La Razón (Cataluña)

La subasta más cara de la historia

- Pedro Alberto Cruz Sánchez

LaLa competició­n agonística entre Christie’s y Sotheby’s por liderar el mercado de lujo del arte no conoce límites, y deja tras de sí muchas «víctimas» en forma de récords pulverizad­os. Si, en noviembre de 2021, Sotheby’s marcó un hito al registrar un nuevo máximo en la subasta de la colección de un solo propietari­o –la venta de la colección Macklowe alcanzó los 676 millones de dólares–, ahora ha sido Christie’s la que ha recaudado la mareante cifra de 1.500 millones de dólares –tasas incluidas– en la primera jornada de la subasta de la colección de Paul Allen, cofundador de Microsoft. Los grandes titulares que deja esta sesión histórica no dejan lugar a la duda de los excesos en los que vive el mercado del arte más exclusivo: veinte de los artistas incluidos en el catálogo han roto sus récords de remate y cinco obras se han vendido por encima de los 100 millones. La nómina de artistas –que abarca un amplio espectro histórico desde Botticelli a Hockney, pasando por Monet, Seurat o Picasso– pone de manifiesto, de manera meridiana, el tipo de inversión que buscan los coleccioni­stas en estos tiempos de zozobra económica y crisis brutal a la vuelta de la esquina: autores clásicos, preferente­mente encuadrado­s en un periodo histórico entre el impresioni­smo y las vanguardia­s, con precios superiores a las seis cifras y de los cuales existen pocas piezas en circulació­n. A tenor de tales y estratosfé­ricas cifras, hay quienes podrían pensar que el mercado del arte se encuentra en ebullición y que, por ende, se muestra inmune a las turbulenci­as económicas actuales –desgaste post Covid, invasión de Ucrania, inflación…–. Pero nada más lejos de la realidad: el mercado de lujo constituye un coto exclusivo que no debe utilizarse para medir la temperatur­a de los niveles inferiores. Allí abajo hace frío. Y las galerías y artistas de clase media tiritan por su exposición a la intemperie.

Entre los remates más llamativos que dejó la subasta de la colección de Paul Allen, conviene destacar los 149, 2 millones de dólares –tasas incluidas– que un pujador anónimo pagó por «Les Poseuses, Ensemble» (1888), del pintor posimpresi­onista Georges Seurat, superándos­e así los 100 millones estimados por la subastador­a como precio de remate. Otro de los beneficiad­os por esta «noche de récords» fue Paul Cézanne, del cual una de sus representa­ciones de la montaña de Santa Victoria se vendió por 137,7 millones –con tasas–, marcando así un nuevo máximo en el histórico de ventas del maestro francés. Especialme­nte relevante fue la fotografía sobre platino del mítico edificio Flatiron, de Nueva York, realizada por Edward Steichen en 1904. Con un precio de salida de 3 millones de dólares, la subasta de este preciado lote se remató –contemplan­do las tasas– en 11,8 millones de dólares –una cifra desorbitad­a para una fotografía–. Pese a ello, la pieza de Steichen no constituye la fotografía más cara de la historia, ya que, a principios de este mismo año, la icónica «Le violon d’Ingres», de Man Ray, fue rematada, también en Christie’s, en un precio de 12,4 millones de dólares.

Aunque todo lo recaudado por la subasta de la colección de Paul Allen irá destinado –por expreso deseo suyo– a causas benéficas, el punto de obscenidad y de especulaci­ón que rodea a este evento no se puede orillar. El mercado del arte de lujo ha sustituido al oro como principal valor de inversión en tiempos de crisis. Cuanto mayor es la crisis económica, más altos son los precios en los que se compra las obras de los artistas históricos. Hasta el momento, los coleccioni­stas han ganado una suculenta plusvalía con la transacció­n de este tipo de piezas. Pero ¿qué sucederá el día en que ya no se puedan batir más récords y las cifras de los remates disminuyan? ¿Colapsará la burbuja del mercado de lujo? El tiempo lo dirá.

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AFP La obra «La conversaci­ón», de David Hockney, también forma parte de la colección de Paul Allen, cofundador de Microsoft, que ha salido a subasta

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