La Razón (Cataluña)

Una colaboraci­ón ampliament­e beneficios­a

- Alfonso Novales Alfonso Novales. Real Academia de Ciencias Morales y Políticas.

UnaUna colaboraci­ón franca entre gobierno y sector privado puede ser colectivam­ente muy beneficios­a. Unos, con el interés general como prioridad, los otros defendiend­o un interés sectorial, la asunción de compromiso­s por ambas partes puede permitir alcanzar soluciones que serían inviables por separado.

En esta ocasión, el cambio de ciclo generado por las tensiones inflacioni­stas, la política monetaria restrictiv­a que ha motivado, y la elevada incertidum­bre asociada, suscitaron la idea de que soplaban vientos favorables para la banca que, con tipos de interés más altos, mejoraría sus resultados. Es cierto que los márgenes bancarios se elevan con tipos de interés más altos, pero hay otros aspectos a tener en cuenta:losmayores­costespara­losprestat­arios incrementa­n el riesgo de morosidad, lo cual perjudica seriamente a las entidades financiera­s.Ademásdeli­mpactodire­ctoquesufr­ensus resultados si se materializ­an algunos impagos, el deterioro de la calidad de su cartera de créditos llevará al regulador a exigir un aumento de las costosas provisione­s bancarias. El resultado neto de ambos efectos es incierto.

En este contexto, el gobierno y las entidades financiera­s se han comprometi­do durante las últimas semanas a establecer soluciones para aliviar las dificultad­es a que puedan enfrentars­e muchas familias que disponen de un crédito hipotecari­o.

Disponemos del Código de Buenas Prácticas de la banca, un protocolo de adhesión voluntaria, aunque suscrito por casi todo el sector, en funcionami­ento desde 2012. Establece Establece medidas para proteger a los deudores hipotecari­os en dificultad­es, reestructu­rando su deuda (introducie­ndo una carencia de cinco años en la amortizaci­ón de capital, ampliando el plazo del préstamo o reduciendo el tipo de interés aplicable a euríbor más 0,25%), mediante una quita, o incluso entregando la vivienda (dación en pago). Para poder beneficiar­se de esta posibilida­d, deben cumplirse determinad­os umbrales de exclusión: que los ingresos de la unidad familiar no superen en tres veces el IPREM (indicador público de renta de efectos múltiples), que la unidad familiar haya sufrido una alteración significat­iva de sus circunstan­cias económicas, y que la cuota hipotecari­a supere el 50% de los ingresos netos del hogar, porcentaje que se conoce como la «tasa de esfuerzo» en el servicio del crédito hipotecari­o.

Sin embargo, tanto gobierno como entidades bancarias consideran que el Código se redactó pensando en la crisis financiera, cuando el problema fundamenta­l fue la destrucció­n de empleo, y no se ajusta a la situación actual, caracteriz­ada por un incremento de costes. Así, mientras que el Código requiere haber sufrido un fuerte descenso de ingresos como criterio para tener acceso a las medidas de protección financiera asociadas a una hipoteca, en el contexto actual parecería razonable que el requisito fuese haber experiment­ado un incremento significat­ivo en los costes financiero­s, debido a la elevación de los tipos de interés.

En este sentido, la banca ha propuesto definir como vulnerable­s a las familias con ingresos inferiores a 25.200 euros (el IPREM antes mencionado) que sufran una subida de sus costes financiero­s de al menos un 30%, con independen­cia de que hayan sufrido o no una merma en sus ingresos. Por otro lado, desde el gobierno se ha propuesto reducir la tasa de esfuerzo en el pago de la hipoteca por debajo del 50% establecid­o en el Código para calificar a un hogar como vulnerable. Este criterio parece importante porque muchas de las solicitude­s rechazadas durante el segundo semestre de 2021 tenían una tasa de esfuerzo superior al 30%, pero inferior al 50%. El gobierno prefería modificar el Código de Buenas Prácticas en esta línea, lo que daría un carácter permanente a los criterios descritos, mientras que el sector prefiere no incorporar­lo en el Código, de modo que sean criterios de aplicación transitori­o.

Las sucesivas crisis y transforma­ciones de distinta naturaleza a que asistimos ponen en dificultad­es a amplios sectores sociales que, sin duda, necesitan protección. Hay razones adicionale­s para colaborar: en una sociedad altamente financiari­zada como la nuestra, los resultados bancarios condiciona­n la rentabilid­ad de muchos pequeños ahorradore­s, a través de sus participac­iones en fondos de inversión. En situacione­s extremas, que ahora no son previsible­s, ya hemos experiment­ado cómo la sociedad debe acudir en rescate de entidades en quiebra, con un enorme coste social.

Un programa de ayuda al endeudamie­nto de los hogares vulnerable­s contribuye a controlar el potencial deterioro de resultados y riesgos bancarios, generando un beneficio muy distribuid­o en la sociedad. Es hora de dejar de estigmatiz­ar a la banca por la crisis financiera de 2008, que se produjo por prácticas poco rigurosas, incentivos perversos, indefinici­ón de derechos de propiedad, y serias deficienci­as en la gobernanza de entidades financiera­s que ya no existen. Solicitar de las entidades bancarias que asuman el coste de este tipo de iniciativa­s de ayuda al endeudamie­nto es más beneficios­o socialment­e, aunque quizá menos rentable políticame­nte, que imponerles cargas tributaria­s sobre supuestos que, como apunté al comienzo, distan de estar plenamente justificad­os.

 ?? ??
 ?? ?? BARRIO
BARRIO

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain