Alcaraz borra los malos recuerdos
► Carlitos solo necesita ganar hoy en París-Berçy a Dimitrov para conservar el número uno
La última vez que Carlos Alcaraz compitió en París-Berçy vivió una de las experiencias más desagradables en su corta carrera profesional. Enfrente estaba el francés Hugo Gaston y ríanse de los ambientes infernales que se vivían en algunas eliminatorias de la antigua Copa Davis. Carlitos se despidió del torneo después de perder siete juegos seguidos en el segundo set. Entonces era el número 35 del mundo y se disponía a disputar una Copa Davis de la que le apartó un positivo por coronavirus. Un final extraño de temporada. Un año después la película no tiene nada que ver. Alcaraz ha llegado a París como número uno del mundo, no ha debutado hasta segunda ronda con el torneo ya rodado y ha resuelto su estreno con una victoria aseada (doble 6-4) ante el japonés Nishioka.
El siguiente obstáculo para el murciano será hoy un clásico del circuito, Grigor Dimitrov (12:20, Movistar +). No hay precedentes entre ambos. El búlgaro de 31 años superó a Fognini en dos sets (6-0 y 7-5), no gana un título desde 2017 y su mejor papel en París fueron las semifinales de hace tres años cuando cayó ante Djokovic.
Alcaraz resolvió ante Nishioka en 72 minutos y lo hizo con un vendaje negro en la rodilla izquierda. Fue la única señal de las molestias físicas que le acompañan en las últimas semanas. Nada inquietante, «algo normal a estas alturas de la temporada» como dice él. Carlitos se sintió cómodo en una pista bastante más rápida que la de Basilea donde disputó sus últimos partidos. La estabilidad con su servicio y la firmeza en los momentos decisivos fueron suficientes para liquidar al nipón. Luego detalló de dónde viene la fortaleza mental que transmite en la pista con 19 años: «Tanto mi equipo como yo sabemos de la importancia de estar bien mentalmente. Estar fuerte mentalmente es fundamental. Lo digo abiertamente que sin mi psicológa –Isabel Balaguer– no podría estar en el puesto que estoy ahora. Sin ella no sería posible permanecer estable a los 19 años en grandes estadios y en grandes partidos. Se trata de transmitir una imagen de tranquilidad, aunque por dentro estés desesperado. Es importante transmitir esa imagen al oponente». Y siguió dando detalles: «Diría que muchos jugadores cuando llegan al número uno pierden la motivación, pero no es mi caso. Todos los jugadores quieren ser número uno, estar donde yo estoy. Pero sé que tengo que trabajar en muchas cosas, mejorar. Soy muy joven».