Una tarde de Reyes y esperanza
► La Familia Real acaparó los aplausos de los curiosos que se acercaron ayer al Teatro Campoamor
ElEl aguacero que algunos pronosticaban quedó en nada, pero dejó, sin embargo, un cielo más propio de una obra del Greco que de un día de fiesta. Sobrevino una tarde más desganada que un al mediodía de domingo donde la alegría era más ambiental que meteorológica. En las inmediaciones del Teatro Campoamor se reunió una multitud de curiosos para ver a los ganadores de esta edición de los Premios Princesa de Asturias. Había aquí mucha chavalería chavalería con móvil, porque hoy ya lo que no se graba/fotografía ya se sabe que no existe; también hacían acto de presencia unos voluntariosos ecologistas que reivindicaban más ayudas para preservar la vida de los lobos y, por supuesto, por aquí y allá, se dejaban notar numerosas bandas de música ataviadas con trajes regionales y que portaban gaitas y estandartes. En los balcones y las ventanas de los edificios edificios se veían abundantes banderas, un adorno casi tradicional durante este evento. Este fue un año con menos aplausos que otros anteriores, con menos gente arremolinada alrededor de las vallas de seguridad. Incluso los que suelen aprovechar esta ocasión para dejarse notar y hacer reivindicaciones, dejaban la triste impresión de estar alicaídos. De hecho, la presencia de algunos galardonados, como Eduardo Matos Moctezuma, que no goza de la popularidad de un Martin Scorsese y que no es igual de conocido que un Francis Ford Coppola, pasó más bien desapercibida en la entrada del Campoamor. Tampoco tuvo un recibimiento demasiado especial un hombre de la talla profesional de Shigeru Ban, de traje negro y una camisa blanca de corte oriental que dejaba bastante claro cuál era su procedencia natal. Un arquitecto talentoso y de indiscutible originalidad, sin duda, pero también de una presencia hierática y que parece transmitir más a través de sus valientes diseños arquitectónicos que con su moderado y discreto temple. Los que sin duda sí despertó el entusiasmo popular fueron Carmen Linares y María Pagés, que después también se lucirían en el escenario. Lo suyo es carisma al cien por cien. Pero, una vez más, lo que el público aguardaba con evidente impaciencia era la llegada de la Familia Real. Nadie quedó defraudado. Por la mañana solo estaban los Reyes, la princesa Leonor y la infanta Sofía. Pero, por la tarde, se sumó a ellos la Reina Sofía, que es muy apreciada en Oviedo. Una sorpresa para los que no estaban al tanto. Todos juntos se detuvieron a saludar, el público los aplaudió con vivacidad y después posaron para los fotógrafos que aguardaban a la entrada. El Premio de la gente fueron ellos.