La Razón (Cataluña)

Y Augusto acabó escuchando a su madre

► Al campeón de Moto2 le han ayudado las técnicas de yoga de su progenitor­a

- J. M. Martín.

Aquello de que las madres siempre tienen razón uno lo aprende según va cumpliendo años y cometiendo errores. Augusto Fernández, el nuevo campeón de Moto2, lo ha descubiert­o esta temporada, cuando antes de la carrera de Le Mans decidió empezar a trabajar más en serio con su madre, Sara. Augusto lleva tatuado en un brazo la silueta de una mujer haciendo yoga y es en honor a ella, profesora de yoga y una de las razones de su llegada a la cumbre esta temporada. Resulta que en Francia consiguió su primer triunfo en casi tres años y fue el despegue definitivo que le ha llevado a ser el vigesimocu­arto campeón de la historia del motociclis­mo español y el sexto de la categoría intermedia. «Siempre había trabajado un poco con ella, pero nunca le había prestado demasiada atención. Empecé con ella un poco antes de Francia y ya gané esa carrera. Sabía que me fallaba algo, pero no encontraba el qué y con ella hemos llegado a la base del problema y lo hemos solucionad­o», contaba el piloto de KTM, que ha mostrado este año su cara más fiable y tranquila sobre la moto.

Esa tranquilid­ad mental le ha dado el extra que le faltaba, y reconocía en Dazn que durante la gira transoceán­ica, tras el fallo en Australia que casi le cuesta el título, hablaron por teléfono y estuvieron ajustando algunas cosas mentales. Fernández nació en Madrid, pero con tres meses se fue a Mallorca, así que se puede decir que es el segundo campeón mallorquín del año después de Izan Guevara, que se coronó en Moto3. Su trayecto hasta la élite no ha sido el habitual, porque llegó al Mundial sin pasar por Moto3, directo a la categoría intermedia, donde después del debut en 2017 se quedó sin plaza para 2018. Pero entonces le llegó la oportunida­d de sustituir a Héctor Barberá en el equipo de Sito Pons. Con el Marc VDS, un equipo poderoso en Moto2, no encontró la manera de alcanzar los resultados, pero nunca se rindió ni dejó de empujar. Ahora, a los 25 años, le llega el premio justo antes de MotoGP, a donde llegará en 2023 como los grandes: con un título debajo del brazo.

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