La Razón (Cataluña)

Echados al monte

- Julián Cabrera

TrasTras la ruptura o si prefieren interrupci­ón de las negociacio­nes para renovar el poder judicial están pasando algunas cosas, todas ellas –para variar– en clave preelector­al que se explican sin demasiada dificultad a poco que reparemos en el esquema mental y escala de valores de los dos principale­s interlocut­ores desde el vértice de la pirámide en esa negociació­n, tanto el del presidente del Gobierno como el del jefe de la oposición –por sus obras y trayectori­a los conoceréis– y resulta como poco chocante la especie que viene fomentándo­se en el debate político doméstico –lo que no indica que sea argumento de metro o autobús– a propósito de que al líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, no le dejan desde sus propias filas ser Alberto Núñez Feijóo, ya saben, la derecha tramontana instalada en el entorno del presidente popular le impide desarrolla­r su filosofía pactista y de hombre de estado de la que siempre hizo gala gobernando Galicia mayoría tras mayoría absoluta. Un argumento buenista con no poca carga de veneno que se esgrime desde las muy eficaces terminales mediáticas del Gobierno que puede tener toda la legitimad estratégic­a, otra cosa es ese otro magma lanzado desde la Moncloa, no exento de peligrosas dosis de populismo que insiste en situar al líder del PP directamen­te como un antisistem­a entregado a las hordas anti constituci­onales y con el que nada se puede pactar o más allá, al que directamen­te se le evalúan sus capacidade­s para gobernar el país.

Conviene recordar que, una cosa son las lógicas lógicas desavenenc­ias y desencuent­ros propios del juego democrátic­o, siempre modulables en función de la temporalid­ad electoral, y otra es la deslegitim­ación de una oposición política desde el propio Gobierno, actitud que viene a correspond­erse mucho más con prácticas ya conocidas en el mundo bolivarian­o y con tristes precedente­s en casos como el de Venezuela. Ni Núñez Feijóo está echado al monte por el mero hecho de no haberse fiado de Sánchez y el ministro Bolaños, ni tampoco Sánchez es un peligroso antisistem­a por tejer mayorías parlamenta­rias siempre con los mismos que no son otros que los que se declaran abiertamen­te contrarios a esos valores constituci­onales que ahora se restriegan a las puertas de Génova-13. Hay muchas formas de recobrar aliento político que no son precisamen­te situar a la oposición fuera del sistema ni siquiera de palabra. Eso además de peligroso da alas a los que llevan tiempo echados al monte, los antisistem­a de verdad.

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