«Guerra de misiles»: Kim amenaza con un ensayo nuclear
► Corea del Sur acusa a Pyongyang de «invasión» tras lanzar 23 proyectiles y que uno de ellos cayese en sus aguas
Las pruebas de detonación de armas nucleares y los lanzamientos de misiles balísticos no son nada nuevo en lo que respecta a Corea del Norte. Su frecuencia y la retórica cada vez más agresiva de Estados Unidos en respuesta a ellas son factores reveladores. En una nueva y alarmante escalada, Kim Jong Un disparó ayer al menos 23 misiles, incluido uno que cayó cerca de aguas territoriales surcoreanas, por primera vez desde el final las hostilidades de la Guerra de Corea en 1953.
Desde el amanecer, Seúl se vio sorprendida por una estela de disparos de hasta 23 misiles de distintas características desde las costas oriental y occidental de Corea del Norte, en una avalancha que el presidente Yoon Suk Yeol calificó de «invasión territorial». Asimismo, indicó que al menos uno de ellos cayó a 26 kilómetros al sur de la Línea de Restricción del Norte, a 57 kilómetros de la metrópoli surcoreana de Sokcho, en la costa oriental, y a 167 kilómetros de la isla de Ulleungdo. Ulleungdo, un popular destino turístico, se encuentra a unos
50 km de los islotes de Takeshima, reclamados por Japón y controlados por Seúl. La Prensa local informó de que la alerta pedía pedía a los residentes de la isla que «evacuaran al refugio subterráneo más cercano».
En respuesta, aviones de guerra surcoreanos dispararon tres misiles aire-tierra en el océano, al norte de la NLL, según la marina del Sur. Un oficial mencionó que las armas utilizadas incluían un AGM-84H/ Ok SLAM-ER, un arma de asalto de precisión «stand-off» de fabricación estadounidense que puede volar hasta 270 kilómetros con una ojiva de 360 kilogramos. Estas contramedidas se produjeron después de que la oficina de Yoon prometiera una «respuesta rápida y efide caz» para que los norcoreanos «paguen el precio de la provocación».
En un ojo por ojo, el reino ermitaño disparó más tarde alrededor de 100 rondas de artillería, en una «zona de amortiguación» militar frente a su costa oriental. Lamentablemente, estos lanzamientos se produjeron tres días después de que Yoon declarara una semana de luto en todo el país, pues más de 150 personas murieron en una avalancha de personas durante el fin de semana. Japón también confirmó los disparos de misiles norcoreanos, con el primer ministro Fumio Kishida
declarando que planeaba convocar una «reunión de seguridad nacional urgente».
El lunes, el régimen norcoreano declaró que la situación en la Península «ha entrado en una fase de grave confrontación ». Este pronunciamiento se produjo horas después del inicio de las mayores maniobras aéreas conjuntas entre E E UU y Corea del Sur –bautizadas como «Tormenta vigilante»–, en las que participan varios centenares de aviones de ambos países. Los ejercicios, que finalizarán el viernes, incluyen unas 1.600 salidas. Pyongyang exigió a la Casa Blanca y a los surcoreanos el cese inmediato de las maniobras. Pak Jong Chon, miembro del Politburó del Partido, se mostró además ofendido con el nombre de los ejercicios, por imitar la Operación Tormenta del Desierto dirigida por Washington contra Irak en los años noventa.
La dictadura norcoreana lucha incesantemente por sobrevivir frente a tres países –Corea del Sur, EE UU y Japón– cuyo poderío militar es hasta cien veces mayor. Los juegos de guerra se producen en medio de una escalada en la península coreana. Después de años de relativa tranquilidad tras varias rondas de diplomacia bajo el presidente estadounidense Donald Trump y el presidente surcoreano Moon Jae In, Pyongyang ha realizado un número récord de pruebas de misiles en 2022.
A finales de enero, Kim ordenó en una reunión del Politburó del Partido de los Trabajadores norcoreano una revisión de la terminación de la moratoria autoimpuesta por su país sobre las armas nucleares y las pruebas de misiles balístico sin ter continental es, echando por tierra cualquier expectativa de des militarización que pudieran tener Estados Unidos o Corea del Sur.
Así pues, Washington y Seúl sospechan que Pyongyang prepara un ensayo nuclear militar, el primero desde 2017. Los dos aliados han optado por aumentar el número de maniobras militares conjuntas en un intento de disuadir al régimen norcoreano de llevar a cabo esta supuesta prueba atómica. En el poder desde 2011, Kim enarbola regularmente la amenaza de las armas nucleares, provocando fuertes tensiones en la región pero en particular con EE UU.