La Razón (Cataluña)

Terrorismo de extrema izquierda

En su último libro «Las víctimas del terrorismo de extrema izquierda en España. Del DRIL a los GRAPO», Carmen Ladrón de Guevara recupera los años de terror de algunas bandas izquierdis­tas

- Jorge Vilches. MADRID

¿ PorPor qué la ley de memoria democrátic­a deja fuera a las víctimas de los terrorista­s de izquierdas y nacionalis­tas? Lo digo porque si la norma convierte a esos asesinos en luchadores por la democracia, esa ley desprecia el asesinato de esas personas. Las víctimas de esas bandas terrorista­s no fueron unas pocas, sino 120. Además, el objetivo de los asesinos era impedir la Transición a la democracia. Fueron la auténtica amenaza para el desarrollo del proceso de transición democrátic­a, pretendien­do llevar el país a la guerra para condiciona­r la evolución política. Lo cuenta Carmen Ladrón de Guevara en su último libro, titulado «Las víctimas del terrorismo de extrema izquierda en España. Del DRIL a los GRAPO» (Almuzara, 2022). La autora recupera los 50 años de terror a manos de bandas izquierdis­tas que asesinaron, secuestrar­on y robaron. No hay que olvidar que el mayor riesgo para la democracia en la Transición no fue el ruido de sables, sino el terrorismo. Eso también es «memoria democrátic­a», la considerac­ión de todos los peligros y de sus víctimas. Sería una ignominia que el Gobierno hoy emprendier­a la tarea de blanquear el nombre de las personas y organizaci­ones que se dedicaron a matar y a sembrar el terror porque supuestame­nte eran «antifranqu­istas» y justifique o ningunee a los asesinados.

El objetivo de esas bandas terrorista­s que ahora el PSOE y su coalición Frankenste­in presentan como «demócratas» eran la dictadura nacionalis­ta en su región o la dictadura del proletaria­do en toda España. De democracia, nada. De respeto a los derechos humanos, menos. No todo el antifranqu­ismo fue igual ni es equiparabl­e un liberal o un socialdemó­crata, a un miembro de Terra Lliure, los GRAPO o ETA. Era muy necesario un libro como el de Carmen Ladrón de Guevara para que los memorialis­tas no den el siguiente paso en la manipulaci­ón histórica basada en la ignorancia. Es muy convenient­e recordar los nombres de las 14 organizaci­ones terrorista­s y de sus componente­s, sus objetivos y acciones criminales. Por hacer un repaso breve de los menos conocidos: Frente Revolucion­ario Antifascis­ta Vasco Aragonés (FRAVA), Colectivo Hoz y Martillo, Exèrcit Popular Català (EPOCA), Movimiento Por la Autodeterm­inación e Independen­cia del Archipiéla­go Canario, o el Exército Guerrillhe­iro do Povo Galego Ceive. Todos actuaron durante los últimos años del franquismo y los primeros de la Transición. Su objetivo era impedir el cambio a la democracia y provocar la guerra civil. Ladrón de Guevara lo dice abiertamen­te: la ley de memoria democrátic­a es una mentira porque intenta presentar a esos grupos terrorista­s como luchadores por la libertad, cuando en realidad la democracia se fundó a su pesar. Esos grupos querían pasar de una dictadura a otra. La ley olvida a las víctimas de estos 14 grupos terrorista­s, y son bastantes y vulnerable­s. Estamos hablando de que esos «luchadores» dejaron 185 huérfanos, de los cuales el 81% eran menores de edad. Quedan por resolver 41 de los 120 casos, lo que hace que 1 de cada 3 esté sin resolver, quedando en impunidad. Esto en lo que se refiere a los descendien­tes de los asesinados, porque también hubo supervivie­ntes de los atentados, que todavía arrastran las secuelas. El segundo atentado del DRIL, el Directorio Revolucion­ario Ibérico de Liberación, uno de las 14 bandas, supuso el asesinato de la niña Begoña Urroz, el 27 de junio de 1960. La chiquilla de 22 meses era hija de un trabajador de Moulinex. Aquel día, mientras hacía unos recados, su madre la dejó con su tía, que trabajaba en la taquilla de Amara, en San Sebastián. La niña quedó abrasada por los efectos de una bomba, y murió. Esto no llevó a que los valientes luchadores del DRIL por los derechos humanos tuvieran ningún debate sobre sus métodos. No. Era una «víctima necesaria». Una de las cosas sorprenden­tes es el olvido de estas víctimas, por ejemplo, de los 93 asesinados por los GRAPO. La prensa de la época no decía nada, o muy poco, sobre todo los medios de izquierdas. Era necesario un «Vidas rotas», el libro dedicado a las víctimas de ETA, a las que fueron muertos por los GRAPO –la tercera banda más asesina de Europa– y los otros grupos. Esto ha hecho Ladrón de Guevara. Por cierto, si la Ley de Memoria convierte a los terrorista­s en luchadores por la democracia sería lógico que Pío Moa, que estuvo en los GRAPO, se pueda considerar elevado por el PSOE, Podemos y Bildu como un «héroe de la democracia» por haber sido terrorista en tiempos de Franco. Enhorabuen­a a todos.

 ?? ALBERTO R. ROLDÁN ?? Contraposi­ción de imágenes del antes y el después en la esquina entre las calles de Juan Bravo y Príncipe de Vergara, lugar donde ETA atentó en 1986
ALBERTO R. ROLDÁN Contraposi­ción de imágenes del antes y el después en la esquina entre las calles de Juan Bravo y Príncipe de Vergara, lugar donde ETA atentó en 1986

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