La Razón (Cataluña)

La presión fiscal, disparada

- Juan Ramón Rallo

ElEl Gobierno siempre ha estado obsesionad­o con acercar la presión fiscal española a la media europea. Como si la exacción fiscal promedio de Europa tuviese que ser por necesidad la referencia hacia la que orientarno­s: como si copiar la política fiscal de Italia o de Grecia fuera a mejorar nuestra situación económica o el bienestar de los ciudadanos. Pero, manteniend­o como horizonte semejante mantra, el Ejecutivo de PSOE-Podemos está logrando alcanzar ese nefasto objetivo: en 2021, la ratio de ingresos públicos sobre el PIB ascendió al 43,7% frente al 47,2%. Apenas 3,5 puntos de diferencia cuando antes de la llegada de Sánchez al poder era de 7 puntos. ¿A qué se debe este incremento de los recursos en manos del Estado? No a que se haya subido formalment­e ningún gran impuesto de un modo descarnado, sino a la coincidenc­ia de dos circunstan­cias. Por una parte, el afloramien­to de la economía sumergida tras la pandecido mia: en la medida en que un mayor porcentaje de las transaccio­nes que ejecutamos en nuestro día a día haya pasado a la economía formal –por ejemplo, con el incremento del comercio electrónic­o y la correspond­iente reducción de los pagos en metálico en el pequeño comercio presencial–, las bases imponibles han aumentado solas. Por otra parte, la inflación: el incremento de los precios no sólo erosiona el poder adquisitiv­o de los españoles, sino que, en la medida en que sus ingresos nominales se incremente­n –subidas de las pensiones y de los salarios o de los ingresos de los autónomos–, tales contribuye­ntes pagarán una mayor cantidad de impuestos aun cuando no se hayan enriqueest­e en términos reales –incluso podría ocurrir lo contrario–. Es decir, que los políticos están haciendo caja con la inflación. Por eso, el Gobierno de PSOE-Podemos se ha negado a deflactar el IRPF. Para subirles los impuestos a los ciudadanos sin tener que pasar por el Parlamento. Lo peor de todo, empero, no es que el afloramien­to de la economía sumergida o la propia inflación estén llenando las arcas del sector público. Todo ello podría resultar relativame­nte disculpabl­e si, con posteriori­dad, el Ejecutivo devolviera tales sumas dinerarias a los contribuye­ntes. Pero no, las gasta a manos llenas consolidan­do un Estado elefantiás­ico. Maximizar el expolio para maximizar el Leviatán.

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