Sánchez encadenado
LaLa portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez, ha expresado en público lo que le gustaría hacer con los medios de comunicación: pasarlos por la trituradora chavista para que reserven un espacio en sus noticieros a los «logros del Gobierno». «Como con la información meteorológica, un servicio público», ha explicado. Todo para que, según ella, no se produzcan «distorsiones» y se emitan las notas de prensa y los comunicados oficiales tal cual, censurados a las interpretaciones torticeras de los medios rebeldes.
La oposición conservadora se ha apresurado a lanzarse a la yugular de Rodríguez, asegurando que pretende rescatar el NODO –el noticiero cinematográfico franquista, para los más jóvenes–como si éste hubiera salido momificado pero viviente de uno de los sarcófagos que tanto le gusta desenterrar a este Gobierno, para el que los muertos de hace más de 80 años merecen justicia, pero no los de ETA, aunque aún estén calientes. Sin embargo, yo creo que el sueño de Rodríguez es europeizar las emisiones «en cadena» del difunto Chávez, en las que por decreto salía a todas horas en todos los medios venezolanos a unas horas pautadas, pero con su jefe de protagonista absoluto.
Estoy más que seguro de que Pedro Sánchez podría emular con éxito a Chávez y hasta al mismísimo Fidel Castro –que se pegó cuatro horas y veinticinco minutos de discurso en la Asamblea General de la ONU el 29 de septiembre de 1960–con intervenciones interminables en las que glosar sus triunfos patrios y sacar pecho de sus encuentros fugaces con Biden. El problema es que Rodríguez se equivoca de partida porque hasta Fidel o Chávez tenían más credibilidad que el presidente del Gobierno.
Ni con todo el día machacándonos, lograrían hacernos creer que sus trucos para contener el precio de la electricidad han surtido efecto. Ni convencernos de que en realidad el desempleo baja, que la temporalidad se ha reducido a la velocidad de crucero que nos muestran y que los jóvenes mejor formados de nuestra historia lo tienen mejor que ayer para encontrar trabajo e independizarse. Tampoco para persuadirnos de que nuestros sueldos y ahorros valen más. Estamos peor, mucho peor que antes de Sánchez. Aunque cacaree desde el alba.