La Razón (Cataluña)

El oro siempre regresa

- Jesús Rivasés

JohnJohn Pierpont Morgan (1837-1913) fue un inversor y banquero americano tan mítico que cuando falleció, la bolsa de Wall Street cerró un día por el duelo, algo que solo ocurría cuando fallecía un presidente. Morgan, es cierto, salvó al Tesoro americano a principios de siglo XX, al facilitarl­e un por entonces enorme préstamo en oro, que evitó la bancarrota de las finanzas públicas, antes de que se creará el sistema de la Reserva Federal (Fed). Morgan lo tenía claro: «El oro es dinero. Todo lo demás es crédito». El mundo abandonó hace mucho, en 1971, cualquier vinculació­n con de las monedas con el oro. Nixon cambió las reglas para enjugar los déficits de la guerra de Vietnam. El olvido de la referencia al metal ha facilitado, durante más de medio siglo, la creación de dinero, casi de la nada, de forma espectacul­ar, algo que ha generado crisis, pero también ha evitado catástrofe­s económicas. De vez en cuando, surgen voces que reclaman una vuelta al oro como referencia, sobre todo en tiempos de inflación disparada como es estos días. Hay ahora indicios de que algo se mueve en ese sentido, al menos de forma parcial. El Banco de Austria explica en su web –hay quien dice que por error– que quiere tener un 4% del PIB del país en oro, un porcentaje que, por ejemplo, ya atesora Francia, mientras que Italia lo supera con amplitud. Existe un rumor en los mercados que apunta que el Banco Central Europeo (BCE) vería bien que ahora los países del euro, a través de sus bancos centrales, tuvieran alrededor del 4% del PIB en reservas de oro. Una red de seguridad en última instancia y también el inicio de un largo camino hacia una mayor ortodoxia económico-financiera y la búsqueda de una salida para las actuales montañas de deuda pública, crédito en definitiva. España mantiene estables, desde hace años, 9,02 millones de onzas troy de oro, valoradas al precio actual en unos 15.000 millones de euros, lejos del 4% del PIB, que serían unos 52.000 millones de euros. No es sencillo, pero tampoco es una tarea ímproba alcanzar esa cantidad del metal precioso, aunque algunos consideren que tenerlo es improducti­vo. Alan Greenspan, presidente de la Fed entre 1987 y 2006, también llamado «el maestro», pensaba que «la inversión en oro es como un seguro: no es para obtener ganancias a corto plazo, sino para protegerse a largo plazo». Quizá, muchos años después, todavía vuelva a tener razón J.P. Morgan.

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