Doctor Gerard, míster Piqué
► Un futbolista pluscuamperfecto acaba opacado por unos comportamientos que justifican el adjetivo con el que lo recuerdan en La Masía, el «payasito»
NocabedudadequeGerardPiquéNocabedudadequeGerardPiqué es la elección perfecta para un experto en mercadotecnia porque no deja indiferente a nadie. Teniendo en cuenta que media España lo quiere ciegamente y la otra media lo detesta con inhumana visceralidad, estamos ante un ADN con unos índices de conocimiento próximos al ciento por ciento. Lo cual lo convierte en un reclamo ideal para cualquier proyecto y para cualquier marca. Para los primeros será un héroe indiscutible, para los segundos el hombre que amas odiar. Y, desde luego, sería una inspiración perfecta para el escritor escocés Robert Louis Stevenson si resucitase y Planeta le encargase la segunda parte de El extraño caso del Doctor Jekyll y Mister Hyde. El Doctor Gerard es ese que contribuyó decisivamente a que el Barça conquistase tres Copas de Europa, un porrón de Ligas, unas cuantas Copas del Rey y un sinfín de trofeos. El mismo que formó con Sergio Ramos la mejor dupla defensiva del planeta en esos tiempos gloriosos de la Roja. Su concurso resultó determinante para la conquista de ese Mundial de Sudáfrica que mantendremos indeleble en nuestras retinas hasta el fin de nuestros días. E igualmente tuvo mucha culpa de que repitiéramos Eurocopa en 2012 paseándonos como Pedro por su casa en Ucrania y Polonia. Sobran dedos de las manos para contar los peloteros que atesoran ese palmarés.
Sería una bonita historia, modelo Tom Brady, Nadal o Federer, deportistas de élite impecables dentro y fuera de los terrenos de juego, si no fuera porque el Mister Hyde ha terminado opacando al deportivamente pluscuamperfecto Doctor Jekyll. Un pedazo de futbolista como Piqué no necesita trolear a jugadores e hinchadas rivales. Sus manitas tras aquellas palizas de los culés a los merengues sobraban. Podía haber tomado ejemplo de Messi, de Xavi, Iniesta o Busquets, que hablaban donde hay que hacerlo: sobre el césped. En La Masía lo recuerdan como «un payasito», rol que le sigue cuadrando a las mil maravillas camino de los 36 años.
Lamentable fue aquella escena en la cubierta del autobús con el que la Roja recorrió Madrid el día después de la mayor gesta de la historia del balompié patrio: el Mundial. Piqué se dedicó a escupir por la espalda al delegado del equipo, Pedro Cortés, ex presidente del Valencia. Un incidente barriobajero que retrata al personaje. Tres cuartos de lo mismo sucedió en aquel partido de España contra Albania en el que, tal y como descubrió Okdiario, hizo casi un truco de mago para no portar los colores de la bandera de España. La camiseta de manga corta, que es la que vestía la mayor parte de los jugadores sí lucía tonos rojigualda, no así la larga que carecía de ellos. ¿Qué hizo nuestro protagonista? Cogió una larga, metió tijera a las mangas y quedó despejada de los colores nacionales. A mí me parece legítimo que sea independentista, que lo es, pero lo más coherente en este caso hubiera sido imitar a Oleguer Presas que con una honradez digna de encomio trasladó a Luis Aragonés que no le convocase más porque no se sentía español.
Lo de los business demuestra que es listo como los ratones coloraos. Solo un individuo largo como él es capaz de traer a la directiva culé el contratazo con Rakuten, 60 kilos anuales, que ellos no habían podido conseguir. Lo de la Supercopa es, más allá de polémicas tan artificiales como fariseas, un exitazo de Luis Rubiales: la Federación ha pasado de ingresar 250.000 euros anuales por un torneo que estaba muerto a meterse en caja 40 millones, 160 veces más. En cualquier país serio les aplaudirían, aquí les linchan los medios a sueldo de CorrupTebas, revelación de secretos mediante. Ahora su meta es convertirse en presidente del Barça, algo que su abuelo, el ex vicepresidente Amador Bernabéu, no pudo conseguir. Sea Doctor Jekyll, se comporte como el aterrador Mister Hyde, una cosa está clara: los periodistas le echaremos de menos.
A Gerard Piqué los periodistas le echaremos de menos desde ya mismo»