La Razón (Cataluña)

La Venus de Milo con sus cajones llegan al Teatre-Museu Dalí

► El centro dedica una exposición a la obsesión del artista surrealist­a con la célebre escultura

- Víctor Fernández. BARCELONA

Probableme­nte sea la Venus de Milo la escultura más famosa de todos los tiempos. Su indudable belleza y el enigma de sus brazos desapareci­dos hacen de ella una fascinació­n en mármol. A Salvador Dalí siempre le sedujo aquella obra, aquella mujer de piedra y la convirtió en un elemento más de su imaginario surrealist­a.

Ese es precisamen­te el tema de una exposición que en estos días puede verse en Figueres, concretame­nte en el Teatre-Museu Salvador Dalí. La muestra es una buena oportunida­d para conocer las «surrealist­ización» de la Venus a la que Dalí vistió con varios cajones.

Una de las principale­s novedades principale­s en esta propuesta expositiva radica en la manera de presentar la daliniana «Venus de Milo con cajones», procedente de la colección permanente del Art Institute of Chicago, pero que llega al museo de Figueres en préstamo digital, algo que habría fascinado al mismo Dalí. Para ello, se ha realizado una creación holográfic­a que se presenta en una pantalla OLED transparen­te LG que, al mismo tiempo, quiere ser un homenaje a los hologramas que Dalí creó durante los años setenta con la colaboraci­ón del Premio Nobel de Física Dennis Gabor. También puede contemplar el visitante una escultura física, así como óleos, dibujos, estudios preparator­ios, fotografía­s, documentac­ión diversa, además de la proyección de un fragmento de la cinta «Autoportra­it mou».

Uno de los puntos que se ha querido subrayar en esta exposición, comisariad­a por Laura Bartolomé, es que Dalí sirvió como puente de su tradición creativa con la de los creadores del Pop Art gracias a su intervenci­ón en la escultura. No se puede olvidar que Andy Warhol siempre estuvo atento a cuanto hizo aquel a quien veía como uno de sus maestros.

En este sentido, el estadounid­ense, tan amante de llevar a la altura de obra de arte lo cotidiano, no podía ocultar su fascinació­n por el hecho de que esta pieza helenístic­a, por obra e ingenio del de Figueres, se convirtier­a en un mueble. Como destacó la pasada semana Montse Aguer, directora de la Fundació Dalí, junto con la obsesión por la pintura «El Ángelus» de Millet, la Venus de Milo le sirvió al artista para desarrolla­r su método paranoico-crítico de interpreta­ción de la realidad. La escultura Venus de Milo con cajones es una de las piezas que Dalí quiso que formaran parte de la que es su mejor obra: su propio museo.

En la muy peculiar autobiogra­fía «Vida secreta de Salvador Dalí por Salvador Dalí», su autor da algunas claves del origen de esta fascinació­n por unir lo clásico con lo moderno: «Mi gloria surrealist­a no valía nada. Debía incorporar al Surrealism­o en la tradición. Mi imaginació­n debía volver a ser clásica». Con estas palabras, Dalí, ya distanciad­o del grupo surrealist­a bretoniano, se adelanta al verso de «Sol, i de dol», el poemario de su querido amigo J.V. Foix: «M’exalta el nou i m’enamora el vell».

La Guerra Civil marcó poderosame­nte a Dalí. Había motivo. Su familia vivió una situación desastrosa en Cadaqués, algo que supo el pintor al final de la contienda. Por otro lado, por el camino perdió a uno de sus mejores amigos, Federico García Lorca, asesinado por el fascismo en Granada. En su libro «Confesione­s inconfesab­les» encontramo­s el origen de su personal Venus: «El caos español me trastornó y los monstruos de la Guerra Civil invadieron mis telas [...]. La muerte, la nada, la abyección del odio me acosan. Mi sistema paranoico-crítico funciona perfectame­nte. En plena desesperac­ión, sigo pintando y exaltando mi vértigo. Invento la Venus de Milo con cajones...»

En la muestra puede verse una recreación digital de la escultura daliniana que hay en Dallas

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La exposición combina pintura y escultura del genio ampurdanés

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