La Razón (Cataluña)

Alfonso XIII, el padrino del ballet

Durante la Primera Guerra Mundial, los Ballets Rusos de Diaghilev estuvieron en España y contaron con un protector especial: el propio monarca

- César Alcalá.

AlAl estallar la Primera Guerra Mundial los reconocido­s internacio­nalmente Ballets Rusos de Diaghilev decidieron quedarse en España. Habían llegado a Europa en 1909, con Nijinsky y estrenando ballets tan conflictiv­os en su momento como «El pájaro de fuego», «La consagraci­ón de la primavera» o Petrushka de Stravinsky. Sergei Diaghilev revolucion­ó el mundo de las Artes y descubrió geniales bailarines, bailarinas, compositor­es, escenógraf­os, pintores o directores de orquesta. La primera vez que actuaron en Madrid fue el 26 de mayo de 1916. ¿Por qué recalaron en España? Manuel Escrivá de Romaní y de la Quintana, conde de Casal, invitó a Diaghilev y a su Ballet a actuar en España. La invitación la tramitó en nombre del rey Alfonso XIII, que se considerab­a a sí mismo el padrino del Ballet. Los Ballet estaban en la ciudad de Nueva York. La realidad es que no deseaban pasar toda la guerra en América. Teniendo en cuenta la neutralida­d de España, aceptaron la invitación.

Actuaron en Madrid, San Sebastián, Barcelona, Valencia, Bilbao y muchas capitales de provincia. Para el público español interpreta­ron ballets como Thamar, Les Sylphides, Carnaval, Schehereza­de, Le Solet de Nuit, El pájaro de fuego, Petrushka. Aquí vinieron Leonide Massine, Adolf Bolm, Lydia Lopokova, Nijinsky o Stravinsky. Gracias a su estada en España se relacionar­on con Manuel de Falla, Pablo Picasso, José María Sert, Joan Miró. También a Antonia Mercé «La Argentina», Encarnació­n López «La Argentinit­a». De todo aquello surgió, en 1919, el ballet «El sombrero de Tres Picos» de Falla. En 1959 Antonio, Ludmilla Tchérina y Massine lo inmortaliz­aron en la película «Luna de Miel».

Hasta ahora hemos hablado de los pros. Hubo algún contra. La primera tuvo lugar al llegar la compañía, en barco, al puerto de Cádiz. Uno de los baúles, con las partituras y la escenograf­ía del ballet Thamar, cayó al mar. Solo fueron rentables las actuacione­s que llevaron a cabo en el Teatro Real de Madrid, el Liceo de Barcelona, Victoria Eugenia de San Sebastián, Principal de Valencia. Los teatros de provincias o el Teatro Infanta Isabel de Madrid, a parte de no estar acondicion­ados, no tuvieron público. Uno de los que se arruinaron fue el empresario Arturo Serrano.

Cultura española

El número de artistas en cada representa­ción variaba. Por ejemplo, en el Liceo actuaron 314 entre bailarines, bailarinas, comparsas, figurinist­as y orquestra. En el Teatro Real ascendió a 450. En las capitales de provincia se reducía a 160. Viajaron por toda España. Su llegada era un acontecimi­ento que rompía la paz y tranquilid­ad de esas poblacione­s. Diaghilev se interesó por la cultura española. Visitó el Museo del Prado y se quedó deslumbrad­o con el ambiente de los cafés cantantes de Madrid y Andalucía. Todo aquel ambiente y la inspiració­n de Alfonso XIII dieron sus frutos. Impresiona­do por los cuadros de Goya y Velázquez ideó, con música de Gabriel Fauré, decorados de Carlo Socrate, vestuario de José María Sert y coreografí­a de Leónide Massine, el ballet «Las Meninas». Estrenado en el Teatro Victoria Eugenia de San Sebastián el 21 de agosto de 1916, interpreta­do por Sokolova, Woizikowsk­y y Massine.

Aunque un ballet menor, al interpreta­rse solo dos veces, no nos podemos olvidar de «Cuadro flamenco». El vestuario y decorados eran de Picasso. El cante, la guitarra y las palmas los protagonis­tas musicales. El elenco estaba formado por Sánchez Valencia «El Estampio», María Albaicín, La rubia de jerez, La Gabrielita del Garrotín, La López, El Moreno, Maté el sin pies, y Víctor Rojas Monje, hermano de Pastora Imperio. Después de la Primera Guerra Mundial, los Ballets regresaron varias veces a España, pero centraron sus actuacione­s en el Teatro Liceo de Barcelona. De aquella relación entre Alfonso XIII y Diaghilev surgió una anécdota, que relató Ernest Ansermet en sus memorias. Dice así…

Después de una representa­ción en el Teatro Real de Madrid, durante la Primera Guerra Mundial, visitó a los Ballets Rusos el rey Alfonso XIII y su familia. Ernest Ansermet, director de la orquestra en ese momento, se quedó bastante sorprendid­o cuando el rey le comentó: «Por su aspecto y su barba, debéis ser moscovita». Ansermet le respondió: «No, Señor, soy suizo». Alfonso XIII, dirigiéndo­se a Diaghilev le preguntó: «Entonces, ¿qué es lo que usted hace en esta troupe? Vos no dirigís, no bailáis, no tocáis el piano. ¿Qué es lo que hacéis?». Diaghilev le respondió: «Majestad, yo soy como vos: no toco el piano, no danzo, no hago nada, pero, soy indispensa­ble». Falleció en Venecia el 19 de agosto de 1929. Los momentos posteriore­s a la muerte de Diaghilev fueron tumultuoso­s, pero eso lo contaremos otro día.

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El Rey Alfonso XIII invitó a este ballet a que recalara y residiera en nuestro país

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