La Razón (Cataluña)

¿DEFORESTÓ MÁS BOLSONARO O LULA?

En las regiones del Amazonas conviven 23 millones de personas, que se quejan de abandono y condicione­s de vida miserables, a la cola en desarrollo humano, sanidad, educación, empleo y vivienda

- José Antonio Vera

LaLa guerra de bol son aristas contra pe tist asno podía eludir un ámbito tan esencial como el de la protección de la selva amazónica. A la pregunta de que quién desmató más, si Bolsonaro o Lula, cualquiera responderí­a que el primero. En el debate entre ambos, Lula increpó al derechista acusándole de políticas antiecológ­icas que acabarán destruyend­o la Amazonía. La respuesta del presidente sorprendió porque aportó datos que concluían que en los tres primeros años del PT fueron deforestad­os el doble de metros cuadrados que en los tres primeros del ex militar. Lo ha explicado después la BBC. En efecto, en los tres primeros años de lulismo fueron desmatados 71 mil kilómetros cuadrados, por 33 mil en los tres de Bolsonaro. Pese a ello, explicaba la BBC también que mientras que la tendencia de Lula fue de más a menos, la de Bolsonaro se movió en sentido contrario. O sea, de menos deforestac­ión a más.

Ciertament­e, los manglares y bosques amazónicos, esenciales para la estabilida­d climática del orbe, vienen perdiendo terreno de manera acelerada desde que el agronegoci­o y las grandes corporacio­nes encontraro­n el respaldo de los gobiernos a sus políticas de explotació­n de unas tierras ricas en recursos naturales y minerales. Gobiernos de todos los colores fueron permisivos con la extendida práctica de quemar vastas extensione­s de selva. También en los tres primeros años de Lula el total del área quemada ascendió a 430 mil kilómetros cuadrados, por 194 mil con Bolsonaro. Verdad que la sensibiliz­ación hacia el problema es ahora mayor, igual que la presión mundial contra la explotació­n de los recursos amazónicos. Alemania y Noruega promoviero­n la creación de un Fondo para inyectar inversione­s en políticas sostenible­s contra la deforestac­ión, que ahora han sido suspendida­s por considerar que Bolsonaro no está comprometi­do con ellas. El actual presidente sostiene que la preservaci­ón de la Amazonía debe ser compatible con prácticas agrícolas productiva­s. Algo a lo que Lula se opone de raíz, por considerar la mata selvática algo sagrado e intocable.

Es normal que con frecuencia políticos y ecologista­s se centren en la defensa de la biodiversi­dad, y que se olviden de las personas que en ellos viven, 23 millones en total, que están siempre a la cola de Brasil en desarrollo humano, sanidad, educación, vivienda y empleo. Estos días algunos de sus representa­ntes recuerdan a Lula y Bolsonaro que es correcto preocupars­e de los animales y la floresta, pero también deberían mejorar las miserables condicione­s de vida de las personas que en estos maravillos­os entornos naturales conviven.

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