Hasta se permite opinar de temas tan actuales como el de la ruptura entre Tamara Falcó e Íñigo Onieva. Ella conoce bien el problema de las infidelida­des, las vivió durante su unión con el fallecido Paco Marsó. Pero, según le contó a su amiga, la periodista Beatriz Corázar, «una infidelida­d no es para tanto, la que se ha liado. Pobre chaval, lo que le está cayendo encima».

Miedo a morir

Cuando se encuentra bien, algunos fines de semana la recoge Manuel y la lleva a ver obras de teatro. No quiere desvincula­rse totalmente de un mundo que le ha dado tantos éxitos y alegrías. Su hijo es quien ha desvelado que «mi madre está alojada en una suite de sesenta metros cuadrados, con todas las comodidade­s, le hemos llevado muchos objetos personales para que se sienta como en casa. La cuidan estupencha­rlar

«Mi madre está bien, muy controlada. Se encuentra en las mejores manos», tranquiliz­a su hijo

damente». En esa habitación pueden contemplar­se fotografía­s y premios personales, recuerdos que le recuerdan sus mejores años de esplendor.

Tras serle diagnostic­ado un linfoma que la llevó al quirófano en cuatro ocasiones, Concha Velasco llegó a confesar al que esto escribe que «tuve miedo a morir, llegué a pensar que no salía viva de aquello. Cuando me lo descubrier­on me puse a llorar y sentí un ataque de pánico». Afortunada­mente, superó la enfermedad y pudo regresar al trabajo. Ahora reconoce que «tengo una artrosis tremenda», una patología reumática que lesiona el cartílago articular y afecta al tejido que recubre los huesos que forman las articulaci­ones. Y, lo peor, produce fuertes dolores cada vez que realiza movimiento­s con las partes de su cuerpo afectadas. Ese fue una de las causas que aconsejaro­n su retirada profesiona­l. Hoy, una de las grandes damas del teatro español recuerda con orgullo los éxitos vividos y se alimenta de ellos.

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Concha Velasco, junto a Isabel Díaz Ayuso, en una de sus últimas imágenes en la residencia

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