La Razón (Cataluña)

«Lo que escribo a veces me parece lo mejor y otras una birria»

El escritor gana el Premio Nacional de las Letras 2022 por «ser un extraordin­ario narrador y creador de ficciones»

- J. Ors. Luis Landero Escritor

LaLa noticia sorprende a Luis Landero en medio de los meandros y sinuosidad­es que suelen acompañar los viajes. «Estoy contento -afirma-, un poco desbordado por las llamadas y los mensajes». El novelista comenzó a escribir a una edad temprana, aunque empezó a publicar cuando frisaba los 40 inviernos, como si, al fin y al cabo, los jalones que traen la vida necesitara­n de un punto de sosiego y una pausada reflexión para decantar en la escritura lo que es obvio, lo que resulta esencial y separarlo de lo innecesari­o y lo superfluo. Landero, que cuenta con una trayectori­a envidiable, con títulos esenciales, como «Juegos de la edad tardía», «El guitarrist­a», «Retrato de un hombre inmaduro» o el meditativo «El huerto de Emerson», recibió el Premio Nacional de las Letras españolas 2022. El jurado se lo ha concedido por «ser un extraordin­ario narrador, creador de numerosas ficciones con personajes y atmósferas de gran expresivid­ad». Pero también se quiso resaltar lo que es más crucial y evidente para cualquier lector que se haya inmerso en cualquiera de sus obras: «Su excelente escritura recuperand­o la tradición cervantina con dominio del humor y la ironía e incorporan­do con brillantez el papel de la imaginació­n». Un reconocimi­ento que viene a subrayar y destacar a uno de nuestros grandes narradores.

¿Un premio conlleva echar una mirada hacia atrás?

Para echar la mirada hacia atrás ya no me hace falta un premio (risas). Estoy contento, por supuesto, sobre todo conmigo mismo, porque considero que siempre he escrito con la misma pasión y compromiso que tenía a los 15 y 16 años. He escrito siempre y siempre he intentado hacer las novelas lo mejor que sé y contar lo que tengo que contar. Esta entrega incondicio­nal al oficio es algo que sí se valora ahora, porque me doy cuenta de que he hecho justo lo que tenía que hacer, mejor o peor, pero dando lo mejor de mí. Si encima te dan un premio por eso y te reconocen esa labor, se agradece, por supuesto, sobre todo entre las personas que, como yo, no somos seguras y estamos llenos de dudas. Un reconocimi­ento es algo que te anima, te congratula y hasta, en ocasiones, te pacifica.

¿No es usted seguro?

Hay que entender esto. Lo soy al escribir, pero después, en ocasiones, sí soy inseguro. A veces lo que escribo me parece lo mejor del mundo y otras, una birria. Todo artista es inseguro, no en el momento preciso de hacer las cosas. Ahí uno tiene que ser soberano, fuerte, pero luego, a la hora de compararlo con lo que ya se ha hecho y con lo que te hubiera gustado hacer... es distinto. Ahí siempre te quedas corto. En fin. Soy más bien inseguro, aunque los inseguros tenemos mucha energía. Cuidado. Y una cosa: si soy fuerte es porque soy inseguro.

¿Lo duro de escribir?

Escribir no es duro, es gustoso, es como el niño cuando juega. En mi caso, me hice escritor para prolongar la infancia y seguir siendo el niño que una vez fui. Lo más duro es decir lo que no se puede decir, llegar a la perfección, al máximo, decir lo indecible, lo inefable, este afán que existe en todos los artistas y que todos los escritores intentamos. Es como en el mito de Babel. Unos han subido cien pisos, otros cincuenta, otros llegan a los ciento y pico, pero ninguno llega al cielo y ese es el desasosieg­o, porque a todos nos encantaría alcanzarlo, expresar el mundo interior del mundo que existe dentro de uno mismo, pero es casi imposible decirlo. El arte se acerca, pero siempre queda esta especie de impotencia entre lo que uno dice y lo que a uno le hubiera gustado decir. Quizá eso es lo más duro.

Siempre he escrito con la misma pasión y he intentado hacer las novelas lo mejor que sé», dice Landero

Una vida entregado a la literatura.

No entendería la vida sin escribir. Ahora la literatura es esencial para mí. Mi vida sin ella sería prácticame­nte nada. Forma parte de mi proyecto de vida, de un modo muy fuerte, muy primario, desde que tenía los quince años. En mi caso, la literatura y la vida siempre se confunden.

«Yo ya no entendería mi vida sin escribir; sin la literatura sería prácticame­nte nada», comenta el novelista

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GONZALO PÉREZ

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