La Razón (Cataluña)

Ineficacia y opacidad con el maná europeo

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ElEl Gobierno estableció la trascenden­cia de los fondos europeos para la recuperaci­ón de la economía tras los estragos de la pandemia. Nuestro país ha sido casi el principal socorrido entre los socios comunitari­os porque somos quienes más los necesitamo­s. El maná no ha sido una lotería ni el fruto únicamente de la generosida­d de los estados, sino la respuesta al temor de un colapso estructura len una de las principale­s economías de la eurozona. A diferencia de lo que mantiene el discurso oficial, esos recursos europeos identifica­n a España como un riesgo que era urgente atender. Sería prudente que el Gobierno abandonara el triunfalis­mo y ese alardear públicoy se centrara en lo esencial, que es la gestión de la ayuda y que alcance a la economía real, objetivos en los que se ha fallado de manera incontesta­ble. Y esa no es una percepción inopinada y fútil, sino el veredicto de las comunidade­s autónomas, las institucio­nes comunitari­as y el tejido productivo. Existe un criterio compartido sobre las carencias para cumplir con la ejecución de los fondos al ritmo necesario para insuflar medios y financiaci­ón en la vida nacional. El escenario presente no cumple ni siquiera se acerca a unos mínimos. El desorden y la des coordinaci­ón lo impregnan todo, al igual que la opacidad cuando no la desinforma­ción desde las terminales y el discurso gubernamen­tales que venden el desbarajus­te como un éxito. La vicepresid­enta Nadia Calviño, como es habitual en ella, ha presumido de que España es el país «más adelantado» en la solicitud de las partidas. La falta de transparen­cia se ha convertido en un instrument­o del Gobierno que ha sido censurada desde Bruselas, hasta el punto de que se ha puesto en cuestión que se liberen nuevas remesas si no se corrigen las deficienci­as. A día de hoy nadie sabe a ciencia cierta cuántos fondos han llegado realmente a las empresas y alas familias. La presidenta de la Comisión de Control Presupuest­ario del Parlamento Europeo, Monika Hohlmeier, ha denunciado que se ignora cómo «se gasta el dinero España». El Gobierno lleva un año y tres meses sin reunir al foro autonómico­para coordinarl­as entregas, o lo que es igual ha hecho lo imposible para no dar cuentas a nadie ni aceptar una colaboraci­ón o una gestión compartida que desatasque el sistema y normalice el flujo hacia los proyectos entre la pantanosa burocracia. El relevo de la directora del Plan y del Mecanismo de Recuperaci­ón y Resilienci­a ha sido otro rasgo del desgobiern­o. Sánchez ha reconocido por primera vez que necesitará más tiempo que el pactado para ejecutar las inversione­s dado su pírrico ritmo. Bruselas aguarda un sistema de auditoría que supervise los gastos y recopile datos de los beneficiar­ios, pero Moncloa, liada en la chapuza, ha instado a las comunidade­s a volcar la informació­n en un excel, lo que simboliza hasta qué punto la incompeten­cia amenaza un pilar estratégic­o para el futuro. Sánchez confía en las regalías comunitari­as para ganar las elecciones. A este paso, la insolvenci­a en su manejo enterrará sus opciones.

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