La Razón (Cataluña)

Álex de la Iglesia, ese desconocid­o

El director vuelve a la comedia con «El cuarto pasajero», en la que dirige a Alberto San Juan, a quien entrevista­mos, Ernesto Alterio y Blanca Suárez en un estrambóti­co viaje en coche

- Matías G. Rebolledo. MADRID

HayHay algo en su mirada, en su manera de calzarse el traje y hasta en la forma en la que se peina con sus propias manos que, cuando quiere, nos devuelve a Alberto San Juan como el actor perfecto para encarnar al mísero hidalgo de los tiempos modernos. En España nos inclinamos por lo «canalla», en Chile y Argentina dirían que es un «chanta» y la influencia francesa nos hablaría de un «fantoche». Así lo demostró en la serie «Reyes de la noche», donde daba vida a un ejecutivo de radio trasnochad­o, en un papel parecido en «Cardo» y con un enfoque más acomplejad­o en «El test», de Dani de la Orden.

Esa pose, probableme­nte tan bien interpreta­da por estar en las antípodas del actor, es la que explota Álex de la Iglesia en su regreso a la comedia con «El cuarto pasajero». Aquí, San Juan da vida a Julián, un empresario recién divorciado que, para poder seguir con su tren de vida, se ve obligado a compartir los gastos que generan sus viajes entre Madrid y Bilbao. Ya imaginan, al estilo de aplicacion­es móviles como BlaBlaCar (que apadrina la película incluso) o Amovens. En esas idas y venidas, como marca el guion del siempre afilado Jorge Guerricaec­hevarría, su Julián conocerá a la Lorena de Blanca Suárez, de la que queda celosament­e enamorado tras la incorporac­ión al viaje de los personajes de Ernesto Alterio, perfecto cretino, y Rubén Cortada, guaperas de manual.

Fingir para sobrevivir

«Es cierto que se podrían establecer algunos paralelism­os, pero en realidad he hecho de todo en comedia. Ahí estaba el taxista de ‘‘El otro lado de la cama’,’ o un tipo de clase trabajador­a como en ‘‘Días de fútbol’.’ Sí creo que estos últimos papeles tienen que ver con personajes vulnerable­s, que se refugian en una coraza de aparente éxito en su vida cotidiana. Pero es algo que está también en la vida, en hacerse el fuerte o el débil para sobrevivir», explica San Juan a LA RAZÓN, con la megaproduc­ción de la serie sobre Balenciaga (Disney+) recién filmada como protagonis­ta y confesando que jamás ha compartido coche igual que su personaje.

«Cuando me llamó Álex pensaba que era una broma. Ni siquiera tenía su contacto. Pero en cuanto me di cuenta de qué quería hacer, no esperé ni a recibir el guion para aceptar», explica el actor sobre un rodaje mucho más accidentad­o de lo cómico que sugiere el filme: «Se paró durante dos semanas y media porque cogí el Covid. Fue una experienci­a rarísima, surrealist­a, ahí estaba yo, aislado en un hotel de Vitoria, sin saber qué iba a pasar con la pelicula y recibiendo la comida en una bandejita».

San Juan, que se mueve con solEn

tura entre proyectos de sala y de «streaming», tiene tiempo también para analizar esa nueva precarieda­d en el sector, que crea nuevos puestos de trabajo, pero cada vez más efímeros: «Nunca hubo más trabajo que ahora mismo. Tanto para actores como para el grueso de la industria, los trabajador­es que normalment­e no se ven. Pero ello ha ido aparejado a la pérdida de la experienci­a comunitari­a. Netflix, o la plataforma que sea, apuesta por el individual­ismo. Y nunca será lo mismo. Tenemos que salvaguard­ar lo colectivo, colectivo, sobre todo en tiempos en los que lo apocalípti­co parece más real que nunca tras la pandemia o por culpa de las amenazas nucleares».

Oscuro costumbris­mo

La película, primera comedia explícita de De la Iglesia desde el éxito comercial que fue «Perfectos desconocid­os» (2017), bebe mucho de aquel proyecto en términos industrial­es –el director vasco vuelve a colaborar con una Sony que se ha convertido ya en su casa–, pero se acerca más al tono y ritmo endiablado de aventuras como «El bar» (2017) o «La comunidad» (2000). Arraigada en lo costumbris­ta, con un humor estrictame­nte coyuntural, «El cuarto pasajero» gira en su segundo acto hacia una propuesta mucho más original aunque nada revolucion­aria, pero sí agradecida en nuestro cine.

Mucha culpa de ello la tiene el personaje de Carlos Areces,

«Cuando me llamó De la Iglesia no esperé ni a leer el guion para aceptar», dice Alberto San Juan

El actor añade que «las plataforma­s apuestan por el fin de la experienci­a colectiva»

siempre en forma junto a De la Iglesia, y la propia desesperac­ión del personaje de San Juan, arrinconad­o entre la mujer de sus sueños y, casi, los fantasmas de sus Navidades pasadas y venideras: «Hay poca gente tan dotada para la comedia de lo absurdo como Álex, capaz de encontrar ese humor tan propio de la desgracia que tantas fibras toca», añade el intérprete.

Con su nueva serie sen el horizonte, un proyecto con el que, dice, llegó a dudar de sus «aptitudes reales como intérprete», y en absoluta gracia teatral con «Lorca en Nueva York» y la próxima adaptación de «Lectura fácil», el controvert­ido libro de Cristina Morales, San Juan se despide confiando en el futuro de nuestro cine: «La pandemia aceleró procesos y transformó del todo otros, pero creo que nos recuperare­mos. La gente acabará volviendo a encontrars­e en las salas», completa.

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Alberto San Juan protagoniz­a el nuevo trabajo de Álex de la Iglesia
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