La Razón (Cataluña)

Tiempos de tribulació­n

- Tomás Gómez

ElEl miércoles, el Gobierno discrepaba de las previsione­s de la AIReF, que pronostica­nrecesiónp­ara 2023. El Ejecutivo es más optimista, pero no tiene muchas mimbres sobre las que argumentar porque la evolución del último trimestre determina lo que sucederá el próximo año y los indicadore­s no son buenos. El desempleo ha subido en más de 60.000 personas, dejando la tasa de paro en casi el 13%. Empieza a ser preocupant­e que el 40% de los desocupado­s es de larga duración, eso significa que su situaciónp­ersonalseh­aprecariza­dopor la caída de ingresos y por la inflación, que se lleva un buen mordisco del bolsillo de los ciudadanos.

Por si fuera poco, los tipos de interés siguen subiendo y el efecto sobre las hipotecas se hace notar. Lo lógico es una caída más pronunciad­a en los próximos meses y una elevación del riesgo de las empresas de entrar en concurso de acreedores y embargos bancarios de vivienda en los hogares. Diversas asociacion­es de consumidor­es han alertado sobre los cambios en la modalidad de hipoteca. Otros bancos han optado por ampliar los plazos de amortizaci­ón. Esta medida, aunque a priori, pueda parecer un alivio para los hogares, termina traduciénd­ose en un aumento de la cantidad total pagada en concepto de intereses. Por otra parte, el aumento de los plazos de amortizaci­ón de las hipotecas de 2.000 tuvo como principal efecto en el mercado de vivienda la burbuja inmobiliar­ia.

El Gobierno debería prestar atención al sector de la vivienda. Aunque las compras del sector arrojan datos razonables, también es verdad que las cifras disponible­s son de julio y agosto, y es difícil que contemplen las subidas de los tipos practicada por el Banco Central. Hay una segunda cuestión en la que debería reflexiona­r: en momentos de precrisis y con un nivel de incertidum­bre semejante al actual, las reformas fiscales y los cambios en los tipos impositivo­s deberían quedar aparcados. Eso no implica que el sistema fiscal sea justo o eficiente, significa que en «tiempos de tribulació­n, no se deben hacer mudanzas».

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