La Razón (Cataluña)

El cuñadismo y otras necedades parecidas

El director Darío Facal regresa a las Naves del Español con una sátira sobre nuestras contradicc­iones a la hora de interpreta­r el mundo y de actuar en él

- Raúl Losánez. MADRID

Sitantagen­teanuestro­Sitantagen­teanuestro alrededor nos parece idiota, ¿no es bastante probable que nosotros también lo seamos? ¿Dónde se meten todos esos idiotas si nadie se reconoce como uno de ellos? Estas preguntas, y muchas otras, son las que se ha hecho durante el proceso de trabajo el equipo artístico de «Elogio de la estupidez», la última propuesta del dramaturgo y director escénico Darío Facal, con un reparto formado por Agus Ruiz, Bárbara Santa-Cruz, Mario Alonso y Ana Janer. Desde luego, nada mejor que mirarse uno a sí mismo en el espejo antes de señalar las faltas en los demás y reírse de ellas. Eso, lo de advertir los defectos y ridiculiza­rlos con humor, es lo que pretende siempre la comedia satírica, que es el género en el que se mueve esta vez el inefable Facal, aunque el director sabe bien que tanto más eficaz y poética resulta una sátira cuanto menos excluyente e interesada trata de ser. Por esta razón usa la primera persona, y no la tercera, cuando habla de su propósito como autor del espectácul­o: «Para poner la estupidez humana en primer plano me parecía que era necesario hablar de mi propia estupidez, la nuestra, la de todos. Hemos querido hacer un retrato generacion­al de la confusión y contradicc­iones para vivir hoy y para colocarnos moralmente ante el mundo».

«Elogio de la estupidez» hace un guiño en su título a la obra de Erasmo de Rotterdam «Elogio de la locura», en la que el sustantivo «locura» significa, más que nada, «insensatez» o, atendiendo a una traducción directa del latín, «estulticia». Sin embargo, ha sido la novela póstuma de Gustave Flaubert «Bouvard y Pécuchet» la que ha inspirado a Facal –muy libremente, eso sí– en la construcci­ón de la trama y los personajes. El relato del escritor francés sobre dos amigos que, merced a la herencia que recibe uno de ellos, deciden retirarse al campo a cultivarse intelectua­lmente, y que no dejan de darse batacazos con la realidad cuando tratan de aplicar su nueva y supuesta sabiduría, se convierte aquí en una comedia sobre tres amigos que comparten piso y que intentan sobrevivir en un mundo en crisis que, probableme­nte, jamás llegarán a conocer como aparentan o como quisieran. «La obra habla con ternura y humor de unos personajes que viven en la confusión y en la contradicc­ión permanente –explica el director–, pero no hay que pensar en una estupidez evidente ni obvia. Eso es una cosa que me interesaba mucho de la novela de Flaubert y me ha servido mucho como fuente de inspiració­n: esa idea, que, además, ha sido tratada también por filósofos e historiado­res sobre que la estupidez es invisible. De hecho, viene revestida de

aparente inteligenc­ia y de un argumentar­io en teoría sólido. En este sentido, nuestros personajes no son seres incapacita­dos para la reflexión, sino todo lo contrario: son personajes que están luchando por ser coherentes, por hacer el bien y ser consecuent­es con sus ideas. Y es en esa lucha, que es en la que creo que estamos muchos, donde cometen estupidece­s».

Herencia de Flaubert

En cuanto a la puesta en escena, también hay cierta herencia de Flaubert en el tono de farsa que quiso dar a su novela –ha sido definida en ocasiones como una farsa filosófica–. Facal, cuyo estilo creativo como director podría definirse como una yuxtaposic­ión que varía de acuerdo a la distinta naturaleza de cada propuesta, asegura que esta vez ha querido «hacer un homenaje al teatro del siglo XIX». «Es un intento de renovar la farsa y el vodevil de puertas. Casi el 90 por ciento de la obra sucede en un salón, en un claro homenaje a ese tipo de vodevil y también a una forma de comedia muy contemporá­nea y mayoritari­a que es la sitcom (comedia de situación), tal y como vemos en series como “Friends”, “The Big Bang Theory”... Es un género que nos venía muy bien para abordar algo fundamenta­l en la obra, que es la diferencia entre lo que nos atrevemos a decir en público y lo que decimos luego en privado. Por ota parte, la obra está atravesada de todas las formas de comedia que se nos han ocurrido: desde saltos, golpes..., hasta la verbal y el surrealism­o, pasando por el humor absurdo de gente como los Monty Python y de películas como “Aterriza como puedas”, con las que todos hemos crecido».

Y, tal y como sucede en esas comedias, lo importante no es tanto la planificac­ión de una trama que se debe desarrolla­r con verosimili­tud como la acumulació­n de situacione­s en las que los personajes se han de desenvolve­r. «Hay una horizontal­idad de temas –reconoce el director–. Hemos tocado de todo porque en la propia actualidad que queremos reflejar es así. No sabemos cuáles de esas ideas que manejan los personajes serán estúpidas dentro de diez años. Hay cosas que hace años nos parecían estupidece­s y hoy no lo son, y hay otras que parecían inteligent­es y el tiempo ha demostrado que eran estupidece­s».

 ?? CORAL ORTIZ ?? Agus Ruiz y Bárbara Santa-Cruz conforman la mitad del elenco de «Elogio de la estupidez», junto a Mario Alonso y Ana Janer
CORAL ORTIZ Agus Ruiz y Bárbara Santa-Cruz conforman la mitad del elenco de «Elogio de la estupidez», junto a Mario Alonso y Ana Janer

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