De héroes y bufones
Su debut como narrador fue tardío, pero no pudo ser más contundente, deslumbrante por un estilo, un uso del lenguaje que acabó siendo excepcional, lanzando una trama novelesca humorística y melancólica, lúdica y cervantina, la maravillosa «Juegos de la edad tardía», en 1989. Luis Landero, incluso en textos como el reciente «El huerto de Emerson», aporta algo crepuscular pero alegre, siempre luminoso, como si quisiera celebrar la vida, agradecer haber vivido, por más que haya inevitables sentimientos de pérdida o desencanto.
Esa mirada agridulce hacia la existencia la ha materializado como nadie en sus libros, que siempre tienen un cariz espontáneo, profundamente sincero, en que se deja llevar por la inspiración, que es tanto como hacerlo por la memoria. «Toda vida es una antología de instantes», dijo en una entrevista este admirador incondicional de Kafka, Machado y Cervantes; un individuo que siempre ha tenido claro sus cuatro yoes: el lector, el profesor, el escritor y «el más misterioso y al que menos conozco. Es el que vivió. Los otros más bien soñaron la vida».
Landero escribe desde la inseguridad, y de hecho le abrumó el éxito de «Juegos de la edad tardía». Es, por su estilismo expresivo y lingüístico, una «rara avis», habida cuenta de cómo se escribe en la actualidad, de manera plana y poco sugerente, tan lejana de su intención intensa y de aliento poético. Con esos elementos ha construido una trayectoria literaria de carácter tragicómico, en la senda de personajes como Don Quijote y muchas de las criaturas de Shakespeare. Aunque, en su caso, sus protagonistas sean seres corrientes, a veces con una vida gris o sosegada, que penetran de repente en asuntos imprevisibles.
De tal modo que el autor extremeño ha destacado profusamente como gran observador de la propia condición humana, consciente de que todos tenemos algo de héroes y algo de bufones. Y lo ha hecho tanto en la literatura como en su labor como maestro, desde el primer día de clase, cuando les explicaba a sus alumnos cómo buscarse a sí mismos, expresando la idea de aceptarse a uno mismo y alcanzar el arte de vivir.